Hoy, muchos somos los que soñamos con un nuevo amanecer para Venezuela. Nuestros corazones laten al unísono, cargados de esperanza y fe inquebrantable y lo más importante, sin un ápice de miedo. Nuestras plegarias diarias se elevan al cielo, anhelando las bendiciones merecidas para este pueblo tan maltratado, así como la libertad y la prosperidad que una vez conocimos y nos mantenía unidos, sin importar raza, color, religión o procedencia. Como dijo el Libertador Simón Bolívar: «Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción», y creo que el error ya está pagado, porque haber votado (quienes lo hicieron) por Hugo Chávez, un militar, cantinero, paracaidista y sin educación alguna, nos trajo a la más inmensa oscuridad que se empantanara después con Maduro y su séquito de incapaces. Eso va quedando atrás, ahora los venezolanos de buena voluntad nos alzamos como un pueblo informado y unido, cada uno con un plan para reconstruir nuestra nación con emoción y esfuerzo genuino.
En 1989, Venezuela era un faro de progreso en América Latina, con un PIB per cápita de 8.357 dólares y una tasa de pobreza del 31,3%. Hoy, tras años de crisis, nos encontramos ante el desafío de superar una contracción económica del 75% y una tasa de pobreza que alcanzó 94,5% en 2021. Sin embargo, el espíritu indomable del venezolano persiste y no hay venezolano que no cierre los ojos y recuerde como hace 7 años, muchachos pobres con escudos de cartón soñaron devolver la libertad para todos y fueron asesinados como Neomar Lander.
Visualizamos con heridas profundas en nuestros corazones, un futuro próximo donde nuestras ciudades se transformarán en modelos de innovación y sostenibilidad, emulando las smart-cities de Singapur. Imaginamos la recuperación de nuestros ecosistemas, como el Parque Nacional Canaima, hogar del majestuoso Salto Ángel, preservando su belleza natural mientras fomentamos un turismo responsable. Ya podemos ver cómo va llegando la hermandad que tanto soñamos, muy alejada al resentimiento y continuo enfrentamiento que quisieron se impusiera. Los venezolanos somos fe, somos amabilidad y buen humor y esos serán motores que nos llevan desde ya al horizonte donde se puede tocar lo merecido.
El renacimiento de la abundancia
La recuperación económica de Venezuela se perfila como un fénix que emerge nuevo, desde sus cenizas. Tomando inspiración de líderes visionarios como Javier Milei en Argentina y Nayib Bukele en El Salvador, para poder también vencer en 2 años, el Tren de Aragua o cualquier pranato implementaremos políticas de seguridad como las que se implementan contra los maras en El Salvafdor. También, ya existe un proyecto país, llamado Tierra de Gracia, donde se han contemplado políticas económicas audaces y efectivas que nos llevaran a ser ese Hub energético que tantas veces ha resaltado Maria Corina Machado que seremos. Precisamente bajo el liderazgo de María Corina y Edmundo González Urrutia, y con el asesoramiento de grandes hombres como el Embajador Diego Arria y economistas de renombre como Miguel Rodríguez, Venezuela adoptará un modelo económico que combine el libre mercado con una gestión fiscal responsable, además de la responsabilidad social del sector empresarial. Se establecerá un Banco Central verdaderamente independiente, enfocado en mantener la estabilidad monetaria y combatir la hiperinflación que ha azotado al país hasta llevar a los venezolanos a comer sobras de la basura.
La industria petrolera, otrora joya de nuestra economía o, “joya de la corona” como la llama el gran venezolano Humberto Calderón Berti, será revitalizada. Pdvsa se transformará en lo que fue, una empresa eficiente y transparente, capaz de competir a nivel global gracias a la meritocracia, la gestión de la Gente del Petróleo que hoy añora regresar y como todos, volver a empezar, pero no en tierra ajena. Esto no nos hace perder el foco de ser conscientes de la necesidad urgente que tenemos de diversificar nuestra economía, con el impulso de sectores como la agricultura, el turismo y la tecnología e incluso la industria del entretenimiento, como lo ha hecho Corea del Sur y como lo hicimos en los años ochenta y noventa, cuando las telenovelas venezolanas se veían y traducían a más de 30 idiomas.
La inversión extranjera tendrá un papel crucial en nuestra recuperación. Empresarios visionarios como Elon Musk verán en Venezuela un terreno fértil para la innovación. Imaginemos las oficinas de «X», la multiplataforma con wallet integrada de Musk, estableciéndose en nuestras zonas industriales renovadas, generando empleos y atrayendo talento global. Imagino también que podremos lograr un plan de recuperación como ya lo tiene pautado Ucrania o como el Plan Marshall después de la Segunda Guerra Mundial.
