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¿Puede ser cualquiera?

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Machado

La incontrovertida posibilidad de que María Corina Machado gane unas elecciones primarias ha tenido un impacto brutal en las élites políticas del país. En las del gobierno y también en las de algunos sectores de la oposición.

Es más que evidente, entonces, que contra las primarias se ejerza una operación tenaza cuyo principal objetivo es espicharlas desde dentro y desde fuera, para que “no haya más remedio” que escoger un candidato opositor “por consenso”.

Ese candidato obviamente que debe cumplir varios requisitos, entre ellos el de ser potable al gobierno. Al final del día esta es la tesis “realista” (nunca mejor dicho) sostenida por aquellos que hacen suyo el principio de la política británica, obligatorio para quienes no ganan las elecciones, de comprometerse a hacer “una leal oposición a Su Majestad”.

Por supuesto que sería injusto generalizar, “de todo hay en la viña del Señor”. En una nota anterior afirmábamos que hay candidatos que no quieren las primarias, sencillamente porque saben que no van a ganarlas. No necesariamente todos forman parte de un complot para apartar a María Corina del camino, pero como de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno, quienes, habiendo entrado al proceso, luego bajan los brazos y se entregan, consciente o inconscientemente, llevan agua al molino de sustituir las primarias por el mentado candidato de consenso.

Uno de los “argumentos” que se señalan, en esta vía, es que el gobierno está tan débil que cualquier candidato le ganaría. ¿Es esta afirmación cierta? Pues, síganos amigo lector, porque creemos que esta es una afirmación peregrina y que no capta el verdadero significado del desafío que tenemos por delante.

Venezuela no es un país normal. En un país normal bastaría sumar los votos de un candidato opositor, constatar que son más que los del candidato oficialista y prepararse para la proclamación y para el día de la toma de posesión.

En Venezuela para ganar y cobrar no es suficiente saber que 80% quiere cambio y tampoco buscar un candidato potable al gobierno a quien este otorgue el plácet.

Para que tal día llegue, en Venezuela hay que construir un gran movimiento social, ciudadano, popular y de amplio espectro que, apoyándose en un liderazgo legitimado, pueda crear las condiciones, en primer lugar, para que haya unas elecciones medianamente libres y decentes y luego, para que hagamos una transición ordenada y democrática.

Si ese candidato es escogido en un cenáculo de partidos cuyo apoyo social es casi nulo (el peor de toda nuestra historia democrática) no tendrá la fuerza y el liderazgo para encabezar la ingente tarea que tiene por delante.

Las primarias entonces no son un capricho, son una necesidad. En apoyo de esta afirmación, solo nos basta haber observado cómo, en las escasas semanas que los candidatos tienen en la calle, ya ha despuntado de nuevo la esperanza en que el cambio es posible. Esto no solo lo dicen las redes sociales de los candidatos y de sus seguidores, también lo dicen los estudios de opinión más serios que se hacen en el país.

Todos sabemos que este sentimiento precede a la toma de la decisión personal de ir a votar. Si no hay entusiasmo, de nada valdrán los programas, los acuerdos y las buenas intenciones de los líderes. Estos elementos, aunque necesarios, no son suficientes para motivar a un evento como el de unas elecciones.

De manera que despertar ese sentimiento es clave y aunque, lo repetimos, no es suficiente, como los doctos en política lo señalan, sin él es imposible lograr movilizar a las grandes mayorías nacionales.

Por otro lado, está la naturaleza de la misión política e histórica que un liderazgo legitimado por unas primarias deberá enfrentar: se trata de encabezar una transición compleja en la que habrá que articular muchas fuerzas y capacidades internas y externas, para que sea exitosa.

María Corina Machado está provocando ese clima de convocatoria social y política que no solo se refleja en sus exitosas giras, sino también en el constante goteo de dirigentes nacionales y locales que, viniendo de los más distintos orígenes, apuntalan su esfuerzo, como suele ocurrir con los liderazgos que se están convirtiendo en fenómeno social.

Por supuesto que suena a lugar común decir que está logrando la unidad por las bases, pero es que es lo más parecido a lo que está ocurriendo y eso no nos debe pasar inadvertido.

De manera que no es cierto que “cualquiera puede ganar”.

Por eso llevar las primarias a buen puerto es una de las condiciones claves para garantizar el cambio que más de 80% de los venezolanos queremos.

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