Venezuela, reconocido como uno de los países con mayores reservas de recursos naturales en el mundo, ha mantenido históricamente un rol como productor y exportador de materia prima. Sin embargo, gran parte de esta riqueza se procesa fuera de nuestras fronteras, limitando el potencial de desarrollo económico y social interno. Ante este escenario, surge una nueva estrategia global adoptada por muchos países productores: transformar sus recursos naturales dentro de sus propios territorios mediante la creación de una infraestructura industrial que permita generar productos intermedios o terminados. Este enfoque no sólo añade valor a las materias primas, sino que también fomenta la generación de empleo, el desarrollo de cadenas de suministro y la incorporación de empresas de apoyo al proceso de industrialización.
En Venezuela, esta estrategia ha dado frutos importantes en diversas industrias clave. Ejemplos destacados incluyen el desarrollo de las empresas básicas en la producción de acero y aluminio, la industria cementera, la petroquímica, el Complejo Refinador de Paraguaná y el Complejo Criogénico de Jose. Estas iniciativas no solo han contribuido significativamente al crecimiento económico del país, sino que también han impulsado el desarrollo social en las regiones donde operan, convirtiéndose en factores de importancia estratégica para la economía nacional.
En el actual escenario geopolítico global, los países que transforman sus materias primas han asumido un papel estratégico al ofrecer productos de alta demanda en los mercados internacionales. Además, estas naciones se benefician de significativas inversiones, tanto nacionales como extranjeras, destinadas a fortalecer y expandir sus procesos productivos. Este enfoque les permite posicionarse como actores clave en la economía mundial, aprovechando las oportunidades que surgen de un mercado global en constante transformación.
Hoy, Venezuela enfrenta una coyuntura histórica y favorable para alcanzar un crecimiento económico sostenido y un elevado desarrollo social. Aprovechar nuestras riquezas naturales y transformarlas dentro del país representa no solo una oportunidad económica, sino también una vía para fortalecer nuestra posición en el nuevo orden geopolítico mundial. Este es el momento de apostar por una visión estratégica que permita convertir nuestros recursos en motores de desarrollo integral para la nación.