La actual crisis en Venezuela ha sumido a las universidades en un deterioro físico y moral jamás visto en nuestra historia republicana. A este deterioro se suma el feroz y constante ataque del régimen que ha llevado a las instituciones universitarias a competir con la propia supervivencia y sobrepasar la pandemia que vivimos en estos momentos. Los ataques incluyen desde las intervenciones arbitrarias, pasando por los más indecibles actos vandálicos para llegar al trofeo de la usurpación: la violación de la autonomía universitaria. Es doloroso ver en lo físico la ruindad en las áreas de estudio,que en algún momento fueron ejemplo de pulcritud; y, en lo intangible, el deterioro moral en estudiantes,empleados y profesores.
Y si de algo siempre nos enorgullecimos los venezolanos fue de nuestros planteles universitarios, de nuestros estudiantes. Por siempre destacaron en el firmamento político y social del país. Semillero del liderazgo y también estatus transitorio que ahora se ha convertido, en un caso, un oficio prohibido y, en el otro, una etapa de la vida prácticamente imposible de ejercer y mucho menos de disfrutar. Muy pocos venezolanos tienen, como decimos en criollo, la manera para mandar a sus hijos a la universidad presencial y, menos, con esta gran brecha digital, al aula virtual. Aunque parezca increíble, las universidades se han quedado sin profesores y sin estudiantes. Y ya los problemas fundamentales de Venezuela no tienen la resonancia que alguna vez ostentaron en nuestras casas de estudios, a través de la recurrente y vehemente protesta estudiantil.
En manos de la dirigencia estudiantil hubo la extraordinaria campanada de 1928, frente a Juan Vicente Gómez. El penúltimo capítulo del régimen de Pérez Jiménez supo del activo repudio de los jóvenes, a finales de 1957. La causa democrática y por la libertad se sintió viva e íntima en las aulas. Ahora, parece apagarse. Por una parte, el chavismo que incluye al madurismo ha sido inclemente, pues son apenas períodos de un mismo fenómeno, el comunista, que no ha tenido escrúpulos para perseguir, hacer prisioneros, malherir y hasta matar a centenares de miles de muchachos en el presente siglo. Y, por otra, también hay que decirlo, ha perseguido o exiliado un porcentaje de muchachos valiosos. También quedan aquellos que se encandilan con los flashes, gustan de la oposición de teclado y tienen pasión por selfearse. Sin dejar de nombrar la gran cantidad de jóvenes que ya no ve en su futuro el paso por una universidad.
Sin embargo, también preocupa la desarticulación de las autoridades universitarias, los profesores y, por supuesto, los estudiantes, en aras de defender la propia autonomía e involucrar a todos aquellos que nos formamos y fuimos parte de esas casas de estudio. Al sacar cuentas y sumar las estructuras del gremio estudiantil, vemos que hay centros de estudiantes, federaciones de centro, representantes a nivel de los consejos universitarios, de facultades y de escuela, en todo el país, que tienen una mayor estructura y están, potencialmente, mejor organizados que muchos de los partidos políticos a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional.
Es legítimo desempeñar una responsabilidad en el gremio estudiantil y tener determinadas simpatías políticas. No es el problema, excepto que se desee ultrapartidizar a la universidad. Entonces, son inevitables las preguntas: ¿Por qué tanto silencio? ¿Cuántos asistieron, antes de la pandemia, a sus directivas gremiales y consejos? ¿Cuál fue el motivo para que no se concretara una confederación de centros universitarios? ¿Es tan difícil hoy acordar un documento por alguna aplicación telefónica? ¿Dónde se encuentran las secretarías universitarias de los partidos?
Venezuela tuvo un referente esencial en la figura del estudiante, y fue tanto que inspiró no sólo obras de teatro, cine y literatura venezolana, como Fiebre de Miguel Otero Silva, sino también de rigurosos textos académicos, como los de Orlando Albornoz. Quienes fuimos, en una cada vez más remota ocasión, dirigentes estudiantiles, nos preguntamos ¿qué pasa con el líder estudiantil de hoy? La universidad tiene cifrada sus mejores esperanzas en la emergencia de una generación distinta, con peso propio, decidida y confiable para enrumbarnos hacia la libertad y la defensa de sí misma.Porque ante el común son la verdadera representación pura de los ideales libertarios de nuestra nación. No podemos olvidar que Venezuela libre existe, resiste y persiste.
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