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¿Quién dirige a la oposición?

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A estas alturas de transcurridas las elecciones regionales para gobernadores, alcaldes, consejos legislativas, y anulada la que fuere  ganada por fuerzas contrarias a las hegemónicas de la familia Chávez en la jurisdicción de Barinas; conocidas las insólitas triquiñuelas con las cuales se ha pretendido validar el régimen, auspiciadas a través de un Poder Judicial a su merced; de un contralor sin autoridad para  desempeñarse como tal, agregado un CNE sumiso, salvo uno solo de sus miembros, no obstante no tener conocimiento de inhabilitación que hubiere recaído sobre el ciudadano que obtuvo la victoria, elude la adjudicación y proclamación del ganador; más, actuando con el mayor cinismo supeditado a órdenes, de inmediato cumple la sentencia. Ahora en otro escenario le da curso a varias postulaciones: una de cuestionamiento en principio, después  con aceptación inmediata, pero de conveniencia a los planes electorales del gobierno, que públicamente anuncia su desplazo a la jurisdicción donde el 9 de enero se repetirá la elección a gobernador, incluido concentración de recursos, dirigentes con dádivas que han comenzada darse para supuestamente garantizar la victoria, cuya pérdida no puede permitirse ya que significa el cese del mando de la familia Chávez en la región; por lo que con la renuncia del gobernador hermano de Hugo a su nueva postulación se le ha  sustituido por el que  fuere yerno del militar fallecido.

Lo sucedido en Barinas, desconocer el indulto que se le fuere concedido a Superlano anulando su escogencia, como también impedir la postulación de su señora esposa prostituye el ejercicio del voto, incordia la credibilidad ciudadana, trasciende como inmoral las fronteras patria. Convierte la conducta abstencionista en la más poderosa arma cívica de  que se pueda disponer para hacer cumplir la Constitución.

Tan indecorosa conducta se encuentra reñida con el más mínimo  comportamiento ciudadano. Pues bien, si el rector Márquez calificó la sentencia de marras “cómo menoscabo al CNE”, afirmando que la “interrupción del proceso electoral en Barinas no fue acertada, fue inoportuno e inconveniente. Tenían que dejar que el CNE terminara el proceso de proclamación, para ejercer cualquier acción jurídica”. Otros rectores, con proceder contrapuesto, atribuyeron su falta de autoridad, con evasiva de perdón a su impericia, la cual podrá ser subsanada cuando  sobrevengan otros comicios. Menos debe dejar de inquietarnos: nos los impone la obligación de indagar el por qué del comportamiento manifiesto e indiferente de los que se han oficiado como electores opositores. De igual  forma, la razón por la cuál no actuaron con apego a la Constitución. Se me ocurre  ilustrar con aquello de que «el miedo es libre”.

Los electorales del 21 de noviembre le dieron el  triunfo al régimen tenido por espurio. El oficialismo en votos se colocó por debajo  del archipiélago de organizaciones que se le opusieron, pero ganó 18 gobernaciones. Ramos Allup, quien no activó el proceso proselitista con anterioridad, hizo público el acuerdo de participar en las elecciones convocadas por Maduro y Cabello, que la MUD había seleccionado con anterioridad sus candidatos. En el anuncio que hiciere el desposeído de la dirección de AD se sustituyó a Guaidó. Acompañado de dirigentes indultados de inhabilitación a viva voz, declara que disponía de seleccionados candidatos para participar en las elecciones regionales; lo hizo sin consulta y sin explicación de razones  para participar en tan fraudulenta comparsa. Se trata de una advenida aventura grupal de unos supuestos dirigentes  “gozosos de estadas doradas en el exterior” cuales infestado de pudrición, optan por echarse a perder pasando a cohabitar con el régimen. A la vez se proclaman polarizadores de la controversia política venezolana. Para colmo ilustran su “treta” pidiendo el fin del régimen provisorio, con una decidida intención de llevarse por los cachos al presidente Guaidó, a quien dan como cesante en sus funciones.

