Le pido permiso a Mafalda para usar su grito contra el caos del mundo. Me había propuesto no volver a hablar de política, ni de los políticos. Cada día, gracias a ellos, el mundo está peor.
El asesinato de Navalny, ejecutado por Putin, me hizo darme cuenta de que no puedo seguir en este mundo y no hablar. Los enanos psicológicos, como el maldito dictador ruso, no soportan a un ser humano valiente, que lo enfrentaba sin miedo. Ese cobarde lo hizo desaparecer, pero lo convirtió en un mártir.
Esta barbaridad me hizo volver a escribir. No puedo quedarme callada. Tenemos que hacer algo para que el asesinato de Navalny no pase por debajo de la mesa. Putin no se cansa de matar a quienes le dicen la verdad, a los valientes que lo enfrentan. Mata a cada persona que le contradice, y sigue caminando libremente por el mundo. Se sube sobre otros para verse, y nosotros no reaccionamos.
¿Qué está pasando en el mundo? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué le estamos dejando a nuestros hijos? Se me parte el corazón cuando mi hija Estefanía me dice que el mundo es un desastre. Cuando la observo llorar por los niños muertos que ve por las redes, debido a las guerras.
Los mal llamados “periodistas” y “noticieros” exhiben a cualquier hora a niños ensangrentados, mujeres embarazadas muertas, masacres en hospitales, viejos llorando abrazados a sus hijos, esposos o nietos… Eso es prensa amarilla. Se supone que no debe exhibirse a cualquier hora y en cualquier medio. ¿Estamos locos? Esas imágenes dejan huellas terribles en nuestros niños.
Creo profundamente en Dios. Sé que no lo puedo entender, pues está muy por encima de nosotros. A veces peleo con Dios y le preguntó por qué pasan estas cosas, por qué el mundo cada vez está más agresivo e injusto y cómo existen gentes tan malas como Putin, que disfrutan destruyendo, empeorando la vida de miles, separando familias, solo para lograr lo que quieren sin importarle nada. Entonces, mi esposo Álvaro me mira y me dice: “Ya lo dice la Biblia. Dios ante una pregunta como esta, contestó: tus caminos no son mis caminos”.
Mientras tanto, yo quiero parar el mundo, porque al menos hoy me quiero bajar de este caos que no entiendo. Gracias, Mafalda, por darme esta opción.