En aquella primavera de 1968 en el país de las revoluciones se vivió el despertar de un movimiento estudiantil que revistió características que lo acercan a la doctrina libertaria. No todos los movimientos estudiantiles revisten el carácter que tuvo en Francia el movimiento de Mayo del 68 encabezado por un anarquista quien no aceptó nunca su carácter de líder del movimiento, por sus convicciones ácratas. Sin embargo, ocupó un sitio privilegiado en la conformación y empuje de dicho movimiento. Se trató de Daniel Cohn-Bendit, quien llegó a ser, incluso, expulsado de Francia.
El movimiento estudiantil de París en Mayo 1968 coreaba consignas anarquistas en sus manifestaciones. Ello se evidenció de la lectura de los grafitis, pancartas y volantes que ostentaron. Francia no volvió a ser la misma luego de aquel mes. El presidente Charles De Gaulle debió disolver el Parlamento y un año después anunciaba que de perder el referéndum renunciaría. Así lo hizo.
Desde hacía unos años, dice Daniel Guèrin, que había observado el comienzo de una revuelta libertaria entre los jóvenes franceses, con simpatía observaba las travesuras de los trabajadores jóvenes en conflicto con la sociedad. Estaban reñidos con la policía y los adultos. Eran los famosos “chaquetas negras”. Aparte de estos jóvenes antisociales, había observado que la juventud francesa, en general, no tenía lealtad con nadie. Su escepticismo no era separación o diletantismo, mucho menos nihilismo, sino un completo rechazo de los falsos valores de sus mayores, que eran los burgueses aferrados a la jerarquía y autoridad, o estalinistas, nuevos jesuitas, que obedecían ciegamente a los ciegamente obedientes.[1]
En el mes de mayo de 1968 la necesidad de cambios dio a luz, una serie de hechos que comenzaron con una huelga estudiantil en París, paralizaron parte del país y llevó a casi un colapso al gobierno del general De Gaulle. La mayoría de los manifestantes tenían banderas de izquierda, anarquistas o comunistas. La generalidad de los partidos de izquierda se distanció de los estudiantes y colaboraron con el gobierno y la policía para acabar con la revuelta. Muchos vieron la oportunidad de sacudir a la vieja sociedad en aspectos sociales que incluían métodos de educación, libertad sexual y el amor libre.
Sin dudas, el Mayo francés fue un momento revolucionario del siglo XX. Los intentos de la administración De Gaulle de acabar las huelgas solo lograron inflamar más la situación en las calles. Le siguió una huelga general por los estudiantes y a través de Francia por 10 millones de trabajadores.[2] Para los estudiantes, el ordenamiento de la enseñanza era un fósil heredado del feudalismo y debía ser reemplazado por un sistema democrático, abierto y no represivo.
De Gaulle se vio en la necesidad de crear operaciones militares para enfrentar el desorden, disolvió la Asamblea Nacional y llamó a elecciones parlamentarias el 23 de junio de 1968. El gobierno estuvo a punto de colapsar y De Gaulle, incluso, tuvo que refugiarse temporalmente en una base aérea alemana. El ministro de Educación, Alain Peireffite, presentó su renuncia. El 29 de mayo el presidente Charles de Gaulle confió a su amigo, el general Jacques Massu: “El país está paralizado, creo que debo retirarme. No soporto más esa efebocracia que se ha adueñado de las calles”[3].
De Gaulle pensaba en la necesidad de una reforma de la sociedad francesa y defendió la aplicación del concepto de participación. Decidido a reforzar el poder tras su éxito electoral, propuso un referéndum nacional sobre la regionalización y reforma del Senado, lo cual era en el fondo una aprobación a su política. Sus propuestas no fueron aceptadas y el 28 de abril de 1969 dimitió al poder. La manifestación de estudiantes abrió las puertas para su salida del gobierno.
En aquel momento expresó Daniel Cohn-Bendit: “Después de lo que hemos vivido durante este mes, ni el mundo ni la vida volverán a ser como eran”. París vivió una eclosión revolucionaria que puso en tela de juicio las bases del ordenamiento social vigente al momento. El modo de producción, la jerarquización, la familia, las costumbres sexuales. Las principales consignas del movimiento fueron: “La imaginación al poder”, “Seamos realistas, pidamos lo imposible”
El Mayo francés, tuvo un impacto mundial y las cosas, como se dijo, no volvieron a ser las mismas. Sus consignas ganaron la conciencia de millones de hombres y mujeres de todo el mundo y sus ideas iban a tener profunda influencia sobre las que tendrían vigencia durante la segunda mitad del siglo XX. En agosto del 68 hubo manifestaciones estudiantiles en México. Un desafío al gobierno de Díaz Ordaz. En octubre la matanza en Tlatelolco, cuando el ejército abrió fuego contra una organización estudiantil. La tragedia excedió lo imaginable y el presidente Díaz Ordaz fue denunciado incluso por la prensa gubernamental.
En opinión de Daniel Guèrin la juventud francesa era cada vez más anarquista. Opinaba que eran socialistas libertarios sin saberlo. Al ser anarquistas sin saberlo, esta juventud francesa rebelde tiene entre sus características el carácter inconsciente de su pensamiento o postura ácrata subyacente, lo cual les convierte en libertarios inconscientemente.
Pensamos que este señalamiento de Guèrin lo hace en contraste con la naturaleza pasada de moda, autoritaria y totalitaria del socialismo jacobino. Para este autor, el socialismo libertario lleva los signos de la juventud. Reafirma que la revolución de Mayo de 1968 vino a confirmar su predicción.[4] La llevaron a cabo los jóvenes, no solo los estudiantes sino jóvenes de la clase trabajadora a través de la solidaridad de su edad y su alienación compartida. Salieron a las calles a reclamar sus derechos. Tanto en la universidad como en las fábricas y sindicatos, la dictadura de los adultos se retó. Se retó a las autoridades universitarias, a los empleadores de las fábricas y a los jefes de los sindicatos.
Esta revolución fue profundamente libertaria en su espíritu y simbolizó el renacimiento del anarquismo tanto en Francia como en el mundo y con él, la pregunta a formularnos hoy sería si era aquella una revolución que apenas comenzaba. En todo caso, el Mayo francés, es una primavera para jamás olvidar.
El Mayo francés, sin lugar a dudas, ejerció un impedimento al autoritarismo. Lo enfrentó y se constituyó en un movimiento en rebelión frente al poder, el cual actuó con base en los ideales de solidaridad, libertad, característicos tanto del anarquismo como del neoanarquismo.
Creemos que este movimiento mostró la vigencia del pensamiento ácrata el cual se expresa hoy en movimientos neoanarquistas. Marcó innovaciones relevantes que influyeron a una porción importante del mundo. Nació de la sociedad civil estudiantil parisina y su influencia y cambios todavía perduran tanto en la educación, en los estilos de vida posteriores y en los estilos de la acción e influencia política. El movimiento Mayo 68 ofrece 53 años después esperanzas para pensar salidas a problemas políticos contemporáneos tales como los crecientes autoritarismos que siguen brotando por doquier. Hoy miramos con renovada ilusión al Movimiento San Isidro, emergido de la actual sociedad civil cubana, el cual permite en pleno siglo XXI albergar sueños de Libertad.
[1] Guérin, Daniel. Anarchism. Introduction by Noam Chomsky. New York, Monthly Review Press, 1970.
[2] Crónica del Siglo XX. Plaza & Janes Editores, S. A. España, 1986. P. 1005.
[3] Ibíd. Cf. P. 1005.
[4] Ibíd. Pp.144-154.