Hasta el día de hoy son muy pocas las propuestas programáticas de los precandidatos a la presidencia. Con pocas excepciones los discursos se agotan en generalidades bastante compartidas por casi todos. Los equipos que los acompañan parecen más interesados en descalificar a los otros que en levantar banderas sobre temas concretos que pudieran ser útiles. No se trata de “ideologizar” la lucha, pero sí de establecer parámetros que puedan generar coincidencias concretas o establecer diferencias que ilustren al electorado sobre los propósitos de cada aspirante.
En esta oportunidad me referiré a la descentralización de la vida pública en general y del ejercicio del poder en cada instancia de la administración. A pesar del empeño que algunos hemos sostenido para alcanzar metas concretas en este campo, podemos decir que actualmente tenemos una especie de “descentralización centralizada”. No basta con la elección directa y secreta de los gobernadores y alcaldes sin transferencia de competencias específicas permanentes, sin el riesgo de que por razones políticas o de cualquier orden puedan ser suspendidas las existentes. Hay muchos ejemplos que pueden ilustrar la materia.
Aspiro a que todos los candidatos asuman la descentralización en términos prácticos. Uno de ellos puede ser la municipalización fortaleciendo al máximo la autoridad y competencias de los alcaldes y de los concejos municipales. Tengo la seguridad de que el pueblo elector en general prestaría mucha atención a la elección del alcalde en cada circunscripción y de cada aspirante a concejal. Sería muy cuidadoso en una escogencia que, por esta vía, pudiera acercarnos más a la municipalización.
El mundo democrático está lleno de ejemplos que pueden ser de buena ayuda. Tanto en este continente como en la Europa occidental que cada día amplía más su influencia y poder. Lamentablemente en Venezuela caminamos en la actualidad en sentido y dirección contraria. Se trata de algo mucho más trascendente que el simplismo de reducir todo a una lucha entre socialistas y capitalistas. Aunque exista, el tema de la municipalización puede servir para abrir un campo enorme de coincidencias para el bien de todos.
Para que el objetivo de la refundación de la República sea una realidad tenemos que trabajar en esa dirección. Lo ideal sería lograrlo mediante un proceso constituyente verdaderamente originario como ha sido propuesto. La discusión está centrada en las posibilidades de realizarlo mientras el régimen actual exista. De ser válida esta apreciación, entonces la obligación será la de trabajar sin descanso para ponerle punto final y empezar la reconstrucción anhelada.
Bajo la coordinación directa de los gobernadores en cada estado, los alcaldes y concejales serían los depositarios del poder real. Mañana es tarde. El tiempo pasa y no se devuelve. Es como el agua de los ríos. No regresa.
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