OPINIÓN

¿Quién defiende a la política?

por Freddy Marcano Freddy Marcano

Hacer antipolítica es una forma de hacer política. La antipolítica no es la ausencia ni la negación de la política, por el contrario, es  una posición política hostil hacia la política existente. En la política, median los principios, las normas y las instituciones, los modos y las tradiciones, es proclive a la trascendencia histórica. En la antipolítica predominan los caprichos, los intereses y las conveniencias, siendo únicamente importante la suerte de la vedette que solo le importa su presente. Pero, al fin y al cabo, por sus procedimientos y objetivo de poder, la antipolítica es una manera de hacer política, cuando esta se extravía, se pierde y no hay quien la defienda; es antipartidista, mesiánica y cortoplacista.

Como solo Dios es perfecto, quedan muy pocos espacios donde llevar a cabo una modesta expresión de la política auténtica en Venezuela. Allí vemos ciudadanos que, deseando ser candidatos presidenciales, se expresan vivamente, llevan su mensaje  por doquier, y, a pesar de los costos, viajan por el país; por supuesto, van seguidos por los servicios de seguridad del régimen. Tienen gente detrás de bambalinas, son estructuradas y organizadas, y son los David que pelean contra los Goliat de estos tiempos.

En 1958, mientras que algunos regresaban al país después de un largo o corto exilio, otros salían de las cárceles de la dictadura, muchos lloraban a sus muertos,  y unos pocos se empinaban por encima de las circunstancias y hacían una intensa campaña electoral, como Betancourt, Caldera y Villalba. Y aunque este último no era el candidato presidencial de URD, se esforzaba porque ganara el suyo, no otro que Larrazábal, quien se engolosinó con la Caracas que ganó, junto al Partido Comunista que metió un número importante de diputados y senadores en el Capitolio. Por su parte, Rómulo se fue a la Venezuela profunda, provinciana, siempre postergada, y ganó también para vencer la osadía insurreccional de los viejos y los nuevos comunistas del patio. Hizo política, amplió su gabinete ministerial, no dejó de gobernar y tuvo un magnífico colaborador como Carlos Andrés Pérez, cuyos 100 años de nacimiento no dejamos de celebrar al preguntarnos quién defiende la política en Venezuela.

Esto es un dramático contraste con Hugo Chávez y sus sucesores que pugnan hacia el interior por desplazar a Nicolás Maduro, con una oposición cómoda, presta a cualquier negociación, con las cárceles repletas de presos políticos. El barinés intentó por la fuerza hacerse del poder y sus robustos excesos populistas lo hicieron dueño de Miraflores gracias a unas elecciones de una limpieza y transparencia que no se han repetido en el presente siglo. Fue y siguen siendo los campeones de la antipolítica que ya tiene sus límites: y más importante, la renta petrolera ya no produce y no alcanza para el despilfarro de los viejos tiempos. Todo es fuerza y negocios mercantiles, vale decir, todo es, simplemente, la negación de la política. Porque, de un lado, el poder se impone a rajatabla, no importa sino Miraflores frente al resto de los órganos del poder público, y la reciente represión del estudiantado en mi amada ULA: represión que es apenas una demostración de lo que son capaces de hacer.  Y, por el otro, todo es negocio, ya que, por efecto de las lluvias que han sido copiosas y trágicas, los embalses están llenos, pero el negocio es vender el agua a través de los camiones cisternas y, al parecer, en numerosos lugares, hay una oposición que, presuntamente, participa de la cosa. ¿Quién defiende la política, único remedio para superar el presente régimen?

Esta interrogante que he hecho, la han hecho otros de manera indirecta, por supuesto, sin mencionar a los que ya se cansaron agarraron sus peroles y, hasta por la selva se fueron, cansados de no ver una solución o algún camino viable como solución. Vemos que los garantes de la antipolítica de principio de siglo terminaron siendo los nuevos abanderados de la política actual, con los mismos defectos o hasta peor que aquellos que criticaban la política tradicional. Estos han sido una ayuda para este enquistado régimen, que por cierto es el gran promotor y financista de la antipolítica  actual, y se ha propuesto la eliminación moral y física de cualquier enemigo.

Solución, como todo en la vida, existe. También existen los defensores de la política sana, coherente y democrática, que, en algún momento, se debe imponer por la voluntad del pueblo, de la gente, ojo, no la del partido. Buscando siempre el diálogo, la comunicación activa y la deliberación como bases necesarias de la política democrática que necesita una ciudadanía informada y dotada de valores y virtudes cívicas, del tiempo necesario, de la implicación en proyectos colectivos. Porque hacia allá debemos ir e impulsar al ciudadano que todavía queda y quiere un cambio para mejorar su país y está dispuesto a seguir luchando. Tenemos más de veinte años navegando entre la política y la antipolítica sin encontrar una salida. Hemos insistido, resistido y persistido, y sé, pues así lo indica la experiencia, que en algún momento muy cercano de la Historia, Venezuela regresará al ejercicio de la política que los grandes líderes nos señalaron.

@freddyamarcano