El retorno de los talentos
La diáspora venezolana, estimada en más de 8 millones de personas, ha sido una de las consecuencias más dolorosas de nuestra crisis. Sin embargo, en esta nueva etapa, veremos el retorno masivo de nuestros compatriotas, trayendo consigo experiencias, conocimientos y una perspectiva global que enriquecerá nuestra sociedad sin duda alguna.
Implementaremos programas de repatriación que facilitarán el regreso de los venezolanos en el exterior. Ofreceremos incentivos fiscales, apoyo para la reintegración y oportunidades laborales atractivas. El objetivo es no solo recuperar a nuestros talentos, sino también atraer inversión y conocimiento de la diáspora.
La educación será la piedra angular de nuestro renacimiento. Revitalizaremos nuestro sistema educativo, una vez considerado uno de los mejores de América Latina. Las escuelas públicas volverán a ser centros de excelencia, equipadas con tecnología de punta y docentes altamente capacitados.
Restableceremos programas emblemáticos como las becas Gran Mariscal de Ayacucho, permitiendo a nuestros jóvenes más brillantes formarse en las mejores universidades del mundo. Al mismo tiempo, fortaleceremos nuestras instituciones de educación superior, convirtiendo a Venezuela en un hub educativo regional.
Un futuro brillante y sostenible
La Venezuela que estamos construyendo gracias a la fuerza ciudadana no es solo un sueño, es una realidad en formación. Nuestras ciudades se transformarán en smart cities y también en urbanizaciones inteligentes que tendrán plantas de energía propias por cualquier contingencia, así como un internet (IoT) que harán que vivamos de manera cómoda, pero sobre todo seguros, algo que se lograra combinando tecnología de punta con nuestra rica herencia cultural y con la gran tolerancia y respeto que nos caracteriza. Imaginen Caracas en el 2025 y más allá, con un sistema de transporte público eficiente y ecológico, bicicletas, ciclovías, edificios inteligentes que optimicen el uso de energía, y espacios públicos verdes que mejoren la calidad de vida de todos los ciudadanos. También, con un río Guaire saneado y un sistema de agua tan eficiente que no haya un venezolano que se quede sin acceso al vital líquido.
Las escuelas públicas de calidad serán el cimiento de nuestra sociedad renovada. Cada niño venezolano, sin importar su origen socioeconómico, tendrá acceso a una educación de primer nivel. Implementaremos programas de educación digital, asegurando que nuestros jóvenes estén preparados para los desafíos del siglo XXI.
Sin embargo, en medio de esta transformación, nunca olvidaremos quiénes somos, qué hemos aprendido, cómo hemos cambiado. Nuestra venezolanidad, esa mezcla única de alegría, resiliencia y creatividad, seguirá siendo nuestra mayor fortaleza. Conservaremos nuestras tradiciones, desde la gastronomía hasta nuestras expresiones culturales, integrándolas armoniosamente con la modernidad que se abre paso. Por ejemplo, El Rey del Pescado en La Guaira seguirá siendo un ícono, pero ahora rodeado de un ecosistema marino revitalizado y protegido para que los caraqueños, con un sistema de transporte de trenes ultrarrápido, con el Metro optimizado, pueda llegar en 30 minutos a las mejores playas y disfrutar de nuestro pedacito playero de Tierra de Gracia. Nuestras playas, siempre bellas, desde Morrocoy hasta Los Roques, serán ejemplos de turismo sostenible, atrayendo visitantes de todo el mundo.
Si Dios quiere, también viviremos en una América unida, donde desde Alaska, hasta Tierra del Fuego, un tren unirá continentes y corazones, con Venezuela como parada obligatoria. Este proyecto ambicioso simbolizará nuestra conexión con el mundo y nuestro papel como puente entre naciones.
La Venezuela del mañana será un país donde la honestidad, el trabajo duro y la innovación serán recompensados. Donde nuestros niños crecerán sin miedo, con la certeza de que sus sueños pueden hacerse realidad en su propia tierra. Donde la familia venezolana, ahora reunida, podrá disfrutar junta de los frutos de nuestro renacimiento nacional.
Este es nuestro momento. Juntos, reconstruiremos el paraíso que es Venezuela, creando un legado de prosperidad para las generaciones futuras. El mundo mirará con asombro cómo, de las cenizas de la adversidad, surge una nación renovada, vibrante y llena de esperanza. Esta es la Venezuela que merecemos, y esta es la Venezuela que, unidos, construiremos desde el 28 de julio, día en que todos defenderemos nuestro voto.
Como dijo Bolívar: «La unión es lo que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración». Hoy, esa unión de la venezolanidad que somos nos llevará a la grandeza que merecemos. Y, hasta el final es hasta que seamos eternos como Bolívar, Miranda y los Libertadores de América.
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