La narrativa preparada por los grupos que asesoran a la dictadura de Maduro insiste en vender la falsa traba de los bloqueos imperiales para justificar el fracaso de sus modelos económicos. Ese cuento de las invasiones tiene un cómodo asiento en la experiencia castrista, ya bastante que hemos escuchado que vienen cacareando ese ritornello por más de 60 años, cuando bien se sabe que reciben productos desde los Estados Unidos de Norteamérica y se surten de todo tipo de importaciones provenientes de Europa.
Lo mismito que pasa en Venezuela, adonde ingresan los más variados productos que se exhiben en los bodegones instalados, en su gran mayoría, por operadores financieros relacionados con el estamento chavomadurista. A esa variedad de salmones, caviar, jamones y bebidas espirituosas, se agregan los flamantes vehículos que llegan a los puertos del país, que tal como lo ha denunciado en las marchas la profesora Elsa Castillo, “tienen costos que sobrepasan los 100.000 dólares por unidad”. Maduro se queja del supuesto bloqueo que según él impide aumentar los salarios a los maestros y trabajadores de la salud, pero no da cuenta de las misteriosas apariciones de Ferraris y Lamborghinis que ahora usan la pista del aeropuerto de La Carlota como un circuito de competencias automovilísticas.
Maduro tampoco explica el misterio de las invasiones de nuestra soberanía nacional por parte de agentes castristas, de operadores de origen ruso, iraní, de chinos, de turcos, de bandas de terroristas y carteles de narcotraficantes que están metidos en todas partes de nuestro territorio! Todo ese desmadre ocurre a la par que Maduro se rasga las vestiduras defendiendo nuestros orígenes colocando una estatua del cacique Guaicaipuro en la autopista que ya dejó de llamarse Francisco Fajardo.
El régimen madurista se vanagloria de inaugurar el restaurante aéreo denominado Altum en la capital del país, como una evidencia del despegue gastronómico en una nación en donde la inmensa mayoría de las familias. no perciben salarios que alcanzan siquiera para comprar la canasta básica de alimentos. También cortan la cinta para poner en servicio, dentro de un cascarón de un avión ubicado en los predios del estado Vargas, de un singular restaurante, pero no acomodan los hospitales ni las escuelas que son sentenciadas a su peor suerte y por lo tanto a perecer como centros desahuciados por la revolución.
La gran paradoja es que las carreteras están intransitables, con cráteres por todo el camino, no hay garantías de insumos en los centros hospitalarios y los productores agropecuarios tienen que sembrar a duras penas, por la carencia de semillas, pesticidas y fertilizantes. Pero Maduro repite la consigna impartida por sus asesores castristas: “Todo es culpa del imperio”, “la inflación es culpa del bloqueo”, “los bajos salarios también son culpa de las sanciones”.
¡Afortunadamente la ciudadanía sabe que son puras excusas que ya no influyen en la conciencia ciudadana, pero no deja de ser necesario hacer repicar, una y otra vez, estas verdades!
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