OPINIÓN

Rebootman

por Héctor Concari Héctor Concari

Películas Rusia Warner Bros

¿Qué tan oscura puede llegar a ser una película de  Batman? El hombre murciélago comparte con su principal competidor –Superman- un trauma original que lo impulsa a defender la justicia. Pero a diferencia del exiliado de Krypton, obligado  moralmente a usar sus poderes para el bien, el trauma de Batman es terrenal y cotidiano. El primero es, por lo tanto, un ser diurno, un exhibicionista de sus poderes, que usa y lleva con orgullo. Batman, por el contrario, ha sido víctima del hampa. Hace de justiciero, pero en el fondo es un vengador de sus padres asesinados. Y, se sabe muy bien, no hay peor vengador que una víctima. Es un ser de la noche, cuyo sustrato es, como en todo vengador, profundamente perverso. En la serie de los sesenta este humus estaba opacado. Bruce Wayne y su alter ego eran los ayudantes ad honorem de la torpe policía de Ciudad Gótica y, en un universo bipolar, estaban claramente del lado de la luz, con tenues alusiones al hecho de sangre que originó al superhéroe.

Las cosas cambiaron en 1989, con la versión de Tim Burton, porque Batman entraba de lleno en el universo tortuoso del exdibujante de cómics. Y tanto su pasado como el pasado de sus villanos lo alejaban de la caricatura para instalarlo en el imaginario de la posguerra fría como lo que en el fondo era. Un “vigilante” en la jerga americana, un murciélago parapolicial que se tomaba la ley en sus manos, un ser del cual tanto la policía como la población desconfiaba. La saga se estiró por cuatro entregas de las cuales las dos primeras (dirigidas por Burton) son rescatables. Luego fue degradándose a pesar de los cambios de actor principal (Val Kilmer, George Clooney) o de la aparición de Robin y la Batichica en su último y desesperado intento por sobrevivir. La Warner, sabiamente, canceló la serie. En 2005, Christopher Nolan la revivió con tres películas que, una vez más, explotaban el lado oscuro del personaje, esta vez insinuando que sus impulsos vengadores no eran otra cosa que la cristalización individual de una Ciudad Gótica medularmente corrupta. La saga estaba muy bien concebida por los hermanos Nolan y se difuminó en varias entregas en las cuales Batman, sus colegas y sus villanos se peleaban a dentelladas por la adhesión del público. Son, la verdad, bastante olvidables, pero las franquicias deben ser explotadas hasta el final.

Llegamos así al casi pospandémico 2022, y otro “reboot” se hace obligatorio, en especial porque minutos  antes del contagio planetario uno de sus villanos, acaso el más famoso, el Joker,  se había alzado con un rol protagónico, una actuación de antología, un Oscar y un sinnúmero de premios internacionales. Un desafío del hampa y una llamada para que el murciélago reapareciera.  El nuevo Batman tiene una audacia inicial y es precisamente la de evitar en su primera entrega la tentación de poner al Joker como villano. Lo suplantan un travieso Acertijo, un Pingüino en precalentamiento para la secuela y una Gatúbela que salta la talanquera al bando de los buenos. Y la película funciona, a pesar de sus tres horas de duración, porque el libreto sabe graduar las escenas de acción, impecablemente coreografiadas, insertándolas en una atmósfera  siniestra. La de una corrupta e irredimible Ciudad Gótica. Batman chapotea en ella y está cada vez más lejos del vengador infantil de los sesenta o, para el caso del caballero con un pie en la noche de los ochenta, llamado a la luz por la bella Kim Basinger. Porque el mundo se ha vuelto más chico y más frágil y Batman, con él, no puede sino hundirse en la oscuridad, dejándose seducir por otra criatura de la noche. La no menos bella Zoe Kravitz. Tampoco es ocioso que, hasta su desenmascaramiento, el Acertijo abandone los colores chillones de sus antecesores (Frank Gorshin en la serie, Jim Carrey en Batman para siempre, 1995) para usar un traje negro que lo hermana con Batman. O que Gatúbela, siempre sensual, haga explicito su amor o interés por Batman, para no hablar del Pingüino, un irreconocible Colin Farrell.

Ahora bien, no debiéramos olvidar que, antes que una película, este es el primer ladrillo de una saga que –franquicia obliga- se prolongara por unos cuantos años y entregas. Como en las anteriores, este es un primer round de estudio, un suculento abrebocas que la taquilla parece estar digiriendo con particular apetito. Probablemente el interés de la saga tenga mucho más que ver con los villanos que con el personaje central del cual queda poco por explorar. Pero como decía, el hoy olvidado Gorbachov, “el futuro dirá…”

Batman (The Batman). Estados Unidos 2022. Director Matt Reeves. Con Robert Pattinson, Zoe Kravitz, Paul Dano, Colin Farrell.