Caminaba por la ruta de regreso a casa decidida a guardar silencio por unos días más, y una frase invadió mi mente: “promesa por sobre sentencia”, de tal manera que las ideas se infiltraron en mi espíritu y recordé todos aquellos sueños que gravitaban en la atmósfera de una generación, pero llegaron a cumplimiento y materialización en otra. Recordé aquella bailarina que obligaron a quitarse las zapatillas a corta edad, pero su hija se convirtió en profesional de la danza; el hombre cuya inventiva alcanzó a mejorar algunas máquinas,ç y sus descendientes fueron ingenieros. El abuelo cuyas preguntas inquietaban tiempos de soledad y sus nietos se consagraron como científicos de verdad.
Revoloteaban en mi mente algunas justificaciones absurdas, pero mediaba con el corazón en la comprensión y la complejidad de tales asuntos. Cómo es que un dictamen o sentencia puede existir sobre un individuo, y a pesar de ello, la promesa es lo que se manifiesta, dando testimonio de obesidad en principios y fundamentos heredables sobre tal persona. Resulta una gracia derramada como séquito de mieles o dones que escurren y se subliman para manifestación de la progenie. Cavilaba en aquellos a los que se le intentó derribar con palabras maledicentes y escasas, mientras lo que les correspondía viajaba humilde y escurridizo en la duplicación y preservación celular.
La belleza que lo efímero simboliza, una finitud programada, apoptótica respuesta a un ciclo cumplido. Razones de sobra al regazo de quienes reposan en lo oculto, pero benéfica belleza en aquellos que se esfuerzan con diligencia. Entre tanto, mi mente iba y venía en un soliloquio y entonces, salió al encuentro una cara familiar, un rostro lleno de brillo y ojos puyuos cuya sonrisa siempre provoca otra de regreso sublime y meditabunda, propia de quien se hace muchas preguntas que ya no parecen válidas.
El corazón abraza y profundiza en aquello que cautiva su atención, bien sea para comprensión o desatino alguna fanfarria se alberga. Al final, el corto momento resultó en un cortés halago y un hermoso recordatorio del amor del Padre manifiesto en las menudencias de la cotidianidad. Pude apreciar cómo el proceso sobre esa vida sigue en vigencia y alcanzará esplendor más que con la aurora, con la certeza de una promesa que reposa por sobre la sentencia que la oscuridad pueda lanzar. Quizás, habla el amor que recorre mis fibras internas, pero esta vez, estoy segura de que no habrá un ataúd que pueda contener tanta nobleza, y si mis ojos han de llenarse de lágrimas será por ver tersa la manifestación alegre y benéfica de lo que en el cielo se ha determinado.
@alelinssey20
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