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Reconstruir mejor en el ámbito de la alimentación y la agricultura

Por QU Dongyu
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Mientras los efectos de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) se ceban en la salud y el bienestar humano en todo el mundo, no hay que olvidar el imperativo de producir alimentos saludables y garantizar el acceso a ellos para todos y cada uno de nosotros. Los sistemas alimentarios que deben proporcionar sustento diario a todos los seres humanos del planeta se ven amenazados por la pandemia. Si queremos evitar la que podría ser la peor crisis alimentaria en la historia moderna, necesitamos una cooperación internacional sólida y estratégica de extraordinaria magnitud.

Incluso antes de la pandemia, los sistemas alimentarios y la seguridad alimentaria mundiales estaban sometidos a la presión de numerosos factores, como las plagas, la pobreza, los conflictos y los efectos del cambio climático.  Según el último informe de la FAO sobre El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, en 2019 cerca de 690 millones de personas, esto es, casi una de cada 10 personas en el mundo, padecían hambre. La pandemia de la COVID-19 podría empujar al hambre crónica a otros 130 millones de personas en todo el mundo para finales de 2020. Asimismo, en 2019 había 3.000 millones de personas que carecían de acceso a dietas saludables y sufrían otras formas de malnutrición.

Debido a la pandemia y las medidas de contención conexas, hemos experimentado ya perturbaciones en las cadenas mundiales de suministro alimentario, escasez de mano de obra y pérdidas de cosechas. En la actualidad, estamos observando demoras en la temporada de siembra. Hay alrededor de 4.500 millones de personas cuyos empleos y medios de vida dependen de los sistemas alimentarios. Esas personas trabajan para producir, recolectar, almacenar, elaborar, transportar y distribuir alimentos destinados a los consumidores, así como para alimentarse y alimentar a sus familias. La pandemia ha puesto en peligro 35% del empleo en los sistemas alimentarios, siendo la tasa de repercusión en las mujeres aún mayor.

Los efectos de esta realidad son tanto inmediatos como de amplio alcance. Juntos podemos, y debemos, limitar los efectos perjudiciales de la COVID-19 en la seguridad alimentaria y la nutrición. Simultáneamente, debemos transformar nuestros sistemas alimentarios para lograr un futuro más resiliente y equitativo. Para reconstruir mejor.

Desde el principio mismo de la pandemia, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha apoyado activamente a los países y los agricultores para trabajar en la búsqueda de soluciones ampliables y sostenibles que contribuyan a garantizar una alimentación nutritiva para todos. Esto constituye la base del FAO COVID-19 Programa de Respuesta y Recuperación , que establece siete esferas de acción prioritarias. No obstante, para catalizar estas soluciones y tomarlas como base, no basta seguir actuando como hasta ahora. Los tres cambios estratégicos siguientes deben orientar nuestra respuesta colectiva.

En primer lugar, necesitamos mejores datos para tomar mejores decisiones.

Las respuestas oportunas y efectivas a los efectos de la COVID-19 dependen de saber exactamente donde y cuando se requiere apoyo, así como la mejor forma de proporcionarlo. Esto supone ampliar la labor en cuanto a los datos, la información y el análisis y adoptar un enfoque ascendente.

La FAO está adaptando y mejorando con rapidez los métodos de recolección de datos en los planos nacional, regional y mundial, en respuesta a la perturbación de los procesos de recolección de datos causada por las medidas de distanciamiento físico para contener la pandemia. Por ejemplo, la Organización ha puesto en marcha recientemente el Laboratorio de datos de la FAO para ofrecer datos en tiempo real sobre los precios de los alimentos y análisis de opiniones. Hemos desarrollado asimismo la Plataforma de datos geoespaciales de la Iniciativa Mano de la Mano, que ofrece más de 1 millón de capas geoespaciales para ayudar a priorizar las intervenciones dentro de los países. Estas capas facilitan conjuntos de datos visuales a fin de proporcionar alertas tempranas mundiales sobre posibles puntos críticos que se pueden ver afectados por condiciones meteorológicas adversas y sobre su evolución con el tiempo.

