“Esta falsificación diaria del pasado, llevada a cabo por el Ministerio de la Verdad, es tan necesaria para la estabilidad del régimen como la labor de espionaje y represión que realiza el Ministerio del Amor”. George Orwell, 1984.
El relato es el mismo desde aquellos dolorosos acontecimientos que se produjeron en el país el 11 de abril de 2002, con el saldo aproximado de 20 personas asesinadas y un centenar de heridos. Idéntico el libreto del aparato propagandístico gubernamental durante 19 años, en el cual son descontextualizados y tergiversados los hechos, se oculta la responsabilidad de un Chávez victimizado, se incrimina con saña a la oposición y se coloca en primer plano un golpe de Estado en un mar de dudas y confusiones. Año tras año, por todos los medios, con una agresiva campaña publicitaria, el régimen se encarga de difundir de una manera distorsionada lo que dio origen y ocurrió en esa fecha y en los dos días siguientes. Sucesos tristes e indignantes de una cobarde masacre han sido transformados en una especie de gesta heroica. Días terribles de grandes pérdidas en lo humano aparecen convertidos en días de gloria, a fuerza de mentiras, cinismo y clichés, con descarada manipulación y abuso del poder.
Tal como lo afirmó en su libro Jorge Olavarría (Historia viva 2002-2003), se trató de una rebelión civil que estalló en Venezuela “en una magnitud y vastedad sin precedentes”, para exigir la renuncia de Hugo Chávez, dada su pretensión de querer implantar en el país un régimen neocomunista con la aprobación por decreto de 49 leyes en noviembre de 2001. Una gigantesca manifestación de calle en la ciudad capital que ese día del mes de abril, continuando con las acciones de protestas de días anteriores –mediante marchas y paros diversos– se pronunció contra el autoritarismo, los desafueros y la política de destrucción del país adelantada en ese entonces por Chávez, “con una revolución para la cual no había sido electo”. Las razones del malestar en la población que motivó ese rechazo es una de las tantas realidades ocultas en la versión oficialista del 11A.
Hay otras realidades que es necesario colocar sobre el tapete, si se quiere llegar a la verdad de lo que ocurrió ese trágico día. Una de ellas, el conocimiento que tenía Chávez de esa marcha a Miraflores antes de que la misma se iniciara desde la sede de Pdvsa en Chuao. Supo con bastante antelación que la misma estaba en camino de producirse. De eso no hay duda. Lo evidencia el hecho de que sus seguidores se atrincheraran armados desde un día antes en las inmediaciones del Palacio Presidencial para repeler a los manifestantes. No solo no actuó para evitar los enfrentamientos y los macabros resultados que todos conocemos, sino que ordenó la activación del llamado Plan Ávila para que el Ejército reprimiera con el uso de armas de guerra a los opositores.
También viene al caso lo que reveló Chávez años después en un “conversatorio” televisado con parte de su tren ministerial. Un importante documento testimonial para suponer la responsabilidad del jefe del Estado en esos acontecimientos del 11A. Allí el presidente, al hacer alarde de la vasta experiencia conspirativa que tenía acumulada hasta el año 2002, con capacidad para infiltrar a sus adversarios o enemigos y también para dejarse infiltrar estratégicamente por estos, fue bastante claro al afirmar que mucho antes del 11 de abril de ese año tuvo conocimiento del movimiento golpista posteriormente abortado en los dos días siguientes a esa fecha. Dicha aseveración da pie para pensar que el gobierno no actuó debidamente en ese entonces para evitar que la marcha del 11A tuviese el trágico desenlace que conocemos. Al parecer, más bien abonó el terreno para que tales acontecimientos fluyeran sin importar sus funestas consecuencias, con el interés político fundamental de contribuir a generar unas condiciones favorables tanto para abortar el presunto golpe de Estado, como para depurar y controlar el sector militar. ¿Algo parecido a un autogolpe? Las dudas continúan. En la supuesta renuncia del presidente, anunciada por Lucas Rincón, quizá podría estar la clave
Imposible que olvidemos lo que realmente ocurrió ese día, sobre todo para quien tiene la experiencia de haber recibido junto a otra profesora de la UCV disparos de bala a quemarropa por parte de infiltrados del régimen en esa extraordinaria marcha.
@eleazarnarvaez