Está demostrado en los hechos, en los catastróficos resultados derivados de la aplicación de ese bodrio mal llamado Plan de la Patria, que en esta era chavomadurista han sido malos ejecutores de políticas públicas. Han fracasado en todos esos escenarios en donde han presentado ya no se sabe cuántos proyectos que bautizan con apellidos rocambolescos, nada más que para llamar la atención de los incautos. Pero la ciudadanía, que es la que escarmienta los impactos de esos descalabros, los tiene bien medidos y ubicados: son unos simuladores que se valen de artificios para engañar y esconder lo que ya resulta imposible de ocultar ante la mirada de millones de venezolanos que saben que son unos impostores de marca mayor.
Los tácticos publicitarios del régimen se las arreglan para darle la vuelta a las tragedias de las que son absoluta e inequívocamente responsables. Veamos algunos ejemplos que sirven de pruebas irrefutables para demostrar que, desde Maduro hasta los más reconocidos parlanchines de esa revolución de mentiras, no hacen otra cosa que pretender darle apariencia de verdad a todos los engaños que hacen correr por las redes sociales o por los medios comunicacionales que controlan para intentar someter la realidad, amoldándole a sus cretinos despropósitos.
Tenemos que aún no han cesado las condenas de centenares de ciudadanos de Venezuela y de otras partes del mundo que vieron espantados el más triste espectáculo de cinismo, desfachatez y amoralidad, tomando como escenario nuestros tepuyes y ahora salen con la parodia de que “el empresario Rafael Oliveros será citado por la fiesta privada organizada por su cumpleaños, en el tepuy Kusari en Canaima y anuncian que abrieron un “proceso administrativo sancionatorio por el festejo”. ¡Puro teatro! Además, la versión la ofreció un tal ministro ecosocialista que le sirve a un régimen que ha destrozado nuestra flora y cuanta riqueza natural que está encerrada en el Arco Minero. Es como si designaran un cardenal en el infierno para dar clases de catecismo.
Por otro lado, aparece Maduro denunciando al presidente Iván Duque como “protector del Koki”. O sea, Maduro, que apadrinó las fatídicas Zonas de Paz, el mismo Maduro que está arrochelado con los capos del narcotráfico colombiano, el que tiene escondidos y bajo su particular resguardo a los jefes de la Segunda Marquetalia, es capaz de gritar, cínicamente, “por allá fumea”.
Otra impostura la montaron con personajes que son paisanos, por eso de la nacionalidad compartida: Petro y Maduro. Petro ahora sale con la chimbería de que “no le gusta el modelo que se aplica en Venezuela”, o sea, que no comparte las tesis chavistas y maduristas (que es la misma tortilla) cuando bien se sabe que han estado “amangualados desde hace años”, para que Petro intente “meternos los dedos en la boca a los venezolanos y colombianos”, negando su estrecha relación de dependencia con ese anacronismo del “socialismo del siglo XXI”. Lo que pasa es que los asesores publicitarios de Petro le han dicho que “ese chicharrón” pesa mucho. En conclusión, son simulaciones porque saben que cualquier ciudadano de Colombia con sentido común no debería aspirar para su país la réplica de la desgracia que estamos sobrellevando ahora en Venezuela.
@alcaldeledezma