Raymond Barretto Pagán nació en abril de 1929 en Brooklyn, de padres puertorriqueños. Creció entre el East Harlem y el Bronx y fue un prominente percusionista (conguero) y líder de banda. Llamado el «Manos Duras”, fue una de las figuras más reconocidas y con mayor aporte a la salsa de Nueva York, aun cuando su carrera musical se inició en el jazz, para los sellos disqueros Blue Note y Prestige, entre otros. A los 17 años se unió al ejército, como una manera de salir del barrio. En esa etapa comenzó a participar en sesiones de descarga en el Orlando, un club de jazz frecuentado por soldados en Múnich, Alemania. Al finalizar el servicio militar regresó a Nueva York y siguió asistiendo a sesiones de descarga, estudió percusión y redescubrió sus raíces latinas. Desde entonces se movió entre el jazz (llegó a tocar con figuras como Charlie Parker, Max Roach, Art Blakey, Cannonball Adderley, Freddie Hubbard y muchos otros) y la música Latina. En 1957 sustituyó al legendario Mongo Santamaría en la orquesta de Tito Puente, en la que permaneció por 4 años. En 1961 Riverside Records le ofrece la oportunidad de formar una charanga (una orquesta con flauta y violines) para una grabación. Ahí comenzó una fructífera carrera como líder de banda que terminaría 45 años después, en 2006.
En 1962 Ray se cambia al sello Tico y produce el álbum Charanga Moderna. El boogaloo “El Watusi” incluido en ese disco, llegó a estar entre las 20 canciones más populares en Estados Unidos y vendió 1 millón de copias en 1963. Pero gracias a esta canción, Barretto comenzaría a sufrir las consecuencias del crossover: “Después de ‘El Watusi’ no era ni chicha ni limonada… Ni latino ni pop”, diría Ray años más tarde en una entrevista. Me parece oportuno para fines de este artículo dejar por aquí la definición de crossover:
«Es un anglicismo que se puede traducir al español por fusión. Consiste en la creación de composiciones o arreglos que vinculan elementos de dos estilos de origen diferente o en combinar elementos de rítmicas y expresiones que por costumbre no suelen ir juntas en una misma composición, por ejemplo, reunir elementos de baladas con ritmos de baile» (Wikipedia).
Según Oscar Hernández, pianista y arreglista de la banda en los ochenta, Barretto siempre estaba experimentando con cosas distintas, motivado a que el circuito de música latina era de alguna manera limitado para él y que era un gran fanático del jazz. Esa necesidad de experimentar guiada por la aspiración de llegar a audiencias más amplias, a las cadenas del circuito de clubes nocturnos donde no podía explotar su creatividad al máximo, y al pensamiento de que la salsa no sería capaz de trascender a otros públicos, lo hizo parar su banda de música latina en 1975 y crear otra exclusiva para dar conciertos, estructurada justamente con el crossover en mente y bajo el sello Atlantic Records.
En palabras del propio Barretto, este capítulo en su carrera fue un desastre. “Me fui a Atlantic sin tener el control total de la música que iba a hacer… En lugar de hacer lo que quería hacer, estaba haciendo lo que ellos me decían que hiciera. Y el resultado fue que no le llegué ni a los latinos ni a los no latinos”. Esta banda de fusión terminaría siendo un fracaso comercial y en 1979 regresa a la escena latina, donde permanece hasta finales de los ochenta, cuando nuevamente inicia un proyecto de jazz latino, esta vez por otras razones: “Me forzaron a dejar la salsa. Me dijeron que estaba muy viejo para ser apreciado por los más jóvenes… Ningún salón contrataba a mi banda. Me gusta el jazz latino, pero prefería tocar salsa, es lo que amo hacer”. Su participación en la música latina se reduciría a conciertos y presentaciones en vivo y mientras tanto produciría discos de jazz latino. Contrario a lo que sintió y expresó en esos testimonios, de esa época aparentemente confusa para él con Atlantic quedaron dos discos, que sin duda forman parte de la antología de las grabaciones en vivo de la música latina y de los cuales hablaremos en una próxima entrega.
En mi opinión, una de las muestras más evidentes de este corazón musical dividido de Barretto entre el jazz y lo latino es el desfile de maestros pianistas que pasaron por su orquesta, como Luis Cruz, Gil López, el colombiano Eddy Martínez, Oscar Hernández, Ricky González y otros, todos con un profundo conocimiento de la armonía del jazz, que les permitía construir arreglos imponentes como los rascacielos de la Gran Manzana, y al mismo tiempo con una base rítmica sólida que pusiera a la gente a bailar.
El 13 de enero de 2006 la Fundación Nacional para las Artes le otorgó el Jazz Masters Awards, como distinción a su carrera. Dos días después sufrió un infarto, se le colocaron cuatro bypass una semana después y fue operado a corazón abierto nueve días más tarde. Cuando parecía que comenzaba a recuperarse, el frío invierno neoyorkino le jugó una mala pasada al “Manos Duras” quien era asmático, y lo hizo pescar una neumonía de la que lamentablemente no se recuperaría.
Ray Barretto murió el 17 de febrero de 2006 en el Centro Médico de la Universidad de Hackensack, en Nueva Jersey. El percusionista y educador Bobby Sanabria lo describió como “el niuyorrican por excelencia, un ejemplo de cómo alguien de origen humilde puede alcanzar la grandeza”. A diferencia de otros músicos de la escena latina, Barretto provenía del jazz. Su discografía muestra una constante búsqueda y un gran espectro de influencias musicales, y sus intentos en el crossover no respondían a un propósito comercial sino al noble deseo que su música y su creatividad estuvieran al alcance de mucha más gente.
Coda: Oscar Hernández contó en una entrevista publicada en descarga.com lo difícil que fue para él cuando tuvo que decirle al maestro Barretto que se iba de la orquesta. El “Manos Duras” tenía este apego de cierta manera paternal con sus músicos y se frustraba cuando alguien emprendía otros rumbos. Luego de varios intentos fallidos, una noche, cuando uno le daba un aventón al otro, Hernández consiguió la oportunidad y se lo dijo. Lo más importante para el que a partir de entonces sería su expianista era no romperle el corazón al buen Ray. Ese corazón que ya venía partido desde hace muchos años por su amor, a veces no correspondido, por el jazz y la salsa.
Alejandro “Ale” Marquis es músico, melómano y productor de contenidos. En su canal de YouTube se ha dedicado a resaltar el legado de los maestros pianistas de la llamada salsa. Creador junto a Luis M. Guzmán del podcast Querida Salsa, disponible en las principales plataformas de difusión.
@alemarquis