OPINIÓN

¿Quién fue que mató a Consuelo?

por Carlos Blanco Carlos Blanco

1. Con la Orquesta Sans Souci, Víctor Pérez y Rafa Galindo, con letra de José Reyna, la canción dice así (mientras lee el artículo óigala en su versión completa aquí https://www.youtube.com/watch?v=WNOysl0IE48):

2. La misma incertidumbre que existe y perdura sobre el criminal que mató a Consuelo, existe sobre quién estranguló al gobierno interino encabezado por Guaidó. No hay dudas de que el hecho ocurrió, pero subsisten severas controversias sobre la autoría del suicidio: ¿habrá sido un suicidio o, como diría nuestro querido y admirado amigo que en paz descanse, un autosuicidio?

3. Hay varias responsabilidades en el suceso. Hay pruebas plurales y concordantes que así lo testimonian. Una fundamental es la del propio presidente interino. Hay que recordar que no se seleccionó a Guaidó para esa posición porque era un líder consagrado y reconocido nacional e internacionalmente. No. Era un modesto dirigente de Voluntad Popular que su partido escogió para presidir la Asamblea Nacional, que le “tocaba” en 2019, en vez de Freddy Guevara que muchos pensaban más apropiado. Los acontecimientos que condujeron a la presidencia interina de Guaidó son conocidos.

4. El hecho central es que esa presidencia estaba ligada a dos sucesos medulares: el primero era la usurpación que Maduro había cometido en las elecciones de 2018 y se había convenido en que su “presidencia” era ilegal desde enero de 2019 (concesión temporal innecesaria pero acordada para que el presidente de la AN se encargara de la presidencia de la República); el segundo hecho era que esa posición estaba indisolublemente vinculada a tres objetivos sucesivos: “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”.

5. En el camino, Guaidó, su partido y el G4 se alzaron con el santo y la limosna. En un mismo proceso pero con dos vertientes: el interino se asumió como si hubiese sido el elegido por los dioses, lo cual permitió que abandonara, cambiara, pa’tras y pa’lante, los objetivos que definían su cargo provisional: saltó del cese de la usurpación a la operación ininteligible de Cúcuta, a la mamarrachada del 30 de abril, a las negociaciones con aquel cuya usurpación iba a hacer “cesar” y a otras operaciones que contará quien esté escribiendo un libro sobre esta época.

6. La otra vertiente fue la de los partidos que controlan la Asamblea Nacional, devenidos en G4 con algunas adherencias a las que maltratan sin remordimiento. Esos partidos difieren entre sí sobre los objetivos: unos estimaban que era necesario salir de Maduro, pero aliándose con los generales Padrino López, Hernández Dala, Figuera y desde luego el Maikel; otros consideraban que ya Maduro se había estabilizado y era necesario coexistir con su régimen; algunos planteaban la salida del régimen.

7. Este enredo se saldó de la peor de las formas posibles: todas las opciones se pusieron en marcha, las que estaban sobre la mesa, por debajo de la mesa, en los bolsillos de los jugadores y en las recomendaciones contradictorias de los aliados de afuera. Unos se fueron entendiendo con el régimen para negociar eventos electorales, otros miembros importantes de esos partidos pasaron directamente a colaborar con Maduro en el proceso incierto de construir la leal oposición a su majestad, algunos más fueron marginados y otros siguieron en una quisicosa llamada gobierno interino.

8. A falta de pan, buenas son tortas; a falta de cesar la usurpación bueno es administrar los bienes del país en el exterior. Así, el gobierno interino degeneró en gobierno adulterino: siguió por un rato con la proclama de salir de Maduro y, al mismo tiempo, se enredaba con este para que a través del ejercicio de razonamientos contundentes e irrebatibles, aceptara salir por la puerta de las elecciones libres y limpias.

9. El gran resultado fue una criatura desconocida en los anales de la Maternidad Concepción Palacios, a pesar de los análisis a los que ha sido sometida por los puericultores de la historia: una presidencia interina que, en realidad, es una junta de gobierno constituida por los jefes de los partidos que controlan la AN que, a su vez, no se ocupa del asunto que los formalizó sino de administrar unos bienes, varios de los cuales han sido objeto de apropiaciones, administraciones, regencias y tutelas indebidas, como dicen que dice el monómero aullador de la comarca.

10. En ese batiburrillo el apoyo internacional de “más de 60 países” se ha diluido. Todos apoyan unas negociaciones –ahora en México– cuyo propósito es irreal (elecciones presidenciales libres, convenidas con quien en esas elecciones va a ser defenestrado) y cuyos asistentes opositores carecen de representatividad (no solo del país sino de los propios partidos que dicen representar). Algunos de “los 60” apoyan a Guaidó como presidente de la AN de 2015 y no como interino. Y pocos países, principalmente Estados Unidos, Colombia y Canadá lo reconocen como el presidente legítimo, lo que no es poca cosa pero no es la comunidad internacional.

11. El póstumo episodio de esta historia se desarrolla en la última semana de 2021: los partidos que controlan la AN quieren mantener a Guaidó como interino, dada la presión que ejerce “la comunidad internacional”, vale decir, Estados Unidos, pero, al mismo tiempo, quieren consagrar de derecho lo que es un hecho: que Guaidó reine pero no comande, su majestad Juan Gerardo I, mientras toda decisión administrativa recaiga en el G4 disfrazado de Asamblea Nacional.

12. Esta breve crónica del viaje a las regiones equinocciales del interinato muestra que esta experiencia fue liquidada por la conducta errática de Guaidó y por el gobierno parlamentario que ha existido desde el día cero, 23 de enero de 2019, y se ha mantenido sin aviso y sin protesto desde entonces hasta hace poquitos días cuando Estados Unidos anunció su propósito de reconocer a un presidente encargado, pero no a una estructura de gobierno, lo que ha provocado el chillido del grupo cuaternario de la AN. El requerimiento es desmontar el gobierno de Guaidó y sus estructuras administrativas para que los temas corrosivos del vil metal no sigan haciendo de las suyas.

13. Se aprobó en primera discusión del lunes 27 pasado la aplicación de la guillotina al presidente interino. A partir de ese momento se levantaron las protestas del partido de Guaidó, pero sobre todo de Estados Unidos, lo que puede llevar a maquillajes al Estatuto modificado, tal vez con algunos grabados alusivos a Luis XVI y al gorro frigio de la Revolución francesa, que semejen que todavía el monarca ejerce.

14. Es posible que siga la Alcaldía de Rionegro, municipio de Antioquia:

15. Los que han acabado con el interinato no son los que advierten en las ramblas que su majestad no viste los ropajes e indumentarias de la realeza y más bien anda desnudo por estas calles, sino aquellos que al lado del interino y con su voluntarioso concurso volvieron andrajos la ilusión del pueblo.

16. Es posible que todavía no se sepa quién fue que mató a Consuelo, pero en lo que se refiere al interinato, eso sí que se sabe.