Hoy quiero compartir con ustedes mis palabras como maestra de ceremonia de la Ópera Gala Caracas. Desde el ensayo general el pasado miércoles, me sentí agradecida de haber tenido que hablar sólo al comienzo, porque si hubiera tenido que hacerlo al final no hubiera podido: ¡lloré como una magdalena, de tanta emoción y orgullo que me produjo! ¡Y es que nuestro talento musical es infinito!:
Estimados amigos, esta noche me toca el honor de darles la bienvenida a la Sala Simón Bolívar del Centro Nacional de Acción Social por la Música, uno de los teatros más bellos del mundo. Y no estoy exagerando: ustedes, ahora mismo, por ejemplo, están sentados sobre obras de arte. Y lo que van a ver a continuación, es otra obra de arte.
Si me pidieran definir la ópera, diría que es un viaje emocional a través del arte y la música, desde que Jacopo Peri, con libreto de Ottavio Rinuccini, presentara Dafne, la primera ópera del hemisferio occidental, en Florencia en 1597. Caracas tenía entonces apenas 30 años de fundada y 2 años antes había quedado reducida a cenizas cuando el corsario Amyas Preston la incendió completamente. Hoy, 426 años después, estamos en este hermoso lugar, y seguimos celebrando esa maravillosa fusión de la poesía, la música y la representación teatral.
La ópera, a partir del inicio del siglo XVII, se extendió rápidamente por toda Europa, convirtiéndose en una forma de entretenimiento popular en las cortes y en los teatros públicos. Ha evolucionado y se ha difundido por todas partes, convirtiéndose en una expresión artística universalmente reconocida y apreciada, con lugar y nombre propio en la cultura y el arte: hay ciudades y teatros dedicados a su representación en todo el mundo.
La ópera nació con el objetivo de revivir la antigua tragedia griega, combinando el poder de la música, que es parte integral de la narrativa y las emociones que se transmiten, con la expresión dramática de los cantantes, que interpretan a los personajes y entregan sus sentimientos a través de sus voces, gestos y movimientos en el escenario.
Entre los compositores más destacados están Giuseppe Verdi, Wolfgang Amadeus Mozart, Richard Wagner, Georges Bizet, Gaetano Donizetti y Giacomo Puccini, algunas de cuyas obras escucharemos esta noche, un legado musical único.
Yo crecí oyendo ópera. Mi papá era un melómano empedernido y desde que llegaba a la casa ponía sus discos a todo volumen. De hecho, su maravillosa colección la donamos mi mamá, mis hermanos y yo a El Sistema, donde continúan siendo digitalizadas esas auténticas joyas de la música clásica.
Con esta gala queremos emocionarlos, porque es un homenaje a todos los inmigrantes que llegaron a Venezuela a hacer de ella su patria. Venezuela tradicionalmente ha sido un país de puertas abiertas y todos tenemos uno o más familiares cuyo origen está en otro punto del planeta, en ocasiones hasta en las antípodas. A esos “venezolanos porque así lo quisieron” -como me dijo una vez un italiano a quien dediqué un artículo-, que fueron piedra angular en la construcción de la Venezuela moderna, les hacemos llegar a través de este espectáculo maravilloso nuestras más sentidas gracias. También es un homenaje para quienes, como aquellos que vinieron en su momento, han emigrado en estos últimos tiempos tan difíciles. Ojalá que muchos de ellos regresen para la reconstrucción y, si no lo hacen, que recuerden siempre dónde están sus raíces.
Ahora los invito a que se dejen llevar por mundos imaginarios y a que se conecten con las emociones más profundas de la condición humana. Lo que veremos a continuación es un tesoro cultural que cautivó audiencias en el pasado, cautiva a las de hoy en día, y lo seguirá haciendo en el futuro, porque, por fortuna para todos, la ópera siempre estará de moda.
Y todo, todo, es puro talento venezolano: la orquesta Juan José Landaeta y su director, el maestro Jesús Uzcátegui; la coral Simón Bolívar y su directora, la maestra Lourdes Sánchez. Los cantantes (los nombro en estricto orden alfabético de sus apellidos) Ninoska Camacaro, Iván Andrés Cardozo, Gaspar Colón Moleiro, Natalia Díaz Sfeir, Anderson Piaspam, Betzabeth Talavera y Marilyn Viloria; los narradores Marianella Salazar y Antonio Delli y los productores generales Marbella Molina y Carlos Scoffio, al frente de un equipo que dio todo para montar un espectáculo de talla mundial, y lo lograron.
Va mi sentido recuerdo e infinita gratitud al maestro José Antonio Abreu, en cuya memoria pido un inmenso aplauso.
Bienvenidos de nuevo y gracias por acompañarnos. Les prometo que será una noche inolvidable. Al salir estarán de acuerdo conmigo en que, a los nombres de Milán, Nueva York, París, Sydney y Bayreuth, hoy hay que añadir Caracas.
@cjaimesb
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