Se trata de una verdadera lucha de liberación nacional. La situación actual de Venezuela no puede ni debe continuar. Hay que ponerle punto final. El proceso de destrucción nacional iniciado por Chávez y continuado por Maduro pareciera ideado en un diabólico laboratorio socialista comunistoide, pero ejecutado además de manera incompetente y altamente corrompida. Más de dos décadas de este socialismo del siglo XXI han sido más que suficientes para que el país aparezca con los peores índices de desarrollo económico y social en el mundo, incluida América Latina. Lamentablemente no hay nada proveniente del régimen que sirva para levantar el ánimo de los compatriotas que viven en el país y de cerca de los siete millones que están en el exterior resolviendo la dura realidad personal y familiar que han atravesado.
Los medios de comunicación del planeta ya ubican a Venezuela al lado de Cuba y Nicaragua, poco a poco agregando a Perú y con timidez a Bolivia. No podemos resignarnos frente a esta realidad, pero sabemos que no será fácil cambiarla radicalmente.
Estas reflexiones van dirigidas especialmente a la oposición democrática, a toda ella. A los electoralistas y a los que no lo son, pero a los que actúan con honestidad y total desprendimiento. El camino no puede ser el de la convivencia con la dictadura ni el de mantener o conseguir cuotas circunstanciales de relativo poder. La mayoría del pueblo está pendiente de cuanto sucede y ese pueblo pareciera seguir demostrando que es superior a quienes pretenden dirigirlo. Siente una extraña orfandad a la espera de acciones concretas para ponerle punto final a la tragedia.
Este es el momento. Son bastante públicas las graves diferencias existentes en la cúpula de la dictadura. Tanto en el mundo civil como en el militar. Cada día son más y mayores esas diferencias, pero nada tiene arreglo por la vía electoral como única opción para salir de esto.
Debemos ser repetitivos en algunos temas. Hemos dicho una y otra vez que lo electoral es importante en una democracia, pero en una dictadura tiránica que controla todo el poder público solo sirve para caer en el juego de la dictadura para retener el poder a toda costa. Gana tiempo y profundiza las diferencias en el campo opositor. Ojalá y tengamos oportunidad de discutir, con la discreción del caso, este tema en nuestro campo para unificar criterios, objetivos y acciones específicas en el futuro inmediato.
Algunos preguntan, no sé con cuál intención, qué proponemos en concreto como vía distinta a lo electoral. Como comprenderán los lectores, esta no es la vía para tratar el tema. Pero, incluso quienes preguntan lo señalado, saben que los caminos establecidos a lo largo de la historia para derrocar tiranías están vigentes. Allí están, a la espera del liderazgo necesario.
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