La historia es una continuidad como el espacio y el tiempo, y los humanos somos historia por definición. Seres situados dirán los existencialistas, «yo y mis circunstancias» escribirá Ortega y Gasset. El tiempo largo de la cultura, de la sociedad y la economía tiene su propia cronología y complejidades, pero solo en la vida personal y política ciertas fechas nos marcan de manera indeleble, porque son existencialmente «vividas» con toda su carga de realidad-real. Para nosotros, venezolanos contemporáneos, 1998, es una fecha límite, entre un antes y un después. Un «antes» que no era tan malo y un «después» que de ilusión pasó a pesadilla. Pero aquí estamos, y de ello quiero hablar, sin desestimar esfuerzos y sacrificios anteriores. El 22 de octubre de 2023, con las llamadas primarias emerge de manera clara una voluntad política colectiva de cambio político necesario y el liderazgo incuestionable de una mujer, María Corina Machado, que hasta los momentos mantiene y ha fortalecido. En este proceso, desde mi punto de vista, se ha ido desarrollando toda una acción política, de base civil, constitucional, pacífica que me atrevo a calificar de post-moderna tanto por el estilo comunicacional, como por el mensaje renovador con respecto a la vieja política. Sin desestimar a los partidos políticos, estos fueron sobrepasados por la iniciativa y organización civil, cuyas bases principales, son los medios tecnológicos y la diáspora, además de los factores internos que fueron entendiendo la situación real y se incorporaron. El éxito de esta modalidad política posmoderna se demostró el 28 de julio de 2024 con el triunfo electoral aplastante de Edmundo González Urrutia y se consolidó este 17 de agosto del 2024 a nivel mundial. La palabra cambio resume el deseo y las expectativas de la mayoría de los venezolanos y en ello nos acompaña el mundo democrático. Mariano Picón Salas, de manera acertada, dijo que Venezuela entró al siglo 20 en 1936, a mí me gustaría pensar, que nuestra entrada al siglo 21, pudiera ser este 2024.