OPINIÓN

¿Qué está pasando?

por Alberto López Núñez Alberto López Núñez

Iván Duque y las FARC en un simbólico encuentro

El mundo está totalmente descuadernado. Como en toda crisis, el viejo orden no termina de finiquitar y el nuevo no comienza a imperar. Pero lo que hace esta crisis terriblemente dramática es que los bandos (o mejor dicho uno de ellos) no están claramente alineados. Estamos en una clara lucha entre el bien y el mal, entre el comunismo y el liberalismo, en el sentido clásico del término. Los comunistas sí están claros en los objetivos y los medios, por eso están ganando por goleada la batalla. Los liberales se encuentran desorientados y por lo tanto desunidos, y esto está determinando su cruel derrota.

El comunismo siguiendo la doctrina gramsciana desde hace décadas se dedicó a cooptar la infraestructura ideológica mundial, y hoy vemos su total dominación: el aparato educativo, adoctrina desde niños en el aborrecimiento de los valores de la civilización occidental, los media difunden una realidad distorsionada a favor del triunfo del comunismo, los empresarios financian y apoyan las iniciativas del progresismo, la academia propaga una ideología antiorden natural, así sucesivamente hasta llegar a una Iglesia Católica dirigida por un Papa, que si bien se cuida de no propagar la heterodoxia comunista en los documentos oficiales, en sus actuaciones es claramente pro comunista.

Así los gobiernos de Europa, Asia y América Latina, todos, incluidos los supuestamente de derecha se inclinan ante los dictámenes de la izquierda totalitaria. La Unión Europea no se atreve a luchar por sus intereses civilizatorios, vemos a Piñera en Chile ser subyugado por las protestas vandálicas y ceder ante la imposición comunista de una constituyente que, como todas, dictará una Constitución hecha a la medida del socialismo del siglo XXI, y a todos los demás presidentes supuestamente liberales, bailar al son de las medidas del progresismo, como ahora se hace llamar el comunismo.

El caso colombiano es patético. El farcsantismo quiso imponer un acuerdo de entrega del país a las FARC, mediante el engaño y la corrupción para ganar un plebiscito. El pueblo colombiano mostró su valor y fortaleza rechazándolo, pero paradójicamente el liderazgo democrático cedió y dejó que la dictadura se instalara a través del desconocimiento del resultado del voto y la inclusión de esta falacia jurídica dentro del hilo constitucional. Gracias a esta aberración el narcoterrorismo comunista cogobierna hoy a Colombia.

Los colombianos no nos rendimos y elegimos a Duque presidente, confiados en su palabra de acabar con la impunidad y elegibilidad de los criminales de lesa humanidad de las FARC y derogar la justicia paralela impuesta por el comunismo internacional para darle impunidad a las FARC. No solamente no hizo eso, sino que se ha dedicado, y se dice orgulloso de esto, a cumplir fielmente el írrito e ilegal acuerdo de entrega del país al narcoterrorismo comunista. En la realidad este gobierno ha sido más complaciente con las FARC que el mismo Santos, increíble.

Pero esta insólita situación no se detiene allí, Duque tiene a destacados farcsantistas gobernando, la estructura gubernamental en las regiones está en manos del farcsantismo, Duque sigue los lineamientos de la Fundación Buen Gobierno de Santos, desprecia al CD y oye y galantea a los Verdes, la parte legal de las FARC y al samperismo. Es por lo que Duque ha cometido errores garrafales como apoyar la estrategia de posicionamiento de Claudia López llamada consulta anticorrupción, obedecer las órdenes del farcsantismo de no fumigar con glifosato, manchar el honor e impedir la legal actuación de militares y policías, propiciar un acuerdo internacional que le quita totalmente la soberanía  a la nación y entrega el desarrollo del país al boicot de ONG soristas, como el Pacto de Iguazú.

Todo ello sería hasta aceptable, si no fuese por la gota que rebasa el vaso: el gobierno y el CD están propiciando la instauración del mecanismo que utiliza el comunismo para llegar al poder: el fraude electoral a través del voto electrónico. No ha habido explicación de tan fatal y antipatriótica conducta, obvio porque no la hay, salvo un tweet del representante Uzcátegui señalando que este les da transparencia a las elecciones. Ridículo, es precisamente todo lo contrario, el voto electrónico acaba con toda posibilidad de prueba del voto, elimina el secreto de este y se presta a todo tipo de manipulación del voto vía Internet.

De aprobarse esta calamidad para la democracia colombiana, el CD está asegurando la llegada al poder en Colombia del socialismo del siglo XXI, en cualquiera de sus dos versiones: Petro o Fajardo.  Existen pruebas científicas que donde hay voto electrónico hay fraude, desde Filipinas, pasando por Estados Unidos (que Trump lo demostrará en las próximas semanas) hasta obviamente los países del ALBA y afines. Esta actitud colaboracionista del CD con el farcsantismo es una estocada final a la libertad y la democracia colombiana. Serán los liberales (repito, en el sentido clásico) los culpables de la instauración del socialismo XXI en Colombia. Uribe todavía no se ha pronunciado públicamente, espero que su última palabra del siglo a desbarate esta locura, Dios y la Patria se lo retribuirán.