En su libro La acción humana, el controvertido y lúcido economista Ludwig von Mises, explica, que la economía como ciencia teórica, no trata de indicarle a los hombres, cuáles objetivos debe perseguir. Sino más bien, cómo alcanzar sus metas o fines preestablecidos. Otros, como consumidores o productores, predeterminan el logro de sus fines. La actual gerencia moderna con sus conceptos “visión” y “misión” lo refrendan con broche de oro. Esto es, las decisiones en último grado, la valoración y elección de las metas pertenecen a los actores o agentes económicos. De igual modo aclara nuestro estudioso, que la frase ”acción humana racional” es simplemente un pleonasmo, porque toda acción es racional.
Ahora bien, se ha desarrollado una moda intelectual de enrostrarle a los agentes económicos ya sean estos, consumidores, comerciantes o productores el carácter de irracionales. Así, el libro Manias, Panics, and Crashes, del profesor Charles P. Kindleberger le dedica varias páginas a este planteamiento, en especial en el acápite: Racionalidad del individuo, irracionalidad del mercado.
Así, pues, nos lanza a la cara que mientras que individualmente los consumidores o inversionistas son racionales, en conjunto cuando los mercados están en deflación o en alza como ocurre en distintas fases del ciclo económico los mercados presentan una irracionalidad. Dentro de su razonamiento, nos dice que las personas empiezan en los mercados actuando de forma racional y terminan en forma irracional y hasta delincuencial. Ahora bien, los consumidores, productores e inversionistas, e incluso los trabajadores, se guían por las señales del mercado, las cuales son muy parecidas a las señales en las carreteras y autopistas. En la batalla de las Ardenas, por ejemplo, en la Segunda Guerra Mundial, los alemanes estuvieron a punto de ganarle a los norteamericanos cuando el temible coronel Skorzeny puso en la retaguardia del ejército norteamericano a sus propios hombres con uniforme yanqui y cambiaron las señales de las carreteras causándole una terrible confusión a las fuerzas de rescate de las tropas asediadas en Bastogne.
De igual manera, en la fase del fondo del ciclo económico, los inversionistas son muy cautelosos, y no salen a depositar sus fondos en cualquier banco, o a comprar acciones y bonos así estén muy baratas; también los trabajadores aceptan salarios normales y hay un desempleo poco elevado. Pero, cuando un banco central baja artificialmente la tasa de interés, genera un crecimiento anormal del crédito, los comerciantes pueden acceder más fácilmente a los préstamos y reponer sus mercancías. También, los inversionistas que eran conservadores desean ganar más por sus fondos y se vuelcan a la especulación bursátil. Y cuando comienza la inflación hasta los consumidores que solo compraban para una semana o una quincena, ahora hasta se atreven a comprar para 10 días o para un mes entero para realizar gangas. Los agentes económicos siguen siendo los mismos pero ahora como los precios y las tasas de interés han cambiado ellos creen que este cambio se mantendrá y alimentará el crecimiento artificial de la economía. Las instituciones bancarias que anteriormente prestaban con prudencia ya abandonan esta conducta y se lanzan a ampliar el crédito a individuos y empresas riesgosas. E incluso instituciones fiscalizadoras de la banca relajan sus prácticas supervisoras para no ser los aguafiestas de la economía.
La crisis de la banca y los seguros en el año 2008 en Estados Unidos y Europa, sucedió porque grandes instituciones del Estado norteamericano Fanie y Freddie Mac garantizaban préstamos hipotecarios y al final tuvieron que ser intervenidas. También la Reserva Federal de Estados Unidos había bajado la tasa a la cual suministra liquidez de 6,5% a 1,0%. Y así el porcentaje de endeudamiento de las familias norteamericanas pasó de un manejable 77% en 1990 a un inmanejable 127% en el año 2007. Por si fuera poco, todo esto, los bancos prestamistas a la vivienda convirtieron sus préstamos hipotecarios (muchos de los cuales sus beneficiarios eran personas sin ingresos, sin empleo y hasta sin activo alguno), sin tropiezos en papeles negociables en las bolsas y adquiridos por fondos de inversión, bajo la benévola mirada de las empresas calificadoras de riesgo. Este edificio o montaña de engaños y autoengaños se vino abajo de repente, y provocó la estampida que fue solucionada por los bancos centrales de Estados Unidos y de Europa.
Las crisis en balanza de pagos y de salida de capitales tienen su origen en la sobrevaluación monetaria, Venezuela se negó de plano a devaluar su signo monetario y desde el año 1983 hasta la fecha, los efectos combinados de déficit fiscal y controles de cambio hicieron su trabajo. ¿Fueron irracionales los que en masa acudieron a adquirir dólares baratos para gastarlos en viajes, o en productos innecesarios? Con el caso venezolano, se ha demostrado ad nauseam que los controles de cambio en lugar de proteger las reservas internacionales las vacían más rápidamente. El control de cambio es una mala señal incluso para las propias autoridades económicas que lo creen estar haciendo bien.
La racionalidad incluso alcanza los mercados laborales, el salario mínimo autoexcluye a muchos pobres del debido empleo y aumenta el empleo negro o informal. Y la ayuda al desempleo paradójicamente aumenta el desempleo formal porque se convierte en un pago por no trabajar, y es más cómodo estar en casa o hacer un trabajo no formal remunerado.
De igual forma, el riesgo moral forma parte de la racionalidad económica. Los grandes bancos en todos los países a veces se meten en fuertes riesgos crediticios o en la compra de otros tipos de activos riesgosos, porque saben que si algo no previsto sucede lo rescatarán. También los países se meten en estos problemas, ya México fue rescatado en 1994 y Argentina ya es el chico malo del barrio que siempre busca peleas y nadie se atreve a meterse con él. El caso de Grecia supera ya todo lo que habíamos conocido anteriormente. Y todavía Yanis Varoufakis (ex ministro de Hacienda) sigue quejándose de que hayan rescatado financieramente a su país.