En segundo lugar, debemos aumentar drásticamente la sinergia de nuestras acciones colectivas.

La crisis de la COVID-19 no solo nos exige que nos unamos, sino también que actuemos al unísono como nunca antes. Reunir todos los datos, esfuerzos y recursos disponibles para una acción sinérgica será fundamental con miras a lograr una respuesta y recuperación integrales, como lo será también la colaboración para promover la inclusión económica, el comercio agrícola y sistemas alimentarios sostenibles y resilientes, prevenir futuros brotes de zoonosis ―es decir, enfermedades transmitidas a los seres humanos por animales― y asegurar una acción humanitaria coordinada.

La pandemia está generando ya una repercusión sin precedentes en el comercio mundial y regional y se prevé que en 2020 el comercio mundial de mercancías disminuya hasta 32 %[1]. A diferencia de cualquier otra crisis alimentaria o sanitaria en épocas recientes, los efectos de la COVID-19 están provocando perturbaciones de la oferta y la demanda en los planos nacional, regional y mundial, lo que está dando lugar a riesgos inmediatos y a más largo plazo para la producción y la disponibilidad de alimentos. Debemos garantizar el cumplimiento de los requisitos comerciales y mejorar la eficiencia en el transporte de bienes a través de las fronteras.  La FAO pretende facilitar y aumentar el comercio agrícola y alimentario internacional, con especial atención al comercio intrarregional.

Además, para la prevención de futuros brotes de zoonosis se precisa coordinación entre las partes interesadas de todos los sectores pertinentes. Se incluye aquí el sector sanitario, así como la gestión nacional y local de los recursos naturales y el desarrollo rural, a fin de hacer frente a posibles brotes en puntos críticos de alto riesgo. Para responder a estas necesidades, la FAO y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han fortalecido recientemente el Centro Conjunto FAO/OMS. Este centro alberga la Comisión del Codex Alimentarius y agrupa a expertos en enfermedades zoonóticas de la FAO, la OMS y otros asociados y mecanismos de coordinación mundiales con objeto de fomentar capacidades en los países para predecir, prevenir y controlar las amenazas zoonóticas.

Una respuesta alimentaria y agrícola eficaz a la pandemia exige también una acción humanitaria conjunta, en particular para mejorar los medios de vida de los pequeños productores y los agricultores familiares vulnerables. Debemos aumentar de forma cuidadosa y adecuada la colaboración y las asociaciones entre las entidades de las Naciones Unidas y entre estas, el sector privado, la sociedad civil y los agentes locales clave. Solo si trabajamos todos codo a codo para lograr mayor coherencia y eficacia, podremos tener éxito sobre el terreno.

En tercer lugar, debemos acelerar la innovación.

Las nuevas estrategias de inversión, tecnología digital e innovación de las infraestructuras son esenciales para obtener mejores datos, aumentar la eficiencia en la producción de alimentos y proporcionar acceso a los mercados. A este respecto, existen numerosas soluciones en el sector privado que podrían resultar de gran utilidad a gobiernos y organizaciones internacionales, los cuales pueden ajustar sus métodos basándose en el planteamiento centrado en la innovación y orientado a los resultados del sector privado.

La prevención de crisis alimentarias no puede esperar a que finalice la crisis sanitaria, ni podemos pretender simplemente volver a los niveles inaceptables de hambre e inseguridad alimentaria que se registraban antes de la pandemia. La FAO pone a disposición del mundo su poder de convocatoria, datos en tiempo real, sistemas de alerta temprana y conocimientos técnicos especializados. Juntos podemos ayudar a los más vulnerables, prevenir nuevas crisis, aumentar la resiliencia ante las perturbaciones y acelerar la reconstrucción de nuestros sistemas alimentarios.

Juntos podemos garantizar un futuro en el que todo el mundo disfrute de una nutrición adecuada. Les invito a unirse a nosotros y ser parte de la solución.

[1] Organización Mundial del Comercio (OMC).

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