OPINIÓN

Putin le declaró la guerra a Occidente, Ucrania es solo su primer objetivo

por Emmanuel Rincón Emmanuel Rincón

Los misiles se estrellan contra las superficies de concreto. Los edificios colapsan, los padres lloran, los niños mueren, el mundo sufre, y Putin en sus desvaríos ordena más matanzas. Ya nada podrá evitar el derramamiento de sangre. ¿Qué necesita la OTAN para comprender que la guerra ya ha llegado? No hay forma de evitarla, cuando una persona se ha convencido de que tiene una especie de misión divina, podría destruir la humanidad entera con tal de cumplir sus propósitos. Si a Putin no le dolió las muertes y el salvajismo en la guerra contra los chechenos, si no le revuelve el estómago las imágenes de niños huyendo por las fronteras ucranianas, si no le importa mandar a su propia gente a inmolarse por sus pretensiones de grandeza, ¿qué le hace pensar a Occidente que todavía hay tiempo para negociar?

La diplomacia se extinguió, mientras más rápido asumamos esto, más rápido estaremos en camino de acabar con esta guerra; evidentemente no hay una sola persona en el mundo fuera de las fronteras rusas con ganas de iniciar una nueva guerra mundial, pero a la cabeza del Kremlin no la podrán hacer cambiar de opinión. Putin solo renunciará a sus pretensiones de dominar Ucrania y expandir el territorio ruso por la fuerza, la razón es que esto va más allá de una mera lucha ideológica, política o comercial, esto es para el carnicero petersburgués una especie de cruzada por la supremacía mundial que él y gran parte de los rusos considera un carácter elemental.

La premio Nobel de Literatura bielorrusa, Svetlana Alexiévich, lo explicó muy bien: «Creo que Putin refleja la opinión de los rusos medios que viven en los suburbios, esos rusos que no toleran la humillación». Ella alega que para escribir sus libros viajó mucho por Rusia y que muchos de sus ciudadanos hablaban constantemente de esa sensación de haber quedado en el ostracismo del mundo, de haber dejado de ser una gran potencia. “Hablaban de humillación más que de otra cosa: nadie nos tiene miedo —decían—. ¡Y cómo se alegraron cuando pudieron decir que Putin les hizo levantarse de estar arrodillados ante el mundo! Me temo que este sentimiento de imperialidad está muy arraigado», aseguró Alexiévich.

A Putin jamás le interesaron las zonas fronterizas ucranianas, siempre tuvo claro que lo ideal sería ir por el país entero, recuperar lo que él considera parte de la Rusia Grande, por eso es tonto pensar que de triunfar se va a detener en Kiev. Si Putin consigue hacerse con Ucrania, pronto dará pasos agigantados para terminar de adjudicarse otros territorios actualmente en disputa, utilizará las fuerzas prorrusas establecidas en Moldavia y Georgia para ampliar su territorio, y podría iniciar una gran rebelión contra el orden internacional establecido.

El jefe del Kremlin es de todo menos tonto, una mente brillante para procurar el mal, un individuo con entrenamiento de espía para calcular con minuciosa precisión cada paso militar y político. 2022 es para Putin la oportunidad perfecta de intentar volver a forjar la Rusia Grande, con un presidente impotente en la Casa Blanca, un mundo en caos y adormecido por la última pandemia, y las economías europeas más dependientes que nunca de su energía, era sin duda el momento de dar la estocada para recuperar esa grandeza extraviada de la Unión Soviética.

Por su parte, los ucranianos sí saben perfectamente a lo que se enfrentan, en sus memorias está latente el Holodomor al que fueron sometidos por el régimen de Stalin, ese que le quitó la vida a unos 10 millones de ucranianos que fueron torturados y hambreados por decisión política.

Zelenski lucha no solo por su territorio y su gente, lucha por la historia, por la memoria colectiva de todos los ucranianos que han padecido en el último siglo los desmanes que los rusos han provocado en su país, y en esa épica de David contra Goliat, podrá resistir lo que su cuerpo y ejército aguanten, pero sin la ayuda de Occidente, lo más seguro es que terminará su país reducido a cenizas, y Putin usándolo de pista de despegue para conquistar nuevos cielos.

La OTAN comete un grave error intentando postergar más este conflicto, Putin ya está demasiado comprometido, sabe que no hay vuelta atrás, está sancionado por el mundo, las empresas han huido de su país, el mundo diplomático le ha dado la espalda, y en su cruzada además ha quebrado la economía rusa.

Los rusos no le perdonarán jamás a Putin que todos estos sacrificios vayan a ser en vano, para él, esto es más que una guerra territorial, ya es un asunto de vida o muerte, o triunfa, o muy probablemente su cabeza terminará rodando por alguna plaza pública de Moscú.

Occidente, quiera o no, ya está inmerso en la guerra, no fue su decisión, pero ha llegado. Putin no puede retroceder y la OTAN tampoco debería hacerlo, es hora de enfrentar el mal, es eso, o seguir humillándose hasta que Ucrania sea desvanecida y los cañones apunten directamente a nuevos territorios.