La crítica a la farsa electoral en Venezuela duró poco. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, llegó a Venezuela este martes para hacer las paces con el dictador Nicolás Maduro y bendecir el sainete electoral de julio próximo.
El régimen ahora respeta el acuerdo de Barbados y el Estado de Derecho. La infame declaración conjunta de Petro y Maduro indica que el proceso electoral de Venezuela avanza conforme a lo establecido en las leyes venezolanas y en apego irrestricto a lo firmado el 17 de octubre de 2023 en la isla del Caribe. Una burda patraña.
Petro ya no ve golpe a la democracia. La declaración conjunta señala que el dictador Maduro avanza en un proceso electoral en el que se “han inscrito 13 candidatos de 37 organizaciones políticas”. Como dijo el canciller del régimen: unas elecciones “casi perfectas” de no ser por las inhibiciones, arrestos, amenazas y persecución brutal.
El doble estándar de Petro y la izquierda latinoamericana radical. Mientras se rasgan las vestiduras y enfilan sus cañones para condenar al presidente Daniel Noboa en Ecuador, se trata con benevolencia a criminales de lesa humanidad como Maduro, Castro y Ortega.
Petro humilla y denigra a Colombia en cada viaje a Caracas. El presidente ha visitado Venezuela en seis ocasiones en menos de dos años, demostrando una relación casi parasitaria con Nicolás Maduro, señalado por Estados Unidos de ser el líder del Cártel de los Soles.
Con la brújula en la dirección equivocada. Petro, exguerrillero del M-19 y cortesano de dictadores, quiere implantar un modelo de salud como el de Cuba, un sistema autoritario al estilo Ortega en Nicaragua y un esquema económico como el de Venezuela.
Petro y su paranoia antidemocrática. Los constantes ataques contra la libertad de expresión, la corrupción estatal, el nepotismo y otras malas prácticas, han derrumbado la promesa de un cambio. Las cosas han empeorado en Colombia.
Impunidad e inseguridad. El crimen sin castigo y las políticas carentes de una mano firme contra criminales, narcos y grupos violentos, siguen siendo preocupaciones legítimas de los colombianos honestos.
La visita de Petro a Venezuela tiene sabor a impunidad, complicidad y colaboracionismo. Una puesta en escena que ignora las torturas, los asesinatos, los presos políticos y los más de 8 millones de exiliados por la dictadura.
El régimen chavista ha permanecido en el poder por 25 años y es en gran parte gracias al petróleo, la represión y los fraudes electorales, pero existe otro factor clave y es el apoyo de gobiernos considerados democráticos como el de Colombia.
El pueblo colombiano debe ver con gran preocupación y sospecha la cercanía de Petro con Maduro. Su afinidad y admiración por esta dictadura y la cubana, puede hacerle caer en la tentación de implantar un régimen a su imagen y semejanza. Uno de esos sistemas autocráticos que se sabe cuándo comienzan, pero jamás cuándo terminan.
El autor es periodista exiliado, exembajador ante la OEA y exmiembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK).