He notado con particular atención que cuando es tiempo de avanzar para una persona, las cosas cambian a medida que da los primeros pasos, las puertas se van abriendo y el camino que antes era incierto o difuso se convierte en un trayecto marcado con dificultades y con grandes experiencias que transforman la óptica con la que se valoran las situaciones y los tiempos. Tocar puertas puede ser muy agotador y frustrante si no se abren aquellos pasadizos que se desean transitar. Sin embargo, cuando pasas por un umbral que no pediste, que tu corazón ni siquiera imagino, y en el cual no crees tener algo que aportar, la experiencia te sobrepasa, ya que no alcanzas a tener expectativa alguna, al contrario te viste inmerso de un momento a otro.
Oportunidades de este tipo suelen ser retadoras, demandantes no solo desde el punto de vista energético sino emocional y creativo. Permanecer en tales espacios demandará vaciar todo tu corazón, mostrarte vulnerable y ser valiente la mayoría de las veces. Reconocerse insuficiente y requerir la gracia de Dios es de gran valor, porque mantendrá los ojos abiertos y no permite acomodarse, por el contrario, será útil mantenerse en movimiento discreto y con pasos firmes, aun desde la ignorancia del devenir.
Como individuos es necesario reconocer que las puertas se abren y no siempre se tiene la valentía de pasar por ellas, ya que la insensatez o desvaloración domina. Recurrimos a justificativos particulares como carecer de habilidades o contenido propicio para el afrontamiento de ciertos espacios. No obstante, claramente no es posible pasar por todos los umbrales, empero si una puerta se abre delante, es necesario detenerse y pensar en las posibilidades, echar un vistazo dentro de tal espacio y meditar secretamente en las oportunidades, no todas ellas serán para beneficio personal, algunas serán como territorios fértiles de siembra, donde las muchas o pocas semillas que se dispongan encontrarán una ocasión para cumplir un ciclo vital.
Seguramente en otros momentos las puertas se abrirán para detrimento y maldición, habrán oportunidades múltiples de declinar ante tentaciones abrasadoras y circunstancias de falso progreso que embolaten el pensamiento y perviertan las motivaciones del corazón; ante tales circunstancias, habrá que ser astuto y tomar voluntariamente la manilla, tirando de ella para clausura oportuna y determinante de tales espacios, reconociendo que en el fondo que somos débiles y solo la astucia de la sabiduría es capaz de mantenernos firmes. Otorgar el beneficio de la duda ante cada caso en particular es premonitorio de fauces de perdición que se visten como jardines de encrucijadas.
Ante tales comentarios, y con la certeza de que para todo el que camina las puertas son parte del paisaje, mi corazón clama con absoluto y febril distensión: no te niegues a experimentar los dinteles que te reten a ser creativo, expandir el pensamiento y reconocer territorios más aptos para la siembra estacional, que para la cosecha inmediata. Un día, tales extensiones de tierra serán jardines listos para visitas donde el bienestar y la provisión estén a disposición. Empero, si te detuviste abriendo bien los ojos, y la oscuridad del egoísmo acompaña el beneplácito de la instantaneidad, vestidos de poco esfuerzo y exceso de conexiones, ten cuidado, no sea que una gran fauce de perdición esté abriendo sus cavidades para tragarte con toda tu fuerza vital y ganas de soñar. Toma la manilla reluciente con lentitud y sabio aplomo, cierra esa puerta listo para continuar tu camino, recordando que no te representas a ti mismo, sino que una generación viene tras de ti atenta a las huellas de tus pasos.
@alelinssey20