Lo que faltaba: Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, parece ser ahora el encargado de explicar lo que el papa Francisco quiso decir cuando propuso una “bandera blanca» como solución a la guerra de Ucrania.
¿Y quién la debe enarbolar?, no lo dijo; ¿los ucranianos? Estos así lo interpretaron y ya le respondieron al pontífice que nunca izarán otra bandera que no sea la amarilla y azul de Ucrania por la cual viven y mueren.
Peskov dijo que no era eso lo que Bergoglio planteó, sino que en realidad se pronunció a favor de negociaciones. ¡Ahhh! ¿Y sobre qué bases?
Por ejemplo, el inmediato retiro de las tropas invasoras del territorio ucraniano. No hay otra. A partir de ahí sí, entonces, negociar de qué forma Putin reparará a Ucrania por todos los daños infligidos, en vidas humanas y materiales. De paso se puede encarar el tema de los territorios ucranianos que Rusia ocupa desde antes de la actual guerra.
Respecto a la debida compensación se podría ver en qué pueden ayudar la ONU y tantas organizaciones humanitarias, tan ocupadas y preocupadas en otras regiones del planeta.
El nuevo vocero del Vaticano también podría ilustrarnos acerca de qué es lo que el Papa le pide a su Dios en sus «constantes oraciones por la paz». Ruegos en los que no ha tenido mucho éxito, por cierto.
Públicamente Francisco parece más alineado con Lula y contra Occidente. No se le ve como muy neutral.
Lo de Ucrania es simple: primero el retiro de las tropas invasoras. Es ridículo, vergonzoso proponer “banderas blancas” o “negociaciones” sin esa condicionante.
Lo de Gaza, en cambio, resulta algo más complejo. Uno diría que si Hamás libera a los rehenes, los que junto a los 1.160 asesinados motivaron la reacción israelí, con todas sus consecuencias en muertes y ciudades arrasadas, el mundo puede reclamar y exigir a Netanyahu el cese del fuego y el retiro de Gaza. El fin de la guerra y camino allanado para la convivencia en paz. Cada uno con su Estado.
Ocurre que la gente de Hamás no quiere que exista Israel. Así no es fácil. Y se esmeran en hacerla más difícil: reclaman el cese del fuego definitivo, el retiro de las tropas israelíes y a partir de ahí verían el tema de los rehenes. Hamás se niega incluso a informar cuántos de los 130 rehenes están vivos. Un dato que las «organizaciones» a las que ya nos referimos podrían averiguar: manejan tantos que reparten urbi et orbi, que cómo que no van a tener algún contacto “adentro” que les diga cuántos rehenes están vivos y cuántos muertos.
Y la guerra sigue. Es que los mediadores como Lula y el Papa ayudan poco. Patean para un solo lado.
Lo de Lula con Venezuela, otro caso, es lamentable. Hay presos políticos y Maduro censura a los medios, maneja los tres poderes y proscribe a la candidata de la oposición, María Corina Machado, la que igual podría ganarle. Ni ese riesgo quiere correr. ¿Y qué dice Lula?, ¿reclama que no haya proscripciones? No, le dice a Machado que no “lloriquee” y que nombre un sustituto y acepte. ¿Puede creerse? Lamentable lo de Lula y lo de Brasil. No es nuevo, pero ahora ya ni tratan de disimularlo.
Dicen que para las elecciones venezolanas invitarán a “observadores”. ¿Y qué van a “observar”?: con María Corina o sin María Corina, ya de antemano se sabe que no serán libres ni democráticas.