A estas alturas todo el mundo sabe que una buena parte de los dirigentes políticos que se prestaron para la farsa electoral de Maduro el 21 de noviembre, nunca formaron parte de la solución sino del problema, son los típicos personajes que no hacen ni dejan hacer. Están sólo disponibles a la hora de la foto, con la pose perfecta delante de la cámara pero con el nombre manchado por no haber realizado nada por los venezolanos.
Aunque es larga la lista de políticos que no estuvieron y no están comprometidos con el país, somos muchos más los millones de ciudadanos que amamos a Venezuela, y que nos seguimos preguntando cómo lograr un cambio que restituya a la democracia. Han existido grandes oportunidades para lograr la libertad, pero se han perdido porque los líderes de los partidos jugaron a cansar al pueblo mandándoles a innumerables marchas que no tenían un objetivo concreto real, más que marear a la población, al tiempo que fueron expuestos los manifestantes como carne de cañón frente al aparato represor de la dictadura.
Un mismo patrón se repitió continuamente: el “líder” de turno, convocaba a tomar las calles y cuando la situación estaba a punto de causar un verdadero estallido que podía precipitar la caída del gobierno, el mismo que organizó todo mandaba a la ciudadanía a replegarse, días o semanas, después volvía a llamar a la insurrección, pero siempre con el mismo esquema. Así transcurrieron años en los que el desencanto hizo perder la fe en quienes alguna vez representaron una esperanza, son los mismos representantes de un bloque político que ha ido turnándose en cargos y funciones, pero cuyos resultados y estrategias siguen siendo los mismos.
En todo este tiempo el dirigente de la oposición que mayor exposición mediática y apoyo de la comunidad internacional ha tenido es Juan Guaidó, tuvo todo a favor para organizar y desplegar una fuerza que liberase a Venezuela.
Un paso fundamental para sacar al tirano del poder hubiese sido articular una acción policial con apoyo logístico de distintos países, un mecanismo importante para lograr el cese de la usurpación en Miraflores, también debió nombrar a un ministro de la Defensa que diseñara un plan estratégico de liberación ( sobre esto he hablado en otro de mis artículos) pero al presidente interino quizá le indicaron sus asesores que era mejor dialogar con la dictadura agresora; lo que sólo sirvió para darle tiempo y oxígeno al régimen.
El país no puede seguir esperando más por quienes no están comprometidos con la vida de millones de compatriotas que se quedaron a la deriva. Mientras el presidente interino y Julio Borges se enfrentan por intereses de poder, hay niños en Venezuela muriendo por falta de medicamentos. Al mismo tiempo que Henrique Capriles buscaba volver a figurar en la escena nacional lavándose las manos por el fracaso suyo y el de sus compañeros y coqueteando con la idea de participar en unas elecciones diseñadas por Nicolás Maduro, un padre de familia se acostaba a dormir con el estómago vacío. En los momentos en los que Gerardo Blyde dialogaba con el chavismo, muchos compatriotas sufrían la pena del destierro y de no saber si algún día volverán a ver a su familia. Eso sin contar con los ancianos apostados a las puertas de los hospitales en los que no hay insumos, abuelos que sintieron como se escapaba el último aliento de una vida que expira bajo la mirada indolente de los políticos que en vez de defender a quienes están padeciendo, han elegido acomodarse en las mieles de la dulce vida, con sus trajes nuevos hechos a la medida, perdiendo el contacto con la realidad y volteando la mirada ante la inseguridad, el narcotráfico, la inflación, la precariedad y la pobreza extrema que legó Chávez y que incrementa cada día Maduro.
Los nombres de los cómplices directos e indirectos del régimen son muchos, bastante daño han hecho a la lucha de los venezolanos por su libertad, los que se presentaron como opositores y estandartes del cambio y se rajaron ante el compromiso, son los mismos que luego acabaron siendo tristes figuras de un espectáculo macabro. Nombrarlos a todos sería innecesario en esta publicación porque el país ya sabe quienes son.
Ahora que ya conocemos la verdad y que entendemos porque estamos en el punto actual, es momento de reconstruir a la nación desde la fuerza que yace en cada uno de los venezolanos. Esa es la convicción con la que vamos a caminar hacia el verdadero significado de nuestro credo. Mientras nos sigamos haciendo las preguntas correctas sobre la ruta a seguir para liberar a nuestro país estaremos en la dirección correcta de la historia. Más allá de los dirigentes políticos y del vil egoísmo que otra vez triunfó, quiero recordarte que Venezuela sí tiene futuro. Dentro y fuera de nuestro territorio nuestro pueblo sigue luchando, cada uno desde su trinchera y desde el espacio que le tocó; todo paso es importante cuando hay un objetivo común: restituir la democracia.
Yo sigo teniendo la total fe de que vamos alcanzar nuevamente la grandeza, escribiremos un nuevo capítulo nacional totalmente libres del chavismo. Tenemos todo para ser un referente de progreso para nuestro continente, tanto por los recursos naturales como por nuestra gente. El venezolano es un ciudadano preparado, trabajador y perseverante. Somos mucho más que las malas noticias que ocupan titulares. Por eso hoy más que nunca exhorto a los pesimistas a elevarse por encima de las dificultades, es tiempo de reunificar fuerzas. ¿Quién dijo que todo está perdido? La nueva Venezuela está por nacer.
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