I

El año 2005, Venezuela fue declarada «Territorio Libre de Analfabetismo» por la Unesco. Sin embargo, hay que aclarar que una cosa es analfabetismo absoluto y otra es analfabetismo funcional.

La alfabetización se concibe como la adquisición de competencias básicas de decodificación (descifrado) de representaciones sencillas de la escritura. A modo de ejemplo, un alfabetizado puede leer el nombre de una estación de metro o el letrero de una camionetica que diga «Chacaíto» y marcar en un ascensor el “piso 5”.

Ahora bien, la alfabetización funcional se entiende como un proceso que, yendo mucho más allá, habilita a los individuos para la adquisición permanente de las competencias básicas que les permitan utilizar lo aprendido en su vida cotidiana.

De modo que un analfabeto funcional, si bien puede leer y escribir hasta cierto punto, no sabrá resolver de una manera adecuada tareas necesarias en la vida cotidiana como por ejemplo entender un contrato, seguir unas instrucciones escritas o “extraer” las ideas principales y secundarias de un artículo de Asdrúbal Aguiar o Ibsen Martínez, artículos que vienen materializados con una estructura gramatical peculiar (estilo) y una notable riqueza de vocabulario.

El caso es que el alfabetismo funcional está relacionado con la comprensión lectora, es decir, con entender (decodificar, descifrar, interpretar) lo que se está leyendo para continuar aprendiendo por un lado y tomar decisiones por el otro.

II

El pasado 29 de noviembre, El Nacional dio a conocer un estudio realizado en la Escuela de Educación de la UCAB. El artículo firmado por EFE se tituló «8 de cada 10 bachilleres reprobaron prueba matemática de la UCAB» y colocó el énfasis en la matemática. En realidad, el estudio se titula «Presentación Informe SECEL: Líneas de conocimiento 2022-2023, habilidad verbal y matemáticas» y abarcó tanto instituciones públicas subvencionadas como privadas y también la evaluación de competencias en habilidad verbal en tres grandes secciones: Comprensión lectora, habilidades gramaticales y de ortografía y producción escrita o redacción. SECEL son las siglas de Sistema de Evaluación de Conocimiento en Línea.

En habilidad verbal, en instituciones privadas el promedio fue de 10,15 sobre 20 (apenas aprobaron). En instituciones públicas subvencionadas el promedio fue de 8,37 sobre 20. Si calculamos el promedio ponderado de los anteriores dos resultados (promedio ponderado de promedios), obtenemos un “promedio” global de 9,10 sobre 20, es decir, reprobados también en habilidad verbal.

III

A fin de ilustrar la importancia de los puntos hasta ahora mencionados, analizaré desde la perspectiva de la lecturabilidad dos textos publicados aquí en El Nacional. El primero titulado “El sol nace en el Esequibo”, de Asdrúbal Aguiar (11 de diciembre 2023) y “La voz”, de Ibsen Martínez (7 de enero 2024).

Ambos textos, el primero de 913 palabras y el segundo de 932, exhiben un grado de dificultad lectora calificado como “bastante difícil de leer” en la escala de Szigriszt-Pazos (46,93 el primero y 48,15 el segundo). Con tal grado de dificultad lectora, la comprensión comienza a ser accesible solo para personas que tengan completos sus estudios de bachillerato.

En palabras más llanas: un alfabetizado por la Misión Robinson no podría comprender ninguno de los dos textos mencionados y analizados. Por supuesto, tampoco nuestros estudiantes de secundaria pues están reprobados en comprensión lectora.

La formulación de Szigriszt-Pazos data de 1993, cuando el periodista español Francisco Szigriszt-Pazos, propuso en su tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid, una fórmula para medir el grado de lecturabilidad (facilidad de comprensión lectora del texto). La fórmula es una adaptación al idioma español de la famosa ecuación de Flesch, pensada para el inglés.

IV

En enero 17 de 2020 (hace 4 años) escribí un artículo para El Nacional titulado «Raspados en lectura«. Allí afirmé que el problema de comprensión lectora de Venezuela es de vieja data. A modo de ejemplo, en el estudio de la Unesco realizado en 1998 en 12 países de Latinoamérica,  Venezuela ocupó el lugar N° 10 de 12. Otro estudio, el último en el que participó Venezuela, fue en la prueba PISA del año 2000. En esa oportunidad y con relación a 74 países participantes, nuestro país ocupó el lugar 52 en habilidad lectora.

PISA es el acrónimo de “Program for International Student Assessment” y recientemente, se han verificado dos pruebas: Una en 2018 y otra en 2022. En la de 2018 pude determinar, de manera indirecta, la calificación en habilidad lectora para Venezuela mediante la relación existente entre el PIB per cápita y la calificación en comprensión lectora de los países allí listados.

Así y para el 2018, la nota estimada para Venezuela fue de 330 puntos en habilidad lectora, puntaje menor que los 342 puntos obtenidos por República Dominicana, bien lejos de los 487 puntos alcanzados por los países OCDE (Organization for Economic Cooperation and Development) y más distantes aún del promedio de 555 alcanzado por las cuatro provincias chinas participantes: Pekín, Shanghai, Jiangsu y Zheijang.

El estudio PISA 2022 no exhibió relación entre PIB per cápita y la calificación en comprensión lectora aunque si entre PIB per cápita y la calificación en matemáticas (Figura I.4.14, página 136 del informe en inglés). Y aquí hay un punto importante de mencionar: Hay plena coincidencia entre las inferencias que uno puede realizar para Venezuela con PISA 2018 y 2022 y los estudios llevados a cabo por la UCAB recientemente.

V

Si el lector coloca en el buscador de su preferencia la frase clave «Comprensión lectora y pensamiento crítico», encontrará cualquier cantidad de artículos, tanto de vieja data como recientes, que abundan en la correlación positiva entre dichas variables mencionadas.

A modo de ejemplo y recientemente, Narcisa Medranda-Morales, Victoria Dalila Palacios Mieles y Marco Villalba Guevara, en su trabajo titulado «Reading Comprehension: An Essential Process for the Development of Critical Thinking» (Education Sciences 2023, 13(11), 1068) encontraron una correlación positiva y alta (+0,87) entre comprensión lectora y pensamiento crítico.

Estos autores concluyen y cito textualmente: «Debido a la correlación existente y la indudable importancia de desarrollar el pensamiento crítico, se recomienda que los sistemas educativos diseñen e implementen políticas educativas y programas pedagógicos para promover la lectura y mejorar la comprensión lectora desde diferentes perspectivas y niveles de complejidad. Esto, a su vez, mejoraría las habilidades profesionales de los estudiantes de secundaria».

La conclusión final de este artículo es que, dada la positiva y alta correlación entre comprensión lectora y pensamiento crítico, al estar raspados nuestros estudiantes en compresión lectora, también lo están en pensamiento crítico.

 


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