La Constitución es como un libro sagrado que presenta calendarios para todos los eventos políticos que puedan ocurrir en nuestro país. Iniciado el año 2022, hay fechas que, por una parte, suscitan el ingenuo entusiasmo de muchos dirigentes que obran de buena fe, los que lo hacen por conveniencia política y, por la otra, afilan las garras del régimen que cuenta con su ejército de aliados. Por ejemplo, las fechas de elección presidencial, alcaldes y gobernadores, siempre alborota el avispero de la oposición, confundiéndola, extraordinariamente, porque, de manera inevitable, se junta el trigo con la cizaña. Algo semejante ocurre con las fechas del revocatorio del mandato presidencial. Revocatorio que, en lo que va de este siglo, ha sido un juguete para Hugo Chávez y Nicolás Maduro. De no reconocerlo, el proceso de 2003-2004 y el de 2016-2017 les pasa de largo a una dirigencia que se niega rotundamente a aprender de su propia experiencia; negación tan persistente que provoca serias sospechas de colaboracionismo.
El tema del revocatorio y sus seguidores nos muestra una verdad que asusta por su gigantesco tamaño, pues es un tema que nos divide más de lo que ya estamos. Sé de las diligencias que varias personas están haciendo, desde hace prácticamente un año, para montar el proceso en este 2022, pero olvidaron un paso muy importante: articular el consenso. Entonces, ¿no dio tiempo para hacer una tarea tan básica? Sé de quienes fueron a visitar uno que otro partido opositor para exponer la idea, incluyendo a los más radicales, en una sola oportunidad. No abrieron un juego político donde cupiese el debate del revocatorio. Sobre todo en un contexto en el que hay quienes, directamente, ya trabajan para la candidatura presidencial de 2024, sintiéndose los eternamente ungidos para ello aunque se nota que les pega la edad aún para el que se cree el muchacho de la partida. Mal punto de partida: un revocatorio que divide. ¡Claro está!, ya saltan de alegría los que se han aliado al régimen para su jugarreta, y lo vemos en las alocuciones presidenciales con gran jocosidad. Les importa un comino venderle poco a poco el país al régimen porque reciben sus buenos reales. Y una campaña, sea electoral, sea revocatoria, sea lo que sea, significa entrada de billetes al ruedo.
La segunda y no menos descomunal verdad, fácil de despachar, es que se le pide revocar el mandato de quien no es reconocido como presidente. Por muy maquiavélicos o pragmáticos que nos digamos, es todo un contrasentido moral, ético y político. Al respecto, huelgan los comentarios. Pero el colmo, la tercera verdad, es que no reconozcan las condiciones tan desfavorables para un proceso revocatorio ahora, en 2022, abierta la inútil ilusión del estado Barinas. Recordemos entre 2003 y 2004, Enrique Mendoza, por entonces gobernador del estado Miranda, lideraba a la oposición, como hoy nadie lo hace, añadido Juan Guaidó. Estaban recientes las consabidas e inmensas movilizaciones que incluyó las del paro petrolero, y todavía quedaba prensa libre, como tampoco la hay hoy: si de movilización se trata, lo de Barinas es una cosa marginal, un dato más. Sobra comentar lo del proceso 2016 y 2017: teniendo el control de la Asamblea Nacional, se fueron a negociar con un régimen que se burló de nuevo de ellos y de todos nosotros.
Una cuarta verdad es la del revocatorio como un fenómeno impulsado desde los grandes laboratorios de redes: expertos en los teclados que se han dado a la tarea de querer dirigir la política venezolana, algunos con buenas intenciones y otros teledirigidos por aquellos que no son capaces de exponer ante la opinión publica sus ideas y, así, mantenerse en su esquema de neutralidad ante temas de gran conflictividad. Y, por supuesto, los laboratorios gubernamentales que intentan, por debajo de cuerda, dirigir el camino opositor a su conveniencia para mantenerse más tiempo en el poder, dividiendo y sembrando la semilla de la discordia.
Esta realidad es la que se nos presenta a inicios de 2022. Una realidad que busca a Dios por los rincones y que no enfrenta uno de los problemas medulares que la señalan: la verdadera falta de unidad. Vemos a diario como distintos sectores que adversan o dicen adversar al régimen actual, y no son capaces de buscar el mínimo acercamiento entre ellos, porque todos dicen tener la verdad de las circunstancias; sin embargo, la realidad nos ha demostrado lo contrario. Como ejemplo va a unos comicios y no va a otros, perdiendo credibilidad ante la opinión pública. Hemos pasado veinte dos años en la lucha por la razón mientras los ciudadanos han resistido, insistido y persistido en señalar el camino. En mi humilde opinión, la respuesta es concentrarnos en la construcción de una verdadera y sólida unidad que de coherencia y resultados positivos y contundentes en los próximos dos años, para enfrentar el verdadero reto que nos espera, sin duda alguna, en el año 2024.
@freddyamarcano