La miniserie de seis capítulos Queen Charlotte: A Bridgerton Story es un spin-off, tal como su nombre lo indica, de la serie basada en los libros de Julia Quinn y éxito por dos temporadas en Netflix. Pero también es algo más. Es una mirada a un suceso histórico de considerable peso que todavía causa curiosidad y provoca debate.
En una de las escenas de Queen Charlotte: A Bridgerton Story, la monarca titular (interpretada en su juventud por India Amarteifio) debe enfrentar un dilema. Tratar de complacer a la princesa y reina viuda de Inglaterra Augusta (Michelle Fairley) antes de conocer al que será su futuro marido, Jorge III de Inglaterra. Encarnado por el actor Corey Mylchreest, el futuro del Imperio está entre sus manos. Por lo que la identidad de su futura esposa es asunto de Estado. “Necesito ver tus dientes”, dice Augusta a una incómoda Charlotte. “Debes ser perfecta”, añade la madre del hombre más significativo de la época en el país.
Por supuesto, la serie de Shonda Rhimes y que forma parte del creciente universo de Bridgerton está más interesada en el romance que en la historia. De inmediato, el argumento presentará a la pareja destinada a enamorarse casi a primera vista. O a primer salto de muralla, según el relato del guion. Más tarde, se enfocará en las circunstancias que deben atravesar los jovencísimos reyes para vencer a la resistencia cultural de su época. También, la incómoda condición de ser presionados para concebir el futuro heredero de la corona británica. Entre ambas cosas, el verdadero relato en que se basa la trama, termina por desaparecer. En el mejor de los casos, por volverse una historia de amor sublimada hasta niveles dolorosos.
Pero, la historia de Jorge III y la princesa Charlotte de Mecklemburgo-Strelitz es más complicada que solo un romance destinado a convertirse en leyenda. En realidad, las presiones de la corona y la salud mental del monarca son puntos más complicados que un matrimonio que les unió hasta la muerte. Tanto el uno como el otro son figuras tan difíciles de definir, que aún hay debates alrededor de su contexto, apariencia e incluso, el tipo de relación que les unió. Desde la pregunta si la reina tenía la piel oscura hasta la enfermedad que sufría el monarca, que le valió el apelativo del “rey loco”. La gran cuestión es la insistencia acerca de los pormenores de una pareja real que sorprendió por su afecto mutuo, pero también por su cualidad singular. Entre ambas cosas hay un escenario claroscuro que, incluso ahora, sigue asombrando a historiadores e investigadores.
La reina con su propia historia a cuestas
En Queen Charlotte: A Bridgerton Story, la monarca es una mujer indomable, con una voluntad de hierro y encargada de regir al Imperio mientras su marido languidece con una enfermedad no identificada. Pero más allá de eso, es la estampa puntual de un debate que se ha extendido por siglos. ¿Tenía la reina la piel oscura? En las pinturas y miniaturas de la corte, la regente, por casi 57 años, es tan pálida como cualquier otro miembro de la nobleza de su época. Pero eso solo podría suponer que fue inmortalizada, tal como las reglas estéticas de Inglaterra lo exigían, un punto que se deja entrever en la serie de Netflix.
Sin embargo, tanto Bridgerton como su spin-off, ponen de relieve situaciones históricas como la de los nobles “mestizos” o la insistente versión, que apunta a que la reina Charlotte fue llamada “mulata” en más de una ocasión. Una teoría que se sostiene en una amplia investigación realizada por el historiador estadounidense Mario de Valdés y Cocom en 1967. Siempre según el investigador, el árbol genealógico de la reina se extendía hasta Margarita de Castro e Souza, descendiente del rey Alfonso III de Portugal y su amante, Ouruana, una célebre belleza africana llamada por los cronistas de la época “la princesa negra”.
Ahora bien, aunque la producción no profundiza —ni tiene la necesidad de hacerlo— en los hechos que sostienen las teorías y el posible carácter multiétnico de la Inglaterra de la Regencia, pero se hace preguntas más interesantes. ¿Podría haber sobrevivido una línea dinástica de hombres y mujeres de descendientes afro ingleses? ¿Cuáles serían las condiciones que podrían suscitar algo semejante? Una serie de seis capítulos de talante romántico, no busca dar respuestas a un punto tan duro, pero sí abre la puerta al debate sobre la Inglaterra de la época y sus debates raciales, más comunes de lo que podrían suponerse.
El gran experimento del rey Jorge III
En la serie de Netflix también hace mención —aunque relacionado con la raza de sus personajes antes que la salud— de un importante proyecto científico y social que se llevó a cabo durante el reinado del rey Jorge III. El llamado “Gran experimento” fue el primer intento tangible de comprender el ámbito de lo mental desde un punto de vista psicológico y sin relación con ideas místicas o sobrenaturales. De hecho, la iniciativa suscitó todo tipo de investigaciones al respecto, financiadas por la corte.
El monarca, que desde niño había padecido los síntomas de un cuadro psiquiátrico que todavía siguen siendo un enigma, decidió investigar por cuenta propia, si podía sanar. En especial, con un método humanitario, científico y con garantías de recuperación. Hasta entonces, las víctimas de un trastorno mental, eran encerrados en instituciones y tratados como criminales.
En respuesta y basado en su propia experiencia, el rey apoyaría iniciativas, como el primer hospital psiquiátrico financiado con fondos públicos en el mundo. El centro se especializó en el desarrollo de un programa de tratamiento que incluía terapia ocupacional, dieta saludable y ejercicio físico. Todo lo anterior se muestra en la serie, pero desde una óptica siniestra y más semejante a los tratamientos mentales de extrema crueldad a los que eran sometidos los pacientes por entonces.
Pero en realidad, aunque el experimento no tuvo éxito en todos los casos, sentó las bases para el tratamiento moderno de la enfermedad mental. En su conjunto, el Gran Experimento de Jorge III fue un hito importante en la historia de la psiquiatría y la atención médica.
Una historia de amor que se convirtió en mito
Charlotte murió en 1818, a la edad de 74 años, después de haber sido reina consorte por más de medio siglo. También, de convertirse en una mujer admirada por su inclinación a las artes, ciencias y en especial, su devoción por Jorge III, que jamás llegó a mejorar del todo y eventualmente no fue apto para gobernar.
Y aunque la serie Queen Charlotte: A Bridgerton Story no está enfocada en ser un documento histórico, sí muestra un aspecto que incluso hoy sigue conmoviendo por su profunda humanidad. El amor que unía a la real pareja. En el libro A Royal Experiment: The Private Life of King George III, de Janice Hadlow, la escritora cuenta que incluso, cuando el rey perdió por completo la razón y terminó por no reconocer a sus parientes, Charlotte le visitaba cada noche. “La reina comprendió, casi de manera instintiva, que la soledad de un padecimiento psiquiátrico es la más dura consecuencia del trastorno”, indica la autora. “De una u otra forma, fue su amor lo que mantuvo a Inglaterra en pie en una época de incertidumbre”. Un punto en que la producción de Netflix coincide con lo verídico.