Yo voto porque paso a paso, se ha ido recuperando la confianza de los venezolanos en el voto.
Porque el voto es un arma moralmente superior a los fusiles.
Porque el voto es más eficaz que los fusiles de los milicos.
Porque soy antichavista desde el 92 del siglo pasado, y antimilico desde que tengo uso de razón.
Porque contra la anomia «oficial» -en sus dos acepciones- vale la pena el esfuerzo por Venezuela.
Porque mi voto no depende de un hombre, que no dura para siempre, sino de un pueblo, que sí.
Porque mi voto es importante, si no valiera nada, NO se lo robaran. Y el CNE no permitiera tantas trapisondas para confundir e impedir la observación o veeduría internacional.
Ni brazaletes ni risas risueñas de rectores nos harán desistir de la firme voluntad de votar e iniciar el cambio que Venezuela demanda.
Porque es una forma, además, de demostrar el fraude que cometen los delincuentes electorales. Y porque el voto es mi fusil, mi arma civil y funciona.
Porque no choreo ni saqueo ni firmo por choros. Yo voto, no convoco a delinquir. Devoto del voto soy.
Yo voto porque es una oportunidad más y la verdad no sé si sea la última.
Yo voto porque ganamos haciéndolo; absteniéndonos no ganamos nada.
Tomen nota, apunten a los que hoy promueven la abstención. No para penas del talión ni venganza alguna, solo para no olvidar.
Sin más vueltas, sabemos quiénes nos desgobiernan y esa triste realidad la podemos cambiar con votos. Yo tengo el mío y funciona.
Porque no me intimidan unos ojitos intrusos en el tarjetón, con la mirada complaciente del CNE.
Si tú quieres que derrote / a un gobierno mal habido, / por favor yo te lo pido / no me pidas que no vote.
Porque se logró una sólida, firme y convincente candidatura unitaria en torno a la figura del doctor Edmundo González Urrutia, acompañado por equipo donde descuella, evidentemente, la líder de la oposición democrática venezolana María Corina Machado, por desdicha y sin razón alguna, inhabilitada.
Lo anterior no resta ni opaca en modo alguno el trabajo arduo que han venido cumpliendo otros líderes, con propósitos de rectificación, corrección de errores y subsanación de omisiones. Pero sobre todo, por la recuperación del valor del voto como medio para emitir nuestra opinión, instrumento de cambio y camino ineludible e impostergable para alcanzar mejores condiciones de existencia. Venezuela es hoy una gran sala de espera con muchas esperanzas.
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