OPINIÓN

¿Qué culpa tiene el beisbol?

por Alexander Cambero Alexander Cambero

Hemos visto que la decisión de Major League Baseball de prohibir que los peloteros jueguen en Venezuela es celebrada por muchos que le endosan al primer pasatiempo nacional la responsabilidad de lo que acá ocurre. Pero es un craso error vincular la titánica tarea de un grupo de empresarios que, desde hace 74 años, mantiene un evento que lleva alegrías al ciudadano común.

La enorme incapacidad argumentativa de nuestra castrada dirigencia política cree que nuestra pelota tiene que pagar las culpas de una crisis que le es ajena. La LVBP no nació por generación espontánea. Respondió al clamor popular del venezolano que anhelaba ver a sus estrellas en nuestros estadios, el impacto generado por la llegada de Alejandro “Patón” Carrasquel al beisbol de las grandes ligas. Venezuela se paralizó el 23 de abril de 1939 cuando debutó frente a los Yankees de Nueva York, ponchando seguido a Joe DiMaggio, Lou Gehrig y Bill Dickey. La alegría del pueblo fue absoluta: todos querían ser Alejandro Carrasquel.

Posteriormente, la épica victoria venezolana en el Mundial de Beisbol en 1941, en La Habana, hizo que la idea de un campeonato con mayor formalidad de los conocidos en la época cogiera cuerpo. Nuestro enorme crecimiento en el terreno de las grandes ligas se debe a ello.

Muchas familias han conseguido el progreso debido al colosal esfuerzo realizado por gente de este deporte. El beisbol profesional es una fuente de empleo que garantiza alimentos en la mesa de muchos venezolanos. Ahora vayamos al encuentro del debate.

Algunos sostienen que no debemos tener campeonato cuando un pueblo se muere de hambre. Es un argumento con algún razonamiento lógico. Sin embargo, esa situación es una responsabilidad absoluta del régimen. Que no tengamos hospitales bien dotados, tampoco alimentos y que estemos viviendo una escalofriante crisis es el resultado de esta dictadura, no del deporte profesional.

¿Por qué recibe financiamiento de Pdvsa? Esta empresa es del Estado venezolano, como tal nos pertenece a todos. Durante años han dilapidado nuestro dinero en actividades turbias, el beisbol profesional es otra cosa. Es un espectáculo que garantiza miles de empleos directos e indirectos. Es la tabla de salvación para muchas familias que esperan estos meses para solventar en algo sus dificultades.

El pueblo está sumergido en una pesadilla. Al venezolano le han quitado casi todo: los alimentos, la libertad, los medios de comunicación; ha tenido que convivir con la delincuencia, la corrupción absoluta, la incertidumbre sobre el futuro inmediato y además, como si fuera poco, algunos tienen hijos sufriendo en el exterior, lo que ha hecho añicos a miles de familias. Entonces, nos preguntamos: ¿le hurtaremos también su principal pasatiempo?

Algunos, que se hacen llamar demócratas, están de acuerdo con destruir una empresa de 74 años que dejará a mucha gente en la calle. Que no tengamos torneo es terrible. No existe mayor aliado del gobierno que aquellos que le ponen en bandeja el deporte profesional.