Con la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández han abundado propuestas de diverso orden para la utilización de su imagen con fines religiosos, cívicos, educativos, turísticos, económicos, estéticos y de otros órdenes. En todos estos ámbitos su figura ha sido más que manejada y existen desde obras de arte hasta una enorme proliferación de objetos populares; de brebajes, cremas y pócimas; abundan sus recuerdos en llaveros, chapas, franelas, gorras y otros objetos. La colección de figuras, estampas, medallas, rosarios, escapularios y demás es tan grande como la devoción de la gente. Hay altares, nichos y retablos llenos de flores y de velas. Su retrato adorna desde busetas hasta elegantes cuellos de señoras. Su nombre identifica desde pulperías y farmacias, centros médicos hasta instituciones educativas. Todo sin ser aún beato, imaginémonos ahora cuando solo falta el evento solemne de la beatificación que será en los primeros meses del próximo año.
En un foro realizado el 30 de octubre de 2013 en la sede del Seminario de Trujillo, con la asistencia de monseñor Fernando Castro en ese entonces vicepostulador del proceso de beatificación , el Dr. Manuel Guzmán médico especialista en estos procedimientos, el Obispo de Trujillo Monseñor Oswaldo Azuaje, el Presidente de la Asociación de Trujillanos residentes en Caracas Ing. Rafael Ángel Espinoza, el Dr. José Ignacio Moreno León exrector de la Universidad Metropolitana (nativo de Isnotú) y quien suscribe, me atreví a plantear el delicado y sensible tema del uso de su imagen, tanto para solicitar sus favores como para promover el turismo religioso. Un tema que sería bueno debatir, tanto en el seno de la Iglesia como en el de la comunidad en general. Porque no veo contradictorio combinar con sabiduría la personalidad del Dr. Hernández con su culto y con su buen uso para promover el desarrollo humano integral.
Pero, ¿aceptaría la alta sensibilidad y emocionalidad que despierta José Gregorio Hernández un debate de altura a este respecto? La realidad es que nuestro beato está en manos de la gente, como bien lo proclamaron los asistentes desde el mismo momento de sus honras fúnebres, “también es nuestro” gritaban cuando salía en hombros de los universitarios. Todo eso que ya es su figura se irá ajustando a medida que se conozca mejor su vida y su obra. Por lo menos se sabrá que era enemigo de la superstición y de las supercherías y que su lugar está bien lejos del fetichismo, los amuletos y la ignorancia.
Pero frente a ciertas propuestas que están proliferando ahora que son más recientes y menos populares, no cabría hacerle la pregunta al propio Dr. José Gregorio Hernández. Por ejemplo:
- ¿Preferiría él una estatua gigantesca suya en Isnotú o que su lugar de nacimiento sea un hermoso y acogedor punto de encuentro para la salud corporal y espiritual?
- ¿Qué Isnotú sea un lugar de paz y armonía que tenga en su famoso hijo una fuente para su desarrollo integral, o un bullicioso mercado?
- ¿Qué se complemente ese lugar de peregrinación con un excelente centro de salud para la gente?
- ¿Que los trujillanos desarrollemos la religiosidad que llevamos en nuestras tradiciones, costumbres y valores y que eso se traduzca en calidad de vida y bienestar, o que sigamos siendo uno de los estados más pobres del país?
- ¿Que en nuestras escuelas se venere sin más su estampita o que se utilice su ejemplo como buen hijo, buen hermano, buen ciudadano, buen estudiante, buen profesional, excelente científico y ejemplar católico?
Preguntas que formulo como trujillano, pero que pueden hacérselas los venezolanos desde cualquier lugar del país.
La opción por el José Gregorio espectáculo es en el fondo una evasión de la responsabilidad de abordar al José Gregorio disciplinado, estudioso, bondadoso y santo que debemos poner como ejemplo. Habrá quien prefiera una imagencita del santurrón ingenuo que la figura que refleja una vida disciplinada dedicada a la ciencia para ponerla al servicio de la sociedad, por amor a Jesús.
Preguntémosle al Dr. José Gregorio Hernández qué le gustaría que hiciéramos con su figura. Seguro que él con su vida ya nos contestó.