OPINIÓN

¿Qué hace Irfaan Ali en Washington?

por Jorge Luis Fuguett Jorge Luis Fuguett

Antes de llegar al punto actual ante la Corte Internacional de Justicia, sería bueno recordar algunos antecedentes en la relación entre Guyana y Estados Unidos.

El exdictador de Guyana Linden Forbes Burnham, en 1968, se reunió con el presidente de Estados Unidos Lyndon B. Johnson, a dos años de recibir la independencia de Gran Bretaña. Burnham de inmediato le salió con el tema territorial con Venezuela a lo que el Presidente estadounidense le dijo textualmente «esta reunión debe ser manejada de tal manera que no ofenda a nuestros amigos venezolanos”. Nueve años después, en 1977, Burnham buscó reunirse con el entonces presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter. Había solicitado una audiencia con el presidente de los Estados Unidos para octubre o noviembre de ese año. Fue rechazado. A pesar de los mejores esfuerzos de la Embajada de Guyana en Washington y el Ministerio de Relaciones Exteriores en Georgetown, Burnham no logró obtener una audiencia con Jimmy Carter.

Burnham tenía sus razones. Jugó en ambos lados de la división ideológica. A pesar de mantener relaciones con el bloque comunista en la URSS, Corea del Norte y Alemania Oriental, Burnham deseaba apaciguar cualquier preocupación que Occidente pudiera haber tenido sobre su inclinación hacia el bloque socialista. Como tal, tenía muchas ganas de hacerle una visita de cortesía a Jimmy Carter antes de emprender otro camino ideológico.

El presidente de un país nunca debe aceptar ser recibido por funcionarios de segundo nivel del gobierno de Estados Unidos. Erosiona la dignidad del cargo de jefe de Estado ir al extranjero para reunirse con funcionarios gubernamentales de segundo nivel.

El lunes pasado se informó que el presidente de Guyana se reunió con el subsecretario de Comercio de Estados Unidos. Esto es como reunirse con un ministro subalterno. Caso contrario, el gobierno guyanés lo anunció con fanfarrias.

Los Estados Unidos de América son muy hábiles en la diplomacia. En algún momento de las reuniones entre el presidente Irfaan Ali y funcionarios estadounidenses se dará a conocer la verdadera razón por la cual una delegación de Guyana fue invitada a Washington.

Estados Unidos no ha invitado al presidente simplemente para mejorar las relaciones comerciales. Estados Unidos representó un tercio de las importaciones de Guyana en 2020. Esto fue mucho más que las exportaciones de China a Guyana. Estados Unidos es también una economía impulsada por el sector privado. El gobierno no va a comprar ningún producto de Guyana; eso quedará en manos de las empresas privadas en Estados Unidos.

Estados Unidos le podrá prestar dinero a Guyana con este viaje. Pero recordemos que Guyana es ahora, de manera ilegal, un Estado productor de petróleo. Tiene cientos de millones de dólares estadounidenses de sus ingresos petroleros guardados en Estados Unidos. El país está atrayendo enormes inversiones, incluso de empresas estadounidenses, muchas de ellos de manera geopolítica usadas como “buffer-zone” en caso de algún ingreso militar venezolano.

Si Guyana está buscando inversiones, el gobierno de Estados Unidos la dirigirá a organizaciones empresariales. De hecho, se informa que la delegación se reunirá con empresas y sus asociaciones.

La presencia de la embajadora de Estados Unidos en Guyana sugiere que habrá conversaciones formales con funcionarios del gobierno de Biden. Una vez que hay conversaciones oficiales, se requiere que el embajador de Estados Unidos esté presente.

Entonces, ¿cuál puede ser la verdadera razón por la que una delegación guyanesa de alto nivel está en Washington? La Seguridad Nacional no parece ser un problema. Venezuela tiene estrechos vínculos con Rusia e Irán, y esta última ayuda a impulsar la refinación de crudo en Venezuela. Sin embargo, si los estadounidenses estuvieran preocupados, habrían insistido en que la delegación de Guyana incluyera al jefe de Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Guyana o al asesor de Seguridad Nacional.

Entonces, si no es economía, solo puede ser geopolítica. Es probable que Venezuela no aparezca en las conversaciones, al menos de manera pública. Estados Unidos busca involucrar a Venezuela en conversaciones para comprar petróleo. Aún no se ha concretado nada, pero no se ha descartado esa opción. El tema del Esequibo no será discutido abiertamente por lo antes expuesto, además de que Guyana busca bajar la guardia por respeto al interesado apoyo del Caricom a que se eliminen las sanciones a Caracas y se pueda comercializar nuevamente el petróleo venezolano a las islas angloparlantes del Caribe. Por supuesto que esto no desestima la irrevocable decisión guyanesa de mantener su optimismo ante la Corte Internacional de Justicia y su candidatura para ser parte del Consejo de Seguridad de la ONU en 2023 y solidificar un posible veredicto a favor de Georgetown sobre la validez del Laudo de 1899.

Esta visita exprés a Estados Unidos sale de China. Los estadounidenses están preocupados por la creciente influencia de China en América Latina. Sin duda, habría estado molesto por el cambio radical del gobierno de Guyana en tener relaciones con Taiwán. Pero no es probable que Taiwán sea la razón por la que el presidente, el vicepresidente, el ministro de Relaciones Exteriores y el secretario de Relaciones Exteriores de Guyana estén en Washington.

La verdadera razón puede ser la investigación de Vice News y las denuncias que han surgido en relación con las empresas chinas que operan en Guyana. La delegación de Guyana pudo haber sido convocada a Washington para decirles en voz baja pero con firmeza que su gobierno será investigado. Las conversaciones con las organizaciones empresariales y los funcionarios del gobierno estadounidense de segundo nivel pueden ser la cortina de humo.

Ya veremos en un futuro cercano la movida china, quienes con mano de seda conocen todos los secretos de los guyaneses, comenzando por el vicepresidente de ese país, Bharrat Jagdeo.

Ante todo esto, Venezuela no debe bajar la guardia ni darle ojitos a la sonrisa del Caricom, un conglomerado que apoya, año tras año, la usurpación guyanesa del Esequibo.