¡Dedico este artículo, con orgullo y profundo amor, gracias a El Nacional, a los maestros que he tenido a lo largo de mi existencia!
Desde el estudio, la ciencia, la investigación, la práctica y el pensamiento reflexivo emanarán siempre maravillosas oportunidades de comprender las transformaciones que ocurren en nuestro entorno, en nuestras vidas. ¡Todo el universo es un cambio constante! Con Antoine Lavoisier (1743-1794) aprendimos: “Nada se crea, nada se destruye, todo se transforma”. Legado fundamental de su principio de conservación de la masa.
La esencia de enaltecimiento de la condición humana descansa en el principio universal, y universitario, de la búsqueda de la verdad. Verdad y justicia que son amor para la convivencia y para la paz. No puede haber paz sin justicia, expresó el benemérito mexicano Benito Juárez (1806-1872).
Desde todas las perspectivas que nos sea posible debemos buscar la verdad científica, política, económica y sociológica. Ello es vital. La tarea mal entendida desde el ego de un manejo de información instantánea, que no se reflexiona y comprende realmente, mediante redes u otras, parece desdibujar para muchos el necesario esfuerzo consistente, consciente y disciplinado, del estudio y de la investigación científica. No desaprovechemos y descuidemos el mejor uso de tales herramientas.
A nosotros, todos los que hemos tenido el privilegio de recibir una cantidad y calidad de información y formación científica fundamental, se nos plantea el reto ineludible de «buscar y compartir la verdad encontrada». Es decir, el deber ser de nuestro aporte para el bien esencial que es la construcción incesante de un mundo mejor. Todo cuanto nos sea posible compartir e intentar acercarnos a la comprensión de las cosas deberá ser, precisamente, para una mejor calidad de vida de nuestras naciones, y de nosotros mismos.
Gracias al conocimiento, gracias a los que nos precedieron en ese esfuerzo de formar con valores, el mundo ha avanzado tecnológica y humanamente. Pero falta mucho todavía en el inmenso espacio de desigualdad e inconsciencia cívica existente. Con nuestro esfuerzo decidido debemos avanzar, día a día, más y más. Esa es ley inexorable que habrá de abrir «nuevos caminos al andar»; como me gusta parafrasear al andaluz insustituible Antonio Machado. ¡Seamos caminantes al andar y abrir las mentes hacia nuevos caminos para el progreso!
Hoy día, en el terreno político, no hay amenazas estáticas. Más bien, hay constantes y poderosos grupos de conspiración criminal que surgen, de tiempo en tiempo, y que la humanidad debe enfrentar desde una perspectiva multilateral liderada por los países más avanzados. Desde la educación también debe hacerse mucho más decididamente. Esa es también una realidad necesaria en nuestro mundo actual. ¡Ese es el cambio constante y necesario hacia un modo mas eficaz de cómo se puede formar y llegar a tener un mejor ser humano! ¡Solo a través de mejores ciudadanos tendremos una mejor sociedad! Una «alianza internacional por la libertad, la democracia y el progreso».
Logremos juntos, con conocimientos y métodos, nuevas fórmulas que nos permitan “mejor administrar” para un bienestar colectivo e individual, mediante decisiones desde nuestra área de influencia o especialidad; según capacidades desarrolladas y talentos.
Desde nuestra Cátedra Internacional por la Libertad Francisco de Miranda saludando con orgullo y dedicando este artículo a todos los educadores venezolanos en su diaria lucha heroica, tomamos partido para exhortar a los privilegiados de las élites mundiales que han tenido afecto y enseñanzas gracias al amoroso esfuerzo de miles de maestros, a que compartamos con alegría y amor por la vida el debate de conceptos fundamentales. ¿Qué es realmente libertad? ¿Qué es democracia? ¿Cuál es nuestro “oxígeno como seres humanos? ¿Cómo alimentarnos de esa otra respiración más allá de ese oxígeno que identificó el gran “Antoine Lavoisier”? Perteneciente al mismo tiempo generacional de ese otro inmortal, como lo fue Francisco de Miranda (1750-1816), quien nos alimentó del amor al otro ¡oxígeno vital llamado libertad!
Nuestra apuesta es hacia que el amor vencerá cada día al odio: «golpe a golpe,verso a verso». A pesar del lamento y de la lágrima oportuna y necesaria, como la del científico- matemático Lagrange, quien diría sobre haber llevado a la guillotina a Lavoisier durante la «Revolución francesa»: «Tomó solamente un instante cortar esa cabeza, pero Francia no podrá producir otra similar en un siglo”. «Mataron al mensajero pero no la idea».
Preguntémonos sobre nuestra Venezuela actual, ¿cuánto tiempo nos tomará restablecer el pensamiento de libertad y democracia? Asumamos y retemos nosotros al mundo preguntándoles ¿cuál es su solidaridad efectiva para vencer el genocidio en Venezuela? ¿Qué habrá de prevalecer durante este año 2020 en nuestro caso: odio, amor u olvido?.
@gonzalezdelcas
catedrainternacionalibertad@gmail.com
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