El viraje imperialista del régimen de Nicolás Maduro
Difícilmente se pueda creer que un personaje de estas características sea 100% cuerdo, haciendo de sus responsabilidades de gobernante un culto a sí mismo, con su propia estatua de bronce, figuras de dinosaurios gigantes, bañando de coloridos murciélagos toda la ciudad que gobierna, envolviendo la sociedad en una dimensión fantástica, alejado totalmente de la narrativa antiimperialista de la revolución que pregonó Hugo Chávez, deformando la población con vicios, propios de su existencia, limitando así la crítica por hacerlos semejantes a su conducta e imagen, convirtiendo la ciudad y el país si es posible en Sodoma y Gomorra, ahora representadas bajo el modernismo del Dracu-Fest, vitoreando marihuana y bebida del cantante puertorriqueño Bad Bunny, ídolo musical del gobernante.
Ahora bien, toda esta marcha de excesos y populismo responde a una estrategia. Es evidente la disposición del madurismo de alejarse de la figura del chavismo en cuanto a su narrativa, sus planteamientos de participación popular e inclusión en la toma de decisiones inherentes a la administración y concepto de Estado.
Existe un viraje importante en las nuevas figuras políticas del país, por ejemplo, Rafael Lacava vivió en Manhattan con estudios en la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey; Héctor Rodríguez, actual gobernador de Miranda, posee una experiencia de vida de un crecimiento en Suecia; la vicepresidente de la República, Delcy Eloína Rodríguez, su residencia entre Estados Unidos y Francia; Calixto Ortega, el actual presidente del Banco Central de Venezuela, estudió en Houston en la Universidad de Rice, y el ahora canciller que procura una ruta de negociaciones con Estados Unidos a través del secretario de Estado, Antony Blinken, posee una maestría de la Universidad de Oxford en Inglaterra.
No solo existe en el régimen de Nicolás Maduro mayor influencia académica, el cambio es vertiginoso, los símbolos históricos que los llevaron al poder han sido puestos a un lado para refrescar su imagen a través de nuevos códigos comunicacionales que los acercan a las clases medias, abortando las políticas expropiatorias de empresas por las reuniones constantes con círculos de empresarios que están siendo favorecidos con cuotas económicas, y las alianzas estratégicas por administración de empresas expropiadas y quebradas por el Estado venezolano. Este nuevo rostro también ha significado la reducción importante de la participación militar en la toma de decisiones y la administración de las instituciones del Estado. Una nueva clase ha nacido para invisibilizar el Estado, demoniaco, enemigo que se había impuesto ante el común espectador.
Los riesgos del madurismo
Una característica que define al madurismo es la desconfianza, todos desconfían porque todos negocian todo. Cada uno ha construido su propia línea de negociaciones internacionales, así que tal aparente robusticidad en realidad envuelve una bomba de tiempo proclive a estallar de forma inesperada.
Nicolás Maduro lo sabe perfectamente. A pesar de su escasa formación y sus orígenes de chofer de autobús, entiende la necesidad de rodearse de un grupo de hábiles académicos que puedan contener las demandas gubernamentales; sin embargo, la promoción excesiva y despunte de figuras como Rafael Lacava, que no mide ambiciones, demostrando su disposición pragmática de ajustarse a la utilidad del momento y los factores de acuerdo con sus intereses y su propia estabilidad; seguramente despertará vigilancia extrema sobre su figura, considerando además de estar bajo la sombra de relaciones con Estados Unidos, a través del embajador James Story, quien en su momento lo visitó en la residencia de de gobernadores en la ciudad de Carabobo.
Rafael Lacava, sancionado por la administración de Estados Unidos, por lavado de dinero en Andorra, es una figura desequilibrante en la administración del régimen, por cuanto construye su propio liderazgo nacional a través de herramientas de marketing, haciendo de las redes sociales una estructura de campaña electoral permanente. Es un candidato 2.0 y se ubica en una notable carrera por la Presidencia de la República, que el régimen tendrá que barajar en la misma dinámica de las negociaciones que buscan establecer una ruta para elecciones presidenciales y parlamentarias.
Si aumenta su liderazgo pensarán en sacrificarlo, toda vez que en un hipotético escenario electoral se convierta en un aspirante que rompa definitivamente con todo lo que signifique el chavismo-madurismo.
El desafío de Rafael Lacava a Diosdado Cabello
Esta confrontación tiene unos particulares orígenes, en principio con Francisco Ameliach, el otrora gobernador de Carabobo, hombre de confianza del 4F y responsable histórico de la política electoral del chavismo, por el cual Hugo Chávez apostó hasta el final, cerrándole el paso a Rafael Lacava, a quien regañó junto a sus seguidores en 2012 cuando respaldó contundentemente la reelección de Ameliach.
Otro punto importante de este desafío se escenificó entre Rafael Lacava y José Vielma Mora, en las elecciones primarias para elegir al gobernador del estado. Vielma Mora se dedicó a ejercer con dureza la crítica hacia la gestión de Lacava, contextualizando el estado de abandono de la ciudad, denunciando además la suplantación de los ojos de Chávez, que ha sido una herramienta electoral del Partido Socialista Unido de Venezuela, por los habituales murciélagos y toda la iconografía del conde Drácula que utiliza Lacava en su marketing personal, que lo diferencia abiertamente de los códigos de revolución y socialismo impuestos por el chavismo-madurismo y lo ubican en la Transilvania carabobeña.
El asunto con Diosdado Cabello va más allá, Lacava se coloca de lado de Nicolás Maduro para reconocerlo como jefe, por cuanto lo necesita para reducir la fuerza de Diosdado Cabello, que si bien todos los factores del madurismo se alinean para golpearlo, posee importantes hilos históricos en la Fuerza Armada, en el PSUV y todo el aparato burocrático. Quienes conocen la irritabilidad de Diosdado apuestan por una reacción frente a estos desafíos, no solo de Rafael Lacava, sino de todo el madurismo que le acecha.
Creer que no habrá reacción de Cabello y del sector militar que representa, que está siendo afectado por esta línea constante y directa en su contra, es desconocer los intereses de las negociaciones que edulcoran este tipo de confrontaciones, que han dejado de ser silenciosas en la medida de la apuesta por desmoronar el uno al otro, sin cabida para acuerdos y negociaciones entre ellos.
La carrera por el poder de Rafael Lacava tendrá varios obstáculos-mazazos por sortear, es una dura afrenta la que se aproxima en esta Venezuela apocalíptica.
@jufraga12
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