Podría presumirse que Venezuela es un país donde el miedo se ha apoderado del corazón de las personas, sea cual sea su posición. A estas alturas considero que los grupos, los lideres que pregonan el abstencionismo son propagadores, quizás inconscientes, del miedo.
La gente, el régimen, todos estamos cargados de esa emoción paralizante, definida como un sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que va a suceder algo negativo, se trata de crear angustia ante un peligro que puede ser real o imaginario. Eso hacen los pro abstencionistas, siembran miedo.
Si empezamos con la gente, podríamos reconocer que “lo negativo” ya está instalado, que las peores cosas pasan cada día, como estar infinitas horas sin electricidad ni agua potable, ser victimas de atropellos sin castigo, permanecer en prisión aun siendo inocente, enfrentar la muerte, actos de violencia que subsisten con plena impunidad. De allí el viejo dato (ya superado) que más de 70% de los crímenes en Venezuela quedan impunes. Los jueces no castigan las culpas, sobre todo si el culpable es el gobierno, están allí para responder a presiones que les hacen violar su deber natural, cual es impartir justicia. Una impunidad que trata de esconder los crímenes contra los opositores.
Los delitos contra cosas y personas aumentan y los jueces no castigan, una peligrosa combinación que se define como prevalencia de la impunidad.
Sin embargo, en estos momentos quizás lo más importante no es el miedo de la gente sino el miedo de los que tienen el poder en sus manos. Miedo de que el rechazo que reflejan las encuestas los derrote de manera fulminante. Es muy sencillo, si más de 80% de los venezolanos, según todas las encuestas, piensa o cree que para superar las calamidades que afrontamos cada día, de manera inequívoca, hay que cambiar de gobierno, es muy difícil que en cualquier contienda electoral, amañada o no, resulten ganadores. Podemos preguntarnos cuál de los dos miedos será más poderoso, el que se desprende del poder represivo del régimen o el que pregonan algunos opositores sobre la inconveniencia de votar porque esto conlleva resultados perjudiciales, tales como legitimar al régimen, ser robados de manera inequívoca, avalar un fraude que le daría oxígeno. Situaciones que algunas son posibles y otras quizás, producto de la intención de infundir un temor paralizante que impida votar y en consecuencia convierta a los augures del abstencionismo en los verdaderos valientes, los únicos que “se atreven a desafiar el régimen”, el Chapulín Colorado. Una interpretación muy cuestionable, porque si la gente no hace caso y se vuelca a votar sin miedo, probablemente, lo hará contra el gobierno, a menos que exista un cortocircuito entre su corazón, su dignidad y el cerebro. Esto quiere decir que caigan en el acto contradictorio de votar por un régimen que los maltrata en todos los planos y que saben que es así. Las probabilidades de que esto ocurra son verdaderamente escasas en cualquier análisis estadístico y experiencia histórica, a menos que el miedo enturbie las cosas.
Por el contrario, si la gente se abstiene masivamente y los que salen a votar son menos de 20% pro gobierno, ya sea por razones ideológicas o por miedo, el régimen obtendrá un argumento para buscar o pregonar su legitimidad: Ganamos en todos los eventos electorales, omitiendo como estos han ocurrido. Podrán decir ante el mundo “volvimos a ganar”.
Sin duda alguna, el instrumento paralizante para votar es el miedo, por ello se trata de expandir este sentimiento con diversas razones. Todos los valientes que pregonan que no hay que votar en realidad lo que hacen es campaña para infundir miedo: “No votes porque los legitimas”, “no votes porque te van a robar una vez más”, “el régimen quiere que votes para mostrarte que es más fuerte que tú, te robará el triunfo en tus narices y no podrás hacer nada, quedarás derrotado, aunque hayas ganado”. Quizás, el argumento más fuerte sea: “Un gobierno que ejerce la fuerza no sale con votos, así que es inútil votar”. Esto último tiene una conclusión muy peligrosa, si ningún gobierno fuerte sale con votos, ¿entonces solo saldrá con balas? Aquí se trata de reavivar el terror a la violencia, predecir la guerra.
Podemos intentar hacer un balance, si la oposición no vota y ellos sí lo hacen, aunque sean pocos (Smartmatic demostró que cuando no hay testigos nuestros, pueden aumentar las cifras hasta donde les haga falta) el régimen anunciará: “Ganamos, somos legítimos”. Si por el contrario salimos masivamente a votar y tratan de robarnos, se abre un campo de lucha, se impone una deslegitimación derivada del intento de falseamiento del acto electoral. Está en nuestras manos vencer el miedo que tratan de infundirnos. En realidad, quien tiene miedo de verdad es el régimen, se preguntan ¿hasta cuándo podremos sostenernos con represión, FANB y mentiras? Saben que su única oportunidad es seguir infundiendo miedo. Como decían los adecos: contra el miedo, vota blanco; o como quieras.