La desigualdad social se profundiza con la aprobación del presupuesto año 2024 por parte de la asamblea nacional.
Está claro que la salud y la educación no son prioridad para el Estado, ni el bienestar de los trabajadores. Solo así se justifica que aprueben un aumento de solo 10%. Insisten en una permanente violación de derechos humanos.
Es inaceptable que no se haya contemplado una justa asignación del presupuesto en materia de aumento salarial, de pensiones y para las áreas más críticas: en salud, la mayoría de los hospitales continuarán sin prestar atención eficiente por las condiciones en que se encuentran; en educación, seguirán los sueldos de hambre tanto de los maestros como el personal obrero y administrativo; permanecerán las fallas en los servicios básicos, en especial la energía eléctrica y el agua.
Los privilegios son solo para los militares, poderes públicos, instituciones, en el caso de la seguridad social y calidad de vida.
Esta Navidad y Año Nuevo la vivirá el pueblo con los estómagos vacíos por los salarios inhumanos, aguinaldos de hambre y pensiones miserables. Estamos en presencia de un Estado indolente y sin alma.