OPINIÓN

Qué pasa con el Caribe

por J. Gerson Revanales J. Gerson Revanales

La difícil reunión del Consejo Permanente en la OEA el pasado 6 de los corrientes no puede pasar por alto y amerita ¿un por qué? y de la relación entre el legalidad, “legalismo” y la realidad, una cuestión compleja, que ha sido debatida por filósofos y juristas a lo largo de la historia. Ambas fuerzas interactúan de manera dinámica y en ocasiones pueden entrar en tensión. La legalidad es la adherencia a la ley, se refiere al cumplimiento estricto de las normas y leyes establecidas; el “legalismo” va más allá de la simple conformidad con la ley. Implica un extremismo rígido y literal a las normas jurídicas, incluso cuando estas pueden resultar injustas o ineficaces, Está revestido de un formalismo excesivo,  suelen enfatizar la forma sobre el fondo, es decir, se preocupan más por cumplir con los requisitos formales de la ley que por lograr resultados justos y equitativos por su falta de flexibilidad, dificultando la adaptación de las leyes a las nuevas circunstancias y necesidades sociales y políticas.

El debate sucedido en la OEA, con motivo del informe presentado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Venezuela: “graves violaciones de los derechos humanos en el contexto electoral, el cual analiza técnicamente en tres etapas: -la estrategia represiva del régimen para impedir la participación política de la oposición, – obstaculizar el desarrollo de una contienda electoral libre, justa, competitiva y transparente, y – sembrar terror en la ciudadanía, todo ello, con el propósito de perpetuarse en el poder.

El informe no pudo pasar a causa del legalismo del bloque isleño al no lograrse la mayoría absoluta requerida de los 18 votos, debido a las objeciones técnico-legales, argumentadas por la representante de las Bahamas, lo cual pone sobre la mesa si las violaciones de los derechos humanos, del sistema democrático, de los principios de la Carta Democrática, están subordinados a un legalismo mal entendido o mal aplicado ante situaciones de emergencia. De acuerdo con las delegaciones que impidieron la presentación del informe de la CIDH sobre Venezuela, preguntamos: en caso de estarse cometiendo un crimen en la residencia de alguno de los honorables representantes diplomáticos, los agentes del orden público no podrían actuar, debido a que se violaría la Convención de Viena Diplomática?

Hay una gran diferencia entre legalidad y legalismo: la legalidad se refiere al conjunto de normas y reglas que rigen la conducta humana en una sociedad. Estas normas, contenidas en leyes y reglamentos, buscan establecer un orden social y garantizar la justicia. El derecho, en este sentido, crea una realidad normativa, un mundo ideal al que se aspira; mientras que el legalismo se utiliza para burlarse o en el mejor de los casos evadir la ley, sus responsabilidades y compromisos. Al mismo tiempo, la realidad, se maneja dentro de un entorno complejo, cambiante, incluso peligroso y agresivo, independientemente de las normas jurídicas. 

El debate dado por las 14 delegaciones entre ellas Uruguay, Panamá o Canadá por sacar adelante el informe de la CIDH, demostró que la relación entre lo legal, el legalismo y la realidad es dialéctica, llegando a producir tensión entre las delegaciones presentes, cuando la norma se aplica a la sombra de intereses políticos o raciales, como se evidencio en la argumentación de algunas delegaciones opuestas al informe de la CIDH. Para todos los que vieron la penosa sesión fueron testigos de las argumentaciones de la delegada que acusó a la Secretaría de la organización de discriminar a las delegaciones angloparlantes por su color negro y  en otras ocasiones al momento de distribuir los informes.

Efectivamente, el informe no pasó, a pesar del apoyo de 14 delegaciones que votaron a favor, sin embargo esta sesión ratificó que hay dos Caribes. Un Caribe poco integrado a la región, cultural y políticamente. Venezuela es tan caribeña como cualquiera de las islas que lo componen, al grado que por toponimia el nombre del mar y la subregión proviene de nuestros pueblos originarios. Hay un Caribe resentido hacia Venezuela; desconociendo que el proceso de abolición de la esclavitud en Venezuela está atado con el movimiento independentista en 1810. Simón Bolívar, el Libertador, fue el primero en impulsar la abolición de la esclavitud en 1816, y el general José Gregorio Monagas, Presidente de la República, firmo el ejecútese de la Ley de Abolición de la esclavitud en Venezuela, el 24 de marzo de 1854, sancionada por el Congreso el día anterior. Venezuela ha auspiciado la labor y trabajo del Comité de Descolonización, órgano de las Naciones Unidas, que supervisa el proceso de descolonización de los países y pueblos coloniales. El mejor ejemplo de ello es que, a pesar de la disputa existente por el Esequibo, Venezuela apoyó la independencia de Guyana y tiene tanto mar territorial o línea costera que muchas de las islas caribeñas; sin embargo, hay un Caribe que pretende desconocer los acuerdos internacionales de delimitación marítima, entre ellos: el Tratado de Límites marítimos de 1978 con los Países Bajos; el Tratado de Límites marítimos de 1978 con Estados Unidos que estableció los límites marítimos entre Venezuela y Puerto Rico e Islas Vírgenes de los Estados Unidos y el Tratado sobre delimitación de áreas marinas y submarinas con República Dominicana; No queremos pensarlo pero a lo mejor esta es una de las razones por las cuales ese Caribe, vota en bloque en contra de Venezuela cuando se trata de la reclamación del Esequibo, derechos humanos y defensa de la democracia 

Pero la cuestión es otra, es convencer a quienes apoyados en tecnicismo y legalismos, bloquean las realidades. Para ello, una de las soluciones es el acercamiento a estos países. Solo faltaron 4 votos para que fuera aprobada la presentación del informe. Quizás la próxima vez se logre, pero para ello la diplomacia tiene sus canales. Hay que buscar su apoyo, el contacto directo. Bienvenido el apoyo de la Unión Europea, de los países centroamericanos y latinoamericanos, pero es necesario también el apoyo del Caribe y para ello hay que acercárseles e informarles de nuestra realidades, lo cual hasta ahora no se ha visto ni se ha trabajado.