Algunas lecturas peculiares de esta semana se juntaron como se juntan los conflictos en ocasiones, para tocar mi corazón con ciertas verdades. Una frase caló deambulando como quien cuenta sus pasos mientras camina en círculos y esta fue: “Toda cabeza está rapada y toda barba afeitada”. El merodeo de una imagen donde tanto hombres como mujeres luzcan de igual forma, sin la gracia que el cabello aporta a la feminidad y la fuerza varonil que una barba tributa al semblante de los caballeros, me inspiró a meditar.
Divagando en tales imágenes mentales despegué, tratando de comprender el fondo de lo que se pretende expresar allí. Es decir, todo símbolo de vanidad femenina fue quitado y toda expresión de fuerza y autoridad masculina fue reducida a la tez de un jovencito. El contexto en el que se aportan dichas descripciones es la desaprobación del pensar y accionar de un pueblo que acarrea sobre sí grandes calamidades. Por lo cual resulta en extremo interesante en medio de las temporadas que vivimos, nuestros pueblos quizás ya no usen barba como símbolo de autoridad y los cabellos cortos de las damas también son bien vistos dentro de estándares de belleza.
A pesar de lo expuesto, existen mayores abismos vanidosos donde se pierde toda identificación amable y única de la persona que se refleja en el espejo. Las modas tendencias y aportaciones artísticas apuntan, en su mayoría, a la robotización de la identidad y estandarización de la apariencia, como si se pudiera reproducir en masa, generando rechazo y menosprecio por lo endémico local y las raíces propias de cada pueblo. Esto, sin hacer referencia alguna, al penoso y desalentador hecho que el conjunto y organizado sistema celular de los cuerpos, se considera netamente hasta la finitud de su equilibrio biológico, ignorando completamente la asignación eterna de un espíritu que también debe cuidarse.
Se descubre en éstas y otras divagaciones que tampoco la autoridad está dada en el uso de ciertas indumentarias o el compartir algunos espacios con otras personas a quienes se les otorgó la misma gracia, y por la cual darán cuentas, ya que el nivel de influencia que te ha sido conferido demanda una dimensión de compromiso en el ser y hacer de todas las cosas, puesto que no se camina en aislamiento sino acompañado de un entorno que soporta nuestro accionar, permitiendo todo tipo de interacciones.
A lo que me refiero con tantas palabras es que he visto secretamente cómo quienes transitaron ciertos caminos no creen poder regresar jamás a un estado de pensamiento primigenio en cuanto a libertad y pureza, pero si se es valiente como para hacer una oración sincera se alcanzará el favor de Dios y se le verá obrar a favor con alegría. El Padre entre todos los padres hará volver a tal individuo a su estado de inocencia, donde la autoridad se siente antes de poder verse y la belleza se transmite antes de contemplarse.
@alelinssey20