La ubicación en círculos chavistas del jefe del grupo al que se atribuye el secuestro del teniente Ronald Ojeda parece indicar que en la medida en que el nudo corredizo en este caso va apretándose, el régimen de Maduro va aumentado su compromiso en el asesinato del expreso político con estatus de refugiado en Chile.
El miércoles 6 de marzo -reportó el medio chileno El Mercurio– uno de los focos de la indagatoria “se puso en el posible móvil del delito” luego de conocerse que uno de los prófugos, Walter Rodríguez Pérez, trabajó durante siete semanas para Tareck el Aissami en 2015 cuando este era gobernador del estado Aragua, como corroboran “datos disponibles en la página del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales”.
Probablemente por eso el móvil político se afianza en las investigaciones de las autoridades chilenas, que no descartan esa hipótesis en razón de la “calidad de disidente” del teniente Ojeda, que tenía trabajo estable en una empresa de seguridad.
La reconstrucción del día previo al secuestro del militar, difundida por la prensa chilena con base en datos de la investigación, indica que Ojeda terminó su jornada laboral el 20 de febrero temprano y fue a comprar alimentos, para luego cenar y acostarse a eso de las 11:00 de la noche. Cerca de las 3:00 de la madrugada del 21, sujetos con pasamontañas que simularon ser policías se lo llevaron de su apartamento en Santiago.
La ministra del Interior de Chile, Carolina Tohá, ha reiterado el carácter secreto de la investigación y ha prometido “perseguir” como delito cualquier filtración del caso que el presidente Gabriel Boric ha calificado de “gravísimo”. Es difícil penetrar el secreto de esas indagaciones, aunque puede deducirse que todo apunta con fuerza al móvil político en el secuestro con asesinato del opositor del régimen chavista cuyo cadáver encontraron el viernes primero de marzo con signos de tortura pero sin heridas de bala, como para no dejar rastros en este sentido.
Lo más claro hasta ahora es la vinculación de la banda criminal Tren de Aragua, nacida en una cárcel venezolana y con tentáculos en Colombia, Chile, Perú y Bolivia con el secuestro y asesinato de Ojeda, en una operación comando que ha asombrado a las autoridades de inteligencia chilenas y que alimenta la hipótesis de crimen por encargo.
“Nosotros pudiéramos decir que de aquí echamos al Tren de Aragua”, ha manifestado Diosdado Cabello en su programa Con el mazo dando, citado por la prensa chilena. “Tienen sus formas de delincuencia en otros países. No nos echen la culpa a nosotros”.
Algo parecido dijo Cabello en 2022 cuando la alcaldesa de Bogotá Claudia López enfureció al chavismo al denunciar que la banda era dirigida por alias el Niño Guerrero y alias Giovani desde la cárcel de Tocorón. No obstante, pronto se correría la punta del velo de pranes clave en el negocio de la droga que vivían al amparo del régimen de Maduro. Ese episodio dejó muchas más interrogantes que respuestas, que puede que ahora comiencen a despejarse junto con la pregunta sobre quién mató a Ronald Ojeda.
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