¿Cómo hacer desaparecer una moneda usándola?

La semana pasada “bajé” el reporte de la Unidad de Inteligencia de la publicación británica The Economist titulado “BRICS + impacto: aplausos y críticas” (BRICS + impact: Plaudits and brickbats).

Como ustedes saben, «BRICS» es el acrónimo que designa las economías nacionales emergentes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, quinteto que ahora se ha ampliado con la inclusión de Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Argentina, Irán, Etiopia y Egipto.

Para aprovechar espacio, asumiendo que ustedes conocen algunos pormenores ya publicados en los medios digitales, y con la finalidad de entrar directo en detalles, les informo que dicho reporte aborda cuatro puntos y en este artículo me referiré al último allí planteado: la llamada “desdolarización”.

De acuerdo con lo expresado por The Economist, la ampliación de los BRICS ha dado un nuevo impulso al debate en torno a la posible desdolarización del sistema financiero mundial. China, Rusia y Brasil son los principales defensores de desplazar al dólar estadounidense de su papel de liderazgo en la facilitación del comercio y la inversión internacional pero, lo cierto y comprobable del caso, es que están logrando muy poco, por no decir nada.

Afirma The Economist que, según el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), el dólar estadounidense participa en casi el 90% de las transacciones de divisas y en el 85% de las transacciones en los mercados al contado, a plazo y de permutas. De hecho, alrededor de la mitad de todo el comercio mundial está denominado en dólares estadounidenses.

El final del viaje bien podría ser el surgimiento de un mundo multipolar, donde el dólar estadounidense domina en América, el euro en Europa y el renminbi chino en Asia. Sin embargo, este resultado tardaría décadas en materializarse, tiempo durante el cual el dólar estadounidense seguirá siendo la moneda de reserva mundial. La cuota de mercado dominante del dólar estadounidense en las transacciones financieras internacionales y el hecho de que tantas personas confíen en dicha moneda, especialmente en tiempos de crisis, tardarían mucho en erosionarse.

¿Y qué pasaría si más países son aceptados en la alianza BRICS? Pues nada. Una declaración publicada al final de la cumbre de los BRICS, en Johannesburgo, no mencionó una moneda común de los BRICS y en cambio se centró en la compensación bilateral, destacando la importancia de «fomentar el uso de monedas locales en el comercio internacional y las transacciones financieras entre los BRICS, así como entre sus socios comerciales”. Adicionalmente, la declaración animaba a “fortalecer las redes de banca corresponsal entre los países BRICS y permitir las liquidaciones en monedas locales”. En consecuencia, los miembros del BRICS seguirán presionando para que, en la medida de lo posible, se realicen transacciones modestas en monedas locales entre sus homólogos.

Por cierto el volumen diario de transacciones (net-net basis donde la base no es 100% sino 200%) para abril de 2022 y para China era de 7,0%, para Brasil era de 0,9% y para Rusia era de apenas 0,2%. Si consideramos los once países actuales, el volumen de transacciones diarias (net-net) de los mismos conforman apenas el 13,6% (BIS, Monetary and Economic Department, «Triennial Central Bank Survey of OTC Foreign Exchange turnover in April 2022». 27 october 2022).

Todo este tema de los intercambios en alianzas comerciales con monedas locales, pasa por tener una referencia de valor que permita la compensación. Eso me recuerda al Sucre (Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos), aquella unidad de cuenta y de valor que utilizaba la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), unidad expresada en términos del dólar norteamericano. De hecho, cuando entró en vigencia, por allá por 2010, su valor inicial asignado fue de 1,25 dólares norteamericanos. En consecuencia, si bien se estimula a no utilizar el dólar norteamericano la ironía reside en que su valor es utilizado como referencia en la compensación.

Retomando a The Economist, la publicación afirma que las ambiciones de desdolarizar de los miembros del BRICS, recibirían un gran impulso si es el caso y Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos acuerdan cambiar a monedas distintas al dólar para su comercio petrolero, específicamente vendiendo petróleo a China en renminbi y a la India en rupias, que son los dos mayores mercados compradores de la región.

Sin embargo, tanto Arabia Saudita como los Emiratos Árabes Unidos han resistido hasta ahora la presión para hacer el cambio; parecen reacios a desestabilizar aún más las relaciones con Estados Unidos y socavar las garantías de seguridad que reciben de Estados Unidos, o perturbar sus propias economías, que están estrechamente vinculadas al sistema del petrodólar y a las vinculaciones monetarias con el dólar. En el caso de Irán, no habrá cambios, ya que las sanciones significan que los compradores actuales de sus productos energéticos ya pagan en monedas distintas al dólar. Se dice que China, el mayor comprador de petróleo iraní, paga en renminbi.

Los productos energéticos ocupan un lugar especial en el sistema internacional, y la membresía ampliada del BRICS controlará entre el 40% y el 50% del suministro mundial de petróleo. Dado que Venezuela ha manifestado su aspiración a incorporarse al New Development Bank (NDB) de los BRICS y The Economist no lo menciona pero lo menciono yo, la producción de Venezuela para agosto de 2023 fue de tan solo 820 mil barriles por día según las fuentes denominadas “comunicación directa”, en el Boletín OPEP de septiembre 2023, producción que no llega siquiera al 1% de la producción mundial finalizado 2022, de casi 94 mil millones de barriles por día, según el Energy Institute.

El caso es que el capital social del NDB del BRICS está suscrito y pagado en dólares norteamericanos: el suscrito es de 100 mil millones de dólares norteamericanos y el pagado, por sus cinco miembros originales es, de 10 mil millones de dólares del imperio. Para el 31 de diciembre de 2021, el balance del NDB mostraba que su cartera de préstamos era un poco más de la mitad (56%) de su total activo que montaba para esa fecha a casi 25 mil millones de dólares.

Entonces, hágase usted la siguiente pregunta, amigo lector: ¿Cuál es la razón por la cual el activo de este nuevo banco de desarrollo no contiene préstamos en renminbis, rupias, rublos, rands o reales brasileños?

La respuesta es sencillita: dado que el volumen de divisas over the counter (OTC) para el dólar norteamericano es de 88,5% (net-net basis) y, además, pasivo y patrimonio del NDB están en moneda norteamericana, si es el caso y presta en monedas débiles incurriría en un riesgo mortal denominado descalce monetario, mismo que ocurre cuando se tiene una moneda débil en el activo y una fuerte en el pasivo y patrimonio. Si se ignora eso y también se ignora que los bancos son inherentemente inestables, entonces al NDB le pasaría lo mismo que a los surcoreanos con la crisis del won en 1997 y a los argentinos con la crisis de su peso en los años 2001 y 2002.

La cuestión de la desdolarización produce más bien asombro: este grupo de países intenta vendernos la idea de que van a erosionar o hacer desaparecer la influencia del dólar norteamericano utilizando para ello, intensivamente, al mismo dólar norteamericano o bien como capital aportado o bien como unidad de referencia y valor. Subrayo valor.

Así, cuando cualquiera pregunta: ¿Que son los BRICS? Sin deshonrar la verdad uno puede responder: “Es un grupo de países, originalmente de cinco y ahora de once, que se han asociado para reconocer -y utilizar- el poder del dólar norteamericano en el mundo, pero para sus propios intereses”.

 


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