La  historia política nos refiere dos hitos suscitados a partir de la entronización del autoritarismo militar chavista, cimientos cívicos para la constitución de una fuerza unitaria nacionalista: el primero se originó con la candidatura presidencial de Rosales, se magnifica como una campaña que integró al pueblo opositor para el momento: el segundo habido como la culminación de un proceso de ejercicio de soberanía, que condujo al pueblo a rescatar mediante el voto la  independencia de la AN. Fue el triunfo del pueblo, no de los que figuran como “pavos reales” del quehacer político de la nación. La AN vigente por no haber razones constitucionales para su no continuidad, rechazó la reelección adelantada de Maduro. La tipificó fraudulenta. Contó para su fin con una abstención que rechazo mayoritariamente a tan inconstitucional hecho de fuerza. La ambición de poder autoritaria con apoyo del TSJ  y del CNE y un poco de generales activos en funciones de gobierno, han querido perpetuado en el poder. Los sectores originarios le han hecho decidida oposición.

La AN legítima, vista la usurpación entronizada en la persona de Nicolás Maduro, designó como presidente provisorio a su diputado presidente, ordenándole cumplir el siguiente objetivo estratégico: cese de la usurpación, elección para la presidencia de la República, escogencia de diputados al parlamento y CNE independiente. Guaidó cumpliendo los objetivos estratégicos comienza por declararse libre de disciplina partidista, conforma la Plataforma Unitaria de Salvación Nacional, reitera no concurrir al proceso de las elecciones regionales, acoge reunirse con el oficialismo en México para decidir sobre la crisis venezolana. Nombra para tales efectos la delegación; de sus integrantes, uno de los designados Carlos Vecchio, es reemplazado por Freddy Guevara, libertado de prisión por órdenes de Maduro. Reunidos en Ciudad de México firman un memorando de intención que hoy tiene carácter de ley. La delegación opositora con mayoría del G4 convino en reconocer la existencia del Estado de Derecho, la de  ser  representación de  un sector opositor. No se identifican como gobierno provisorio: le reconocen a Maduro su condición de presidente, estiman como innecesarias las sanciones. Omiten tratar la elección presidencial. Convienen el indulto de 110 inhabilitados: ocultan su publicación. No piden la libertad de los presos políticos, arrean las banderas estratégicas del cambio de gobierno. Sin resuelto de consulta no tratan sobre la elección presidencial. Desisten del boicot a la farsa electoral. Como animales mamíferos erectos no cuadrúpedos, alzan sus brazos para respaldar con entusiasmo el participar en los comicios regionales. Guaidó guardó prudente silencio. No acató la decisión impuesta por el G4: no cede en su propósito de cumplir la estrategia encomendada por la AN. La abstención mayor que la anterior le envió un mensaje cívico de oposición: no votó.

Sin duda alguna la estrategia de convocar la elección presidencial sigue gozando de respaldo, está vigente, no existe motivo para alterarla. El gobierno provisorio goza de soberanía exterior y consentimiento nacional. Guaidó tiene nuestra  confianza. Su condición presidencial es ecuménica. Asistió a la reunión política de la Cumbre por la Democracia. Hizo planteamientos de valía. Se le reconoció como jefe de Estado, aplaudido como un presidente que lucha por restaurar la democracia, (la Cumbre no le dio cabida a Maduro. No fue invitado). Nombró la delegación de Venezuela. Habló como jefe de Estado, impulsó investigación a Maduro ante la CPI; abordó la lucha contra la corrupción en Venezuela, urgió y estimó de urgencia la convocatoria a la elección presidencial. Guaidó se  enfrenta a individualidades decimonónicas que entienden la política como un medio para satisfacer intereses gamonales que conducen  hacía la cohabitación. Por eso algunos protegidos con autoexilios dorados, se han venido conversando con el gobierno, lo dice Maduro, al cual hubieron de tener como dictador. Sin vergüenza alguna  proclaman el término del mandato provisorio. Se niegan a dar por aceptado que Guaidó es el presidente legítimo del gobierno provisorio; que goza a plenitud del mayoritario respaldo popular, que ha seguido con ejemplar lealtad la estrategia de rechazo a la falsa electoral. Juan Guaidó está comprometido en la estrategia por conquistar la libertad; triunfará en su empeño. No hay razones que puedan impedirle  llevarla a cabo.

Hago de mi propiedad lo declarado por Calderón Berti, copio: ”Guaidó debe mantenerse en el gobierno, pero su equipo debe designarlo él. No el G4”.

 

 

 

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