OPINIÓN

¡Quedarse por las malas!

por Javier Vivas Santana Javier Vivas Santana

¡Quedarse por las malas! Implica que muy pocos aprueban lo que se hace en contra de la mayoría que rechazan una forma de conducta autoritaria y mezquina, y que ha llegado al límite del desgaste en sus palabras convertidas en bazofia y monserga.

¡Quedarse por las malas! Es extender de manera forzada un tiempo que se agotó. Es como un partido de fútbol en el que al equipo que está perdiendo solo le queda tratar de sobornar o amenazar al árbitro para que extienda el tiempo de juego de forma ilegal, y decrete en esa agonía de minutos tantos penales sean necesarios, hasta ver si con esas trampas puedan vencer a su rival, aunque reciba el rechazo de la fanaticada y las críticas de los expertos.

¡Quedarse por las malas! Es no aceptar que la fiesta terminó. Que lo que fue algarabía, acabó en silencio. Que las bebidas y pasapalos se terminaron, y que si no hay más que ofrecer, nadie puede ir a tumbar las mesas o romper los vasos y platos, o llegar al paroxismo de golpear a quienes fueron organizadores e invitados, por una celebración que concluyó junto con el anochecer, dando paso al amanecer.

¡Quedarse por las malas! Es no asumir que el amor con una pareja puede llegar a su final, por cualesquiera sean sus razones, y en esa discordia de incomprensión se convierte en feminicida y hasta en suicida. O sea, significa ejecutar una praxis enloquecida contra quien dijo «amar», y peor, llevándose por delante a quienes lo contradigan, para al final, él también irse hasta la muerte.

¡Quedarse por las malas! Es imponer a un grupo o hasta seguidores, la obligación de que vayan a escucharlos en sus peroratas llenas de vacuidad y parlaembalde. Es como aquel individuo que siendo pésimo actor o cantante, nunca tiene público en sus presentaciones porque todos sus actos derivan en ramplonerías y, aún insiste en continuar por el camino del fracaso.

¡Quedarse por las malas! Es ver aquel consumidor de drogas o alcohol, quien convertido en empedernido y derivado de tales sustancias, ignora los mensajes de sus familiares y amigos en continuar por ese callejón sin salida, hasta que finamente, solo la cárcel o la muerte invaden sus componentes de (auto)destrucción humana y social.

¡Quedarse por las malas! Es cómo el ludópata que no teniendo otras formas de vida, termina vendiendo las pertenencias de su hogar, o se conmina a robar, para continuar por la pérdida inexorable del dinero propio o de terceros. Son los desequilibrados mentales o en vesania que entre más dinero pierden, más continúan perdiendo, hasta que la ruina consume esa vida, y los que fueron parte de su alrededor familiar y social, o son víctimas de sus acciones, o lo abandonan en sus bolonias acciones.

¡Quedarse por las malas! Es presenciar aquel secuestrador que luego de verse rodeado, amenaza con asesinar a sus víctimas, en una acción desesperada de inminente captura, lo que demuestra que cualquier acción criminal, jamás tendrá final en eudaimonia, porque como manifiesta la sabiduría popular: lo que mal comienza, mal termina.

¡Quedarse por las malas! Es simplemente imponer un régimen neototalitario, violador de derechos humanos, y solamente generador de pobreza y emigración, el cual, aunque continúe por esa vía, más temprano que tarde, tendrá que afrontar en cualquier episodio histórico un final similar como el nazismo o el fascismo.

@vivassantanaj_