«Pronto». «Falta poco». «Eso es ya». «Aguanta un poquito». «Ya casi». Estas frases y muchas más salen a diario de la boca de nuestros políticos cada vez que se refieren a la tan aclamada y necesaria salida de Nicolás Maduro del poder. Pero ¿qué será para ellos «pronto»? ¿qué significará para ellos eso de «falta poco»? Definitivamente, sus conceptos de tiempo no son los mismos que manejamos los venezolanos comunes y corrientes, más aún, la diferencia entre ambas interpretaciones es abismal.
¡Qué dificil se nos hace a los venezolanos seguir aguantando la pela! Tanto los que seguimos dentro como los que en su momento decidieron emigrar pasamos los días montados en una montaña rusa de emociones, con cambios de humor incomprensibles, una ansiedad que no cede, una mente que no para y la angustia constante de cómo resolver el siguiente día.
Tanta es la desesperación que buscamos tablas de salvación para aferrarnos a alguna ilusión, por muy efímera que esta sea, que nos mantenga en pie: alguna declaración internacional que nos dé esperanzas, análisis políticos de distintas índoles, videntes que pronostiquen hechos que nunca se concretan o consejos espirituales, astrológicos y religiosos para mantener la cordura.
Estamos desgastados emocional, social y físicamente. Cada día presentamos un examen de supervivencia. Nos movemos en una realidad agotadora, extenuante, en la que si no es el agua es la luz, si no es el gas es la gasolina, si no es la escasez de alimentos es que estos son incomprables, si no es la hiperinflación en bolívares es la inflación en dólares, si no es el gobierno es el coronavirus, si no son los chavistas es la oposición.
¡Cuánto pesa en este momento una solicitud de paciencia! A estas alturas de la devastadora realidad nacional pareciera que nos cachetearan cada vez que nos dicen que aguantemos un poco más. Entendida la paciencia como la capacidad de soportar las adversidades sin descomponerse; saber esperar tranquilamente una cosa, especialmente cuando esta demora mucho o es muy anhelada, me pregunto ¿qué más nos van a pedir? ¿Hasta cuándo podremos soportar sin morir en el intento?
Definitivamente, la diferencia entre los tiempos y la paciencia entre unos y otros las marcan algunas condiciones. No es igual la espera para quien tiene la barriga llena, está con aire acondicionado maraqueando un buen whisky y tiene plata en el bolsillo, que para el que está encerrado sin comida, con los muchachos llorando por hambre, sudando la gota gorda porque no hay electricidad, sin agua ni para lavar los baños y sin un dólar en la cartera, solo confiando en que alguno de los suyos le pueda enviar una ayudita desde el extranjero.
Entonces, ¿qué es «pronto»? ¿Qué es «falta poco»? ¿Qué significa «eso es ya»? ¿A qué se referirán con «aguanta un poquito»? ¿Qué será «ya casi»? Todo depende del cristal con que se mire pero el del grueso de los venezolanos ya no da para más.
@gladyssocorro
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