Nuestra sociedad está herida, la ausencia de justicia ante la realidad de un presidio político, impuesto e irregular, no conducirá a la paz si no se restablece, con urgencia, un sistema de justicia equitativo e imparcial.
Una gran cantidad de familias venezolanas ha sido objeto de violación de sus derechos humanos, a lo que sumamos la necesidad de emigrar para buscar una vida digna de ser vivida.
Nos pronunciamos a favor de promover una sanación de la memoria histórica de nuestro país, para poder avanzar. Hoy resulta perentorio levantar la palabra y abandonar el silencio, que no orienta, ni acompaña, ni suscita una toma de conciencia sobre la responsabilidad que debemos tener en este momento crucial. Nuestro país gime con dolores de parto a favor de un cambio sustancial y la inauguración de un tiempo nuevo, que nos permita avanzar en el ejercicio de la libertad, y el cumplimiento de derechos y deberes ciudadanos. La libertad es un don de Dios que debemos preservar.
Impugnamos cualquier intento de imponer un modelo político que tenga como principio “todo menos libertad”, porque el valor de la libertad es innegociable. En nuestra reflexión cristiana optamos por defender aquella visión que tiene como primacía al sujeto humano.
Dar prioridad al Estado va en contra del libre desarrollo del individuo, disminuyendo su protagonismo, tanto en su vida personal como en su papel en la sociedad, en la búsqueda de ser artífice de su propia historia. El Estado debe estar al servicio de la persona y no de sus propios intereses.
Con la luz que nos proporciona el discernimiento moral ante la difícil coyuntura que vive el país, nos pronunciamos en primer término por la reafirmación de la democracia, como valor que define y guía la vida y el accionar de nuestro pueblo. Somos defensores de un sistema republicano asentado sobre pilares firmes, que aseguren la independencia de los poderes públicos, el contrapeso institucional y la rendición de cuentas.
Demandamos unas elecciones transparentes que conciten la participación de todo el pueblo, con miras a legitimar a nuestro próximo presidente. Que cada voto cuente.
Alentamos a todos los compatriotas a participar protagónicamente, asumiendo en sus manos el proceso en todas sus fases, para garantizar la libre expresión de la soberanía popular; reflexionando con responsabilidad su decisión al momento de elegir la opción más idónea para sí, para que votar sea elegir verdaderamente.
El voto, consciente y libre, constituye la voz del pueblo que clama justicia.
Nos pronunciamos por el valor fundamental en la autodeterminación de los pueblos. Vemos con preocupación la penetración en nuestro país de intereses foráneos, que disminuyen y desvían los propios, siendo lo pertinente la asunción y defensa de los intereses superiores de la nación venezolana.
Sugerimos que sean convocadas vigilias de oración en todas las diócesis, incluso parroquias, como preparación espiritual y moral a las elecciones.
Estas son algunas reflexiones de Proteología, una asociación de laicos cultivadores del estudio de la teología, institución de la que formo parte y me honro en presidir.
¡Libertad para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los comandos de Vente, Rocío San Miguel, Dignora Hernández, Henry Alviarez, Carlos Julio Rojas y los hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!