Comisión Primaria
Foto: EFE

El mundo juega a perderse en el Medio Oriente de forma muy peligrosa y se halla en la encrucijada de enfrentar al fin (y ¿para siempre?) a Hamás, porque ese es el deber que la historia ha impuesto y no se puede sino ser absolutamente solidario con Israel. En el otro frente, Ucrania se restea defendiendo su soberanía, frente a una Rusia con los insaciables apetitos de los Romanov, pero inspirada más por Yagoda y Lavrenti Beria o cualquier otro esbirro, que por alguna creación o interpretación ideológica-sociológica de Marx o Lenin o Leon Trotski.

Musulmanes e israelitas ofrecen su cotidiano programa de sangre y destrucción. Los latinoamericanos –y entre ellos nosotros los venezolanos– jugamos al Carnaval esperando las dádivas del régimen o la vulgar participación en algún guiso de oprobiosa factura. Hacia donde volvamos la vista el panorama es escabroso, deletéreo, engañoso. En todo caso, nada invitante o acogedor.

Entonces, en este arroz con mango que hemos llegado a ser, llevados de la mano por grasosas hetairas adiposas cuajadas de Louis Vuiton o Prada o alguna otra etiqueta, pretendemos jugar y hasta retozar con unas elecciones primarias, cuajadas de trampas y peligros, pero que asoman al menos un destartalado horizonte de esperanza.

Frente al engaño, a la estafa y todas las maquinaciones del tahúr es necesario usar la fuerza. ¿Cuál fuerza? Pues la única que tenemos, ni tanques, ni aviones, ni aceradas fragatas, todo eso lo tiene el adversario. Nuestra fuerza es la fe del pueblo y la razón de nuestra causa, no hay más y tendrá que bastar.

El venezolano es un gran pueblo, no voy a repetir el rosario de heroicidades que eslabonan nuestra historia. Acertados y también muchas veces equivocados, hemos marchado, bien o mal dirigidos, con valor y gallardía hacia un destino escurridizo y ágil.

No se trata de un concurso de primas donnas, ni poses, ni bailoterapias, esto es lo único serio por lo que debemos votar el próximo domingo.

Las primarias del día 22 próximo marcan una fecha, un destino inescapable, un compromiso existencial. Hay que encararlas con coraje y decisión, como lo hará María Corina Machado de frente y con coraje, sin desplantes, pero sin “culipandeos”. Y así debe ser la respuesta de todas las fuerzas democráticas del país. La meta es Venezuela rescatada, depurada, exorcizada.


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