OPINIÓN

¿Qué va a pasar?

por Ofelia Avella Ofelia Avella

Faltan solo quince días para las elecciones. Los ánimos están caldeados y listos para lo que todos vemos como un “gran día”. Muchos somos optimistas. Muchos creemos en ese cambio que tanto necesita el país, pero también otros muchos, que votarán -como dicen-, apuestan a que no pasará nada. Dicen, resignados, que seguiremos igual.

Todo anuncia que ganará Edmundo González. Las concentraciones son nutridas, avasallantes. Por donde pasan MCM y Edmundo se ven abarrotamientos de personas inflamadas de esperanza y alegría. Todo sugiere que el triunfo es inevitable. Todo apunta, también, a que el gobierno pondrá miles de trabas a tal triunfo. Anunciará la pérdida de la oposición y cantará miles de votos para ellos.

“¿Qué pasará?” es la pregunta que ronda por miles de mentes en estos momentos. “¿De qué será capaz el gobierno?”. “¿Puede obviar un triunfo tan innegable?”. “¿Lograremos, por fin, el triunfo tan esperado?”. “¿Seremos, de verdad, libres?”.

Todas estas preguntas se responderán cuando votemos el 28. Lo cierto e indudable es que hay que cuidar los votos. Votar y cuidar: a esto se reduce nuestra misión ese día tan esperado. La fe no nos puede abandonar, pues se funda en lo visto en el país durante el recorrido de MCM a lo largo de toda la extensión de nuestra Patria; recorrido que continúa con este inicio de campaña del 4 de julio.

El fatalismo no nos puede vencer. No tenemos que vivir como no queremos. Podemos cambiar y sabemos que la ventaja es demasiado grande a favor de la oposición. El daño que ha hecho el gobierno a lo largo de estos años puede revertirse. Venezuela puede regenerarse y reconstruirse con el esfuerzo de todos. Podemos empezar a vivir una era de esperanza, en la que constatemos que los pueblos pueden escribir su historia. Ganar el 28 de julio no equivale a transitar a la democracia inmediatamente. Eso lo sabemos porque sabemos que el gobierno no va a dar su brazo a torcer tan fácilmente. Desconocemos su plan para ese día y conocemos, en cambio, su capacidad de poner obstáculos y de mentir. Todos conocemos el perfil del contrincante.

Así, pues, sin ánimos de un triunfalismo ingenuo, siento que estamos viviendo una nueva etapa en la que podemos iniciar un camino de esperanza. Votemos y cuidemos el voto. Y luego ¡cobremos! Todos juntos ¡cobremos!