OPINIÓN

Qué es un migrante 

por Pancho Aguilarte Pancho Aguilarte

venezolanos, Biden 174 millones

Existe un solo tipo de migrante o son varios, son alegres o son tristes, tienen memoria o tratan de olvidar con cantos y cervezas. No son de aquí , ni son de allá… como decía el gran Facundo Cabral.

Han existido desde siempre o son arrastrados por las corrientes del destino. Según, desde la Prehistoria andamos en esa incansable búsqueda, pero ¿de qué? De paz, de tranquilidad, uno no sabe, pero la verdad es que su presencia y sus huellas nos llevan a pensar que gracias a ellos ha florecido la cultura, la gastronomía, los bailes, la comida, todo o casi todo.

Pero tuvieron todos la nostalgia por regresar alguna vez a la tierra que los vio nacer. Por supuesto y especulo yo en esto ¿la migración de ahora, la contemporánea, obedece a otras razones, a otras causas? ¿O es que el hombre como especie humana está destinado a no estar en un mismo lugar para toda la vida? Como diría el filósofo Heráclito: “Nunca nos bañamos con el agua del mismo río dos veces”, porque el agua está en constante fluidez, aunque muchos quisieran que la misma agua del mismo río los bañaran siempre. No lo sabemos o nunca lo sabremos, al menos no en esta vida, pero no es fácil despegarte del lugar donde naciste, creciste, te desarrollaste, forjaste una familia. Todo aquello que supone te da estabilidad, paz emocional, apego y sentido de pertenencia, haciendo distintos los motivos de ahora a los de antes.

Digamos que antes, cuando comenzaron las olas migratorias, estas se producían por causas de la naturaleza. El hombre buscaba las mejores condiciones para establecerse, pero la migración de ahora es por razones humanas o impulsadas por condiciones que impone el hombre.

Concluimos entonces que las primeras estaban más que justificadas y contribuyeron a la distribución de la población en el mundo, pero las de ahora -sin desmeritar los aprendizajes de quienes emigran y de quienes la reciben- no son tan agradables ni deseadas como las de antes.

Están impulsadas por el odio, la intolerancia, la exclusión y la corrupción de quienes gobiernan y el deseo de perpetuarse en el poder.

Imaginamos que en las primeras la curiosidad, la interacción con el medio y la adaptación eran perspectivas motivadoras para esos desplazamientos, pero las de ahora son un cúmulo de nostalgias y añoranzas de la vida anterior. Las luchas entonces que se dan por lograr el regreso obedecen a la necesidad de volver por esos caminos que acostumbramos a desandar y que hoy distantes y lejanos se niegan a volver a ser parte de nuestras vidas.

Hace seis años, cuando las circunstancias me hicieron venir a esta ciudad, unos migrantes cubanos me dijeron que mientras más rápido uno se acostumbre a que perdió su país, menos doloroso será. Pero no es fácil acostumbrarse, son tantas las cosas que viven en lo más profundo del alma y del corazón que supongo no desaparecerán con el tiempo sino por el contrario se agrandarán más y más hasta que un migrante entonces es una persona que recuerda que alguna vez tuvo una patria, alguna vez tuvo un sueño del que no quisiera despertar.

Sus risas ya no resuenan con la fuerza de antes, los árboles son de un verde extraño y la tarde ya no forma parte de las infinitas caminatas que elaboraban un futuro grandioso.

El mundo, o mejor dicho sus líderes y sus instituciones están obligados a debatir sobre la migración, sin cálculos y sin revanchismo, tan solo pensar en el ser humano, sus condiciones , sus expectativas, su paz y su tranquilidad. El planeta debe ser el lugar seguro para todos, independientemente de las condiciones geográficas y culturales que nos separan y que como antes deben ser las que nos lleven a conocer y disfrutar de esas diferencias que nos acercan y nos hace llamar hermanos a nuestros semejantes.