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¿Qué tipo de inversión extranjera llegará a Venezuela en los próximos años?

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Es obvio que el país requiere inversión extranjera. Por un tema de escala, si no vienen capitales foráneos y, sobre todo, capitales foráneos de envergadura, la economía venezolana seguirá condenada a limitaciones de importancia, más allá del eterno potencial que todos repetimos sobre lo que puede llegar a ser el país. Pero de las palabras a la acción hay un largo trecho.

¿Qué suele pasar en el mundillo de la inversión extranjera en relación con el “tema Venezuela”? Les comentaré algunas experiencias que he visto  de primera mano sobre el particular. Lo primero y más importante, y este es mi punto de partida, es que sí, efectivamente, hay gente interesada en invertir en el país, en poner su plata en la nación del Caribe. La carne en el asador.

Sin embargo, para que el filete llegue a la brasa existen algunos desafíos que, como dije, deben ser tomados en consideración. El primero es el más obvio: la seguridad jurídica y el marco sancionatorio que se desarrolla en torno a Venezuela. La seguridad jurídica tal vez sea el ítem clave. Los inversionistas siguen sin percibir que la jurisdicción sea lo suficientemente estable como para respetar las reglas del juego. Que en cualquier momento se cruzan los cables de las autoridades socialistas y vuelven a sus andanzas antiempresariales, porque la serpiente cambia de piel pero no de naturaleza, como reza el proverbio. Aunado a ello, por supuesto, está el tema del compliance y side effects que se originan por el marco sancionatorio que afecta el modo en que se integran los actores venezolanos al mercado internacional.

Los activos y agentes económicos venezolanos son percibidos como tóxicos por aquellos que no quieren problemas con las jurisdicciones de occidente, en especial de Estados Unidos. Y tienen razón. ¿Valdrá la pena arriesgarse y desafiar a la mayor economía del mundo para entrar en un mercado que no tiene garantías ni estabilidad? El riesgo es muy elevado. Incluso para un mercado frontera. En lo personal pienso que pesa más el tema de la seguridad jurídica y las condiciones internas que el sancionatorio. El sancionatorio obra más en favor del argumento propagandístico y de la narrativa de víctima que usa el gobierno para justificar sus fracasos, pero ha sido el sistema interno, su poca idoneidad para la transparencia, fluidez y seguridad en el mundo de los negocios, la gran responsable de los problemas cruciales que ahuyentan a la inversión extranjera.

Adicionalmente, otro tema que he observado es el tamaño de los tickets de inversión. Venezuela se convirtió en un país de Pymes, con pocas inversiones que pudieran estar por encima de los millardos (billions) de dólares. Así las cosas, cuando se habla con fondos de inversión, no son pocos los que te dicen: “Es que mi ticket mínimo de inversión son 100 millones de dólares”. Amigo, la realidad es que con 100 millones de dólares puedes comprar el parque industrial de varios estados de Venezuela completos, porque las empresas están desmanteladas, descapitalizadas, muy venidas a menos. De forma tal que si bien pudiera haber algunos proyectos con ese apetito y tesis de inversión, sobre todo en el sector de la energía, oil & gas, lo cierto es que el país, muy al estilo de las antiguas repúblicas soviéticas en los incipientes años noventa, luego de disuelta la URSS, están profundamente subvaloradas, lo que trae consigo que hoy el país sea un plato de mayor interés para fondos medianos y pequeños, pero no para los fondos grandes, salvo las excepciones citadas. Para mí, esta particularidad abre el mercado a los fondos e inversionistas latinoamericanos, más en el rango de los mid-tier. Pero no deja de constituir una barrera para la llegada de los “grandes”.

Después, hay elementos adicionales que a veces no se ponderan de la manera en que uno quisiera. ¿Cuáles son las fuentes de información sobre Venezuela que realmente siguen los inversionistas de peso? No son los canales de televisión locales, ni los portales de noticias parroquianos. Es The Economist, Financial Times, The Wall Street Journal o Bloomberg. Y si bien estos medios consagrados pueden equivocarse y no tener el pulso del día a día como si lo tienen los medios venezolanos, en el extranjero lo que importa es lo que digan los medios internacionales.

Así, por ejemplo, si hipotéticamente el gobierno anuncia que tomará el Esequibo por la fuerza, y así lo reflejan los grandes medios, en la cabeza del inversionista lo que se avecina es una guerra. Puede que sea verdad o mentira, pero las percepciones son las que son realmente importantes, y sin duda este tipo de noticias no contribuyen a que se fortalezca el clima de inversiones en el país. Por supuesto, los medios no generan contenidos por ósmosis, y una buena cuota de responsabilidad sobre este tema la tienen las autoridades venezolanas, su acciones, discurso y narrativa.

Finalmente, el clima político. Las elecciones serán determinantes para ver cuál es el camino que toma el país. Continuidad versus cambio. No es un secreto que algunos empresarios apuestan a Maduro como símbolo de estabilidad, y creen que con él en el poder y un reconocimiento mayor de la comunidad internacional se pudieran dar cambios relevantes en la esfera económica venezolana. En lo personal, me aferro al proverbio de la serpiente y su naturaleza. El chavismo como movimiento, incluso con sus avances, no tiene hoy las condiciones ni la capacidad de realizar las reformas estructurales que requiere el país para llegar a la modernidad. Son demasiadas las barreras ideológicas, así como los intereses en juego que permitan trazar el camino para una sociedad libre. Y este es, tal vez el mayor cometido para que Venezuela logre tener mucha inversión, desarrollo y prosperidad.

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