Con toda seguridad, la presente situación de crisis multisistémica que estamos padeciendo pronto quedará para los análisis de enjundiosos estudios de socio patologías. El enjambre de asuntos impensables y de extravagantes decisiones del régimen –que ya no causan la menor sorpresa– formarán parte de una cantera de cosas abominables, que nunca más deberán repetirse en la vida política y democrática de Venezuela.
Hay plena coincidencia entre el crítico más osado –que afila con agudeza los juicios–, y quien anda por ahí nada más que mirando pasar las cosas; entre ambos tejen una común conclusión: el desbarajuste ideológico de esto que ellos llaman Proceso; el descalabro de la república, con riesgos marcados de volvernos un Estado fallido y forajido.
Por si fuera poco, al dantesco cuadro descrito en el párrafo anterior; añádase allí, elementos que causan sufrimientos en la población de todos los colores, que son aplastantes.
Según la econometría estudiada, las cifras que hoy exhibimos son elocuentes y desgarradoras.
He tenido la precaución de apoyarme en los datos suministrados por los especialistas, para referir, objetivamente en esta parte, lo que estamos atravesando.
“Después de una contracción de más de 80%, en 7 años, diría que la economía venezolana está en el foso. Habría que hacer una evaluación de los sobrevivientes y de cómo operar, después de una contracción de esa magnitud. No creo que la economía siga cayendo, pero la recuperación va a ser extremadamente lenta”. (Asdrúbal Oliveros. Entrevista del 27-06-21)
En el citado trabajo periodístico, de extraordinaria aceptación en varios medios y en las redes sociales, el elogiado economista venezolano complementó de la siguiente manera: “Cualquier país, después de una contracción como la que ha tenido Venezuela, que es la peor después de la Guerra Federal, y la peor de América Latina en los últimos 50 años, es imposible que se pueda recuperar por sus propios medios. No los tiene, no los tienen ni los ciudadanos, ni las empresas, ni el Estado. Al finalizar va a necesitar una profunda cooperación internacional por distintas vías -organismos multilaterales, gobiernos, instituciones, un marco legal que atraiga inversión extranjera-, pero nada de eso va a ser posible si no se resuelve el tema político…”
Lo expuesto, con base científica allí, resulta espeluznante para el futuro de la Nación y de las generaciones venideras.
Es que, además, el presente régimen que secuestró la vida del país no encuentra sustentación ideológica que le sirva de piso.
Los teoricistas del régimen, en el afán de acomodarle algo de soporte doctrinario a la asfixiante situación, ya han agotado las banderías de ideas socio-políticas.
Hoy acuñan un pensamiento, mañana dicen lo contrario.
Ustedes recuerdan que al inicio ningunos recatos tuvieron para hacer aparecer como digerible, en las primeras de cambio, un híbrido entre Marx y Bolívar.
El mundo entero tiene pleno conocimiento del desprecio que sentía el autor y divulgador del Materialismo Histórico por nuestro Libertador.
Una prueba de lo aquí afirmado está contenida en la carta fechada el 14 de febrero de 1858 dirigida por Marx a su carnal y financista Engels.
Para entender la ruindad de Marx, basta solo esta perla: “Me hubiera pasado de la raya si presento a Bolívar como un Napoleón I. Bolívar es el verdadero Soulouque. Es un canalla, cobarde, brutal y miserable que mandó a fusilar a Piar bajo las falsas imputaciones de haber conspirado contra los blancos, atentado contra su vida y aspirado al poder supremo…”.
Cómo le echaron imaginación los pensadores de la izquierda tarifada para hacer creíble tal betumen ideológico.
Rebuscaron bastante argumentación por todas partes para que al final se vieran las costuras de un tejido que la realidad nuestra se encargó de desbaratar. Bolívar, el Padre Libertador, no admite remiendos. Bolívar no acepta ligazón con Marx.
Al quedar descubierta la patraña, volcaron sus miradas hacia Mariátegui, autodenominado el “amauta”. Pero el peruano, sacado de emergente, está demasiado impregnado de etnicidad. Desde sus adentros rechaza cualquier réplica a su modo de pensar “no queremos que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida con nuestra realidad, en nuestro propio lenguaje al socialismo indo americano…”.
Así pues, que la iconografía que pretendieron pergeñar, sustentada en una doctrina para la calamidad que estamos padeciendo, se les acortó. Los márgenes de maniobra se resquebrajaron.
¿Qué va quedando por ahí? ¡Se preguntan en plan de corifeos…! ¡El Che Guevara…! Responden, al tiempo que dilucidan: ¡cuidado ¡El Che resulta demasiado poroso para el pensamiento plural y de dignidad de los seres humanos! Por eso lo desecharon rápidamente.
Ellos son conscientes de que han causado la destrucción del país en lo moral, ideológico, social, político y económico. Arruinaron al Estado como proveedor de bienes y servicios públicos. La historia jamás va a perdonar tanto daño perpetrado.
Ese es un elemento muy importante que no hemos internalizado del todo.
Acabaron con las competencias y funciones exclusivas y concurrentes de aquel Estado todopoderoso, que era rico, que ordenaba todo, hoy no existe.
Ya el mundo entero lo sabe que, desde el punto de vista financiero, nos están dejando un Estado colapsado.
Eso, por supuesto, implicará que en lo sucesivo cambie la dinámica de relaciones entre el Estado y el sector privado.
En el proceso de reinstitucionalización del país, con su democracia y libertad operando en todos los sentidos habrá cabida plena para el sector privado; de lo contrario, la situación se haría más inviable de lo que ya es. Es obligante hacerlo, incluso, por supervivencia política.
Otro elemento, que desglosan nuestros economistas, apunta hacia el impacto que siempre tuvo la actividad petrolera en la economía no petrolera, hoy vergonzosamente tampoco existe.
Todos supimos que la actividad petrolera marcaba la dinámica en Venezuela, tanto de los ciudadanos como de las empresas.
Estamos comprometidos por el bienestar de nuestra patria venezolana a recomponerla